jueves, 16 de diciembre de 2010

Baliza prematura ¿Y?

Desde que mis anhelos se clasificaron para Liga de Campeones;
desde que comprendí que no se vence siempre.
Desde que me atrapó el tiempo con el mismo charco;
desde que los eucaliptus dejaron ver el lago.
Desde que el orgullo hinchó el pecho, pero vacía la mano.
Desde que la gota desistió de la gran roca.
Desde que descubrí los grilletes de la esclavitud;
desde que pretendí deportarme a una tierra de nadie.
Desde que alguna me colgó la etiqueta y olvidó el precio;
desde que me puse del revés… por crecer y crecer.
Desde que los espejos bruñían lo inexistente.
Desde que dejé hablar a los días; ¡Vaya sabios!
Desde que el sí es sí y el no también.
Desde el destello en lo alto de aquellas Colinas;
Desde Las Musas con pasión.
Desde no es Dresde…; a jugar sin sirenas.
Desde que acelero en tus curvas;
desde que los besos generan aguamiel.
Desde que otrora extravié el verbo «amar»… y me hallo con el pronombre personal «contigo».
Desde el centelleo que contagian los cristalinos.
Desde que te despides y me dejas sin una porción de mí.
Desde que sabes ver mi mal tragus.
Desde que: «Mírame despacio que hoy tampoco tengo prisa».
Desde que te vi sentada en aquel aislado banco y con un: «Hola»; ya te empezaba a acariciar...

sábado, 11 de diciembre de 2010

¿Estado de alarma?

Esto que escribo sucintamente, no salió de mi ideario. Lo reveló un profesor licenciado en derecho. Nos vino a decir que, en dicha materia, tres más tres pueden ser ciento once.
El Gobierno ha decretado el estado de alarma con calzador y oscuro ungüento. Con ello se ha asegurado tener a la opinión pública en la palma de la mano. Más que nada porque no hemos sabido ver ni lo que calza, ni lo que unta. Nos han hecho el juego de cartas delante de las narices una vez más.
Bien, según la Constitución española dice en su artículo 116.2 que el estado de alarma se declara en los siguientes casos:
-Ante catástrofes, calamidades o desgracias públicas, tales como terremotos, inundaciones, incendios urbanos y forestales, o accidentes de gran magnitud.
-Paralización de servicios públicos esenciales para la comunidad y concurra alguna de las demás circunstancias o situaciones propias de este estado (es decir, que no sólo tiene que haber ausencia de controladores y paralización de servicios, sino que Nerón resucite y queme Madrid creyendo estar en Roma. Caso exagerado pero apropiado).
-Y situaciones de desabastecimiento de productos de primera necesidad.
Ahora, el estado de excepción se decreta en los sucesivos supuestos:
-Cuando se dé una grave alteración del libre ejercicio de los derechos y libertades de los ciudadanos o del normal funcionamiento de las instituciones democráticos o de los servicios públicos esenciales para la comunidad.
Visto esto, parece de lógica aplicar el estado de excepción. Lo que ocurre que ello conlleva suspensión de derechos fundamentales y eso no ha gustado al Gobierno, tal y como están las cosas. Por lo que han validado criterios de un estado y del otro con una solución demasiado subjetiva.
Aun así quedan demasiados flecos complicados de discernir, como el presunto chantaje de los controladores. Está por ver si fue vulnerado su derecho de huelga (¿Son tan distintos de los conductores de metro o taquilleros? Quizás hayan dado un paso de más) o si ausentarse del oficio alegando indisposición es lícito también por su parte.
Lo que es un claro indicio de maleabilidad son las declaraciones de Peces Barba (uno de los siete guapos) respaldando la medida gubernamental. Ojalá apareciera su firma en un editorial con un par de verdades.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Tontos del culo

