sábado, 7 de octubre de 2017

Mientras se escribe

Solo cuando la rendición me trepa por las piernas lo considero un aliciente fidedigno como para ponerse a escribir. Nanai. De pronto descarto el portatil cerrándolo con un golpe seco, hostil, frenético, casi desesperado, para darme cuenta de lo mucho que me ocupa esta labor, la de crear y transmitir, aunque, a veces, no se consiga todo a la vez (o nada en su mayoría). De todos modos y como diría Groucho Marx no hay que tomarse la vida muy en serio puesto que no saldremos vivos de ella. Y es verdad. 
Las musas o esas perversas de tal que se ríen de uno por invertir horas en construir una frase recta, como una zanja bien hecha y no un mero surco, se unen a la fiesta de ideas que monto a diario para ensamblar el bloque de letras, donde dedico parte del tiempo libre.
A veces, mientras escribo, observo a contraluz el desgaste de las teclas. Algunas permanecen prácticamente intactas conservando la pátina de polvo reveladora del poco roce de las yemas. Otras ya brillan un poco como las letras a,s,d o la e, de un modo jerárquico y de cierta petulancia como diciendo nosotras predominamos en tu castellano. Más tarde llegan las ideas banales (como si las anteriores no lo fueran). Y una de ellas es la existencia universal de una división entre todos los escritores del planeta. Los hay de corto aliento y de largo. Llevo bastante trabajando junto a los segundos, porque lo fácil, lo que llega a un posible receptor quizá sea de textos escuetos, simples, eficaces. En cualquier caso, al ser una idea intrascendente, pronto se camufla en una de gran calado y pienso que lo importante es ser leído. Todo lo demás es simple cháchara. 
Al mirar al horizonte el sol se ha escondido dejando unos contornos que pertenecen más a la noche que al día. Las musas partieron hace mucho. El sueño y el reconocimiento se instalan uno en las sienes y el otro en el pecho. La noche domina ahí afuera. Mañana, en el cruel Día de la Marmota, volveré a sentir la rendición en las perneras y una quemazón interior que no libra de nada.