Nos estamos volviendo rematadamente estúpidos. Sin culpables ni motivos, la estructura social se está deshaciendo por los pies.
Antiguamente se salía al barrio a jugar sin saber quién había en la calle… si no, te tocaba ir de telefonillo en telefonillo. Esto se rompe con la irrupción de la telefonía móvil.
Las videoconsolas llevan con nosotros desde siempre, pero no “robaban” tanto tiempo como ahora (y eso que antes no se podía guardar los avances del juego). En estos tiempos los mezquinos ya no arrojan demasiados huevos desde las terrazas. Si acaso dan al pause, abren la ventana y lo lanzan sin apuntar ni, tan siquiera, mirar. El verdadero bonus stage era la salsa otrora.
En la infancia es donde más hincapié hay que hacer para guiar el crecimiento (mental) de lo que más tarde serán hombres y mujeres auspiciados por la bonhomía.
Dentro de este caldo de cultivo los juegos de antaño se han modificado completamente. Los chinos han lanzado una gama de peonzas de plástico trasparente y un juego de luces muy a lo Blade Runner, pero carentes del rango que dotaban las muescas mostradas por las “picaduras” de las otras peonzas de hierro y madera.
Vayámonos a los parques. Algún empresario o edil ha pensado que sería mejor suplantar la arena por unas planchas de un material parecido al corcho en su capacidad de amortiguar los impactos. Como idea es positiva, pero se está separando al niño de la tierra. Y como dice Bertrand Russell, el hombre es más feliz cuanto mayor es el contacto que mantiene con lo terrenal. Y sin arena, ni terreno, no hay canicas, ni chapas, ni eso que te convertía en el mayor reo del recreo, el trasqui. Al menos se puede creer aún que en los colegios siguen algunos de los entretenimientos mencionados. Siempre que lo privado no ponga reja y muro a lo público; tal y como ha sucedido con los soportales del vecindario.
Eso en cuanto a la diversión. En temas de salud es conocido que cuanto más bacilos estén en contacto con el sujeto en la infancia mayor será la resistencia a ellos en su desarrollo posterior. Escrito esto no significa que el chico crezca en una pocilga...; hablamos de puntos medios.
Siguiendo con el avance de la tecnología. Las redes sociales están muy bien mientras sirvan para crear actividades sociales fuera de las habitaciones de sus usuarios y no un escaparate fotográfico; hecho, este último, que no está mal, pero se queda corto para lo que nos pueden suministrar esas herramientas.
De éstas les quería hablar. En las exposiciones empresariales lo que no esté en el Powerpoint, no existe, no vale, no vende. ¿Y qué ha pasado con los apuntes en folio o del uso de la memoria?
Lo que nos convierte en primeras potencias mundiales, también nos deja con el plumero al aire. Julian Assange, creador de la página WikiLeaks, demuestra que no es platino todo lo que brilla. Resulta que Estados Unidos es un país un tanto afligido por el panorama de las relaciones internacionales. La herramienta en contra del hombre. Pero para conservar los principios primero hay que poseerlos.

jueves, 18 de noviembre de 2010

Psique

Íbamos tan incrédulos como cuando escuchas de tu vecino la historia de la abducción. Ellos ya habían estado en la sala Houdini de Madrid, pero yo no. Era miércoles de magia, humor y mentalismo… la noche prometía.
La inversión mereció la pena sólo por comprobar algo que ya conocía; la mente es el campo donde más medias tintas hay.
Como catorce ojos ven más que dos, algunos trucos cantaron por bulerías, pero ese ilusionista con mirada de chamán trasnochado, prometía más que unos juegos con sus trucos visibles, más por la desidia de la repetición que por falta de proeza.
Desconocíamos como Pedro Segóbriga adivinaba las cartas de los participantes aleatorios que iban sucediéndose (una de nuestro grupo incluida) y cómo el público podía tener tanta falta de consideración o educación, que para el caso venía a significar lo mismo, en no conceder la merecida atención y silencio.
El plato fuerte de la portentosa actuación fue la regresión en grupo (ocho chicas y seis chicos sobre el escenario). Para ello subió mi amigo y también su novia. Bueno, si colaba con él, era para empezar a creer que la hipnosis es posible. Además, penetrar en la mente de un gallego debe valer doble, por lo menos.
Así que, tras unas explicaciones donde el nigromante (que también iba de negro) les decía que tras ponerse las manos en la frente y atornillarlas en la imaginación no podrían separarlas de ahí, unos se fueron diluyendo en el trance y otros del escenario porque no hacía mella. Luego les fue tumbando sólo cogiéndoles la mano. A ella, la novia, era la segunda vez que la adormilaba (y las que le quedaban) a él, tío fornido donde los haya le derrumbó un viejo y su bastón sólo con la voz… un brujo, ya digo.
La cara del amigo era clara: «Este jodio me acaba de noquear». Mientras la novia dormía plácidamente de pie a la espera de una nueva orden.
Total que al final la pobre se puso en posición fetal y no sé si llegó a chuparse el pulgar como hizo otra que coló tan bien.
La sorpresa se tiñó un poco de preocupación cuando entró en la somnolencia bruscamente por una palmada del hechicero.
Cuando salimos de la función nos asaltaron tantas dudas como cansancio y algunos como yo optamos por guardar treinta minutos de silencio. Barajamos la posibilidad de que el secreto del encantador de serpientes estuviera en su voz.
No hay mayor desafío que bucear entre la materia gris.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Otoño en popurri

Es un chusco en el horno. Migajas del ayer; el caviar en la boca de los del hoy por hoy y mañana también. Tijera de una sola hoja olvidada en el costurero. Beso prematuro que al ser correspondido deja de considerarse tal. Los empresarios que duermen en el coche al perder la doblez del traje por liquidez más la suya propia. Stripper sentado al claroscuro de una vela cenando solo, mientras se deleita con un reloj a estrenar y pasa del televisor y del Rugby Autum Test Matches, porque detesta el contacto físico. Huracán alejándose de las costas indefensas en el Caribe hasta la próxima temporada turística. Un surfero sobre una cornisa húmeda con síndrome postvacacional todavía. Poema preparado y escondido en su bolsillo sin que te vea. Pelusa en el lagrimal. Nómadas del viento que dan la razón a Copérnico dos veces al año con su vuelo en «v». Mazurca para dos vivos y los que se quieran sumar al guirigay. Fracaso en un transatlántico representado por una cáscara de pistacho sobre el charco de un parque; victoria... el traje de noche hecho jirones por las dentelladas y no es Halloween. Un iPhone gratis para cada cartera de nuestro Gobierno y... ríase la gente. Frutos secos asados suministran el último calor a las páginas obituarias que los envuelven. Adjuntos de Enrique Múgica echando una merecida cabezadita a media tarde, para estar más frescos en todos los casos de las cooperativas estafadoras. Planta psicodélica bocabajo. Fila kilométrica de parados donde el primero también es último; de mayoría simple a mayoría «simplificada». Auge consolidado de una nueva franquicia, ahora estática, los Compro Oro (y venda sus recuerdos). Niebla que se cuela por el tomate del calcetín. Otoño es un arcoíris en escala de grises. Panderetas y zambombas, a un euro, calientan motores en los almacenes del centro comercial. Cortilandia esta Navidad también vendrá de más. Zulo en el País Vasco, zulo en la iglesia que hace esquina; entretanto Bruce Willis visita Fabrik para que no le quiten lo bailao.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Plan sin Moraleja

Todos tenemos el derecho a manifestarnos mientras la propia congregación no perjudique a otros ciudadanos y no se haga uso de insignias paramilitares. Hasta aquí precioso, pero voy a hablar de un ejemplo en donde pedían una mano y trincaron hasta el hombro.
Una serie de temerarios entregaron un porcentaje monetario (una señal vaya) a una cooperativa para la adquisición de unos terrenos en la localidad de Moraleja de Enmedio antes de que un solo ladrillo estuviera fijado. Los planos que vieron serían en papel de cebolla, porque no se explica tanto atrevimiento con tan poco expuesto.
Total que han decidido manifestarse en unos terrenos cercanos a una carretera concurrida por la que desfila bastante tráfico para ir a Xanadú: han montado tiendas de campaña (unas sesenta), unas chozas mitad madera mitad plástico sintético Quechua, que ya las quisiera el mismísimo fariseo Bear Grylls, una pila de madera para quemar cuando arrecia el frio y unas innovadoras cruces (aquí se demuestra, una vez más, que tener un carpintero en el equipo nunca sobra) donde se crucifican de vez en cuando para montar el espectáculo con sus respectivas inscripciones de “R.I.P”.
La parafernalia ha dado su premio y una televisión ya les ha hecho una entrada. Lo mismo ha sido Telemadrid (¡Esa gran televisión!) o TVE y su Madrid Directo. El caso es que ahí están, cuales tubérculos en esa parcela de terreno que el Alcalde les ha prestado como cuando se regaña a un niño desobediente; sufriendo y realizando ellos el improperio.
Y si se menciona lo negativo también debe estar lo bueno y esto, no es otro, que el hecho de querer reclamar algo que es suyo. Miren, sino, otros temas actuales como lo fue el botellón o el apellidar a los hijos con los apelativos de la madre si se quiere. Hecho que es grato pero no debería dar para más de un telediario. Toda comparación es infructuosa, pero Francia está alterada por un tema de inmigración. Aquí... pues eso.
Por cierto si con la medida pretendían callar las bocas feministas, éstas con qué poco se conforman y si, por otro lado, el Gobierno quería levantar la cortina de humo… ninguna de las dos posibilidades tiene alguna lógica… lo de siempre: unos pasan hambre, otros de todo y otros pasando por pasar.
Salga el sol por donde quiera, pero vuestro tirón de orejas al regidor se merece su OLE.

lunes, 1 de noviembre de 2010

Improvisación en verso libre

Una estrofa la escribía Nines (Ángeles López) y la siguiente yo con lo primero que se nos venía al tintero...

La luna se ocultaba entre las nubes negras
los parques quedaron oscuros y solitarios.
Esa pareja compartía su amor entre abrazos,
morían por probarse las amebas.
Al lado un hombre cubierto de harapos sucios
roncaba los sueños, esos deseos mustios:
la vida cruel, le había deshecho el alma;
más libre que él, sólo el pájaro volaba
en los cielos hermosos, entre estrellas brillantes
donde no hay palabra y se ahogaban las consonantes.
Mientras este mañana arrogante parecía
los amantes no veían... sienten; la luna se escondía.

jueves, 14 de octubre de 2010

El taxi del taxista (Corregido)

Todavía no había amanecido pero una gruesa capa de hielo cubría ya, como un manto áspero y gélido, los cristales de su taxi. Anoche, una vez más, tuvo que dejarlo estacionado en la calle porque las pilas del mando, que abrían el garaje, llevaban gastadas tres días, y nunca se acordaba de cambiarlas. Era Irene la que se lo recordaba cada cierto tiempo. Qué básicos eran algunos hombres. Así que, aquella mañana, también le tocaba rascar. Por si fuera poco algún gracioso había obstruido el panel de la llave, que abría la puerta principal de los aparcamientos en casos como estos. Hoy Ana se preocupaba de que no olvidara otras cosas. Como que estaban bajo el fulgor del instante. Cuando llegara el momento inevitable… los dos irían en distintos sentidos. Sin más puentes entre almohadones ni estrechamientos de cinturas.
Cuando le pareció que ya tendría suficiente visibilidad se montó en su Seat Toledo. La tapicería en cuero también padecía de frío y, a veces, su primer contacto glacial con su espalda, desprotegida por la camisa, le hacía desperezarse en unas milésimas.
Luego encendía la radio y presionaba el sintonizador al tuntún a ver qué salía… total era casi el mismo mensaje, pero en distintas cadenas. Así, por azar, la mayoría de la ocasiones el dial se detenía en la COPE; casi por arte de magia.
De ese modo dejó el barco Tomás y Valiente anclado un día más en Fuenlabrada.
Una vez en Madrid comenzaba de nuevo su carrera contra el tiempo: cuantos más clientes más dinero; mayor bienestar para su familia. El sentido principal de su existencia y también… el último.
Los primeros que se subieron al taxi en aquel jueves de octubre fueron una pareja de jóvenes. Él era alto y moreno; ella de estatura media y rubia. Tras decirle la calle a la que se tenía que dirigir Serafín, el chico sacó una cámara profesional de su macuto.
—No fuerces. Sé tú —dijo él. Que a los ojos del conductor parecía un fotógrafo de la moda—. Imagina que en este taxi no hay nadie más que tú.
—Es que me deslumbra el sol.
—Perfecto para tu melena. Sube un poco más la barbilla. Bien así.
El fotógrafo pretendía realizar esas instantáneas en blanco y negro donde el fondo quedaba distorsionado y sólo se veía nítida la belleza de la modelo rubia en este caso.
De repente el joven bajó la lente y se quedó absorto observándola. Deslumbrado por un destello que emanaba de su pintalabios. No se lo piensa y la besa.
—¿Qué haces? —le replicó ella sorprendida.
—Me he dejado llevar, lo siento.
Serafín, a través del retrovisor, su ojo oblongo, los observaba mientras pensaba «Cómo empiecen a magrearse los bajo aquí mismo».
La belleza rubia tampoco pudo evitar el impulso y se lanzó sobre su retratista.
De pronto el taxi frenó en seco en mitad de la calle Serrano. Su conductor se apeó y les abrió educadamente la puerta. Los clientes salieron algo avergonzados. Él era tan alto como Serafín, pero éste estaba más corpulento; hecho que le disuadió de cualquier discusión.
—¿Tengo cara de recepcionista? —les preguntó con gesto serio, como el que se sabe vencedor en una apuesta elevada.
­—No —contestó el joven. Ella ahora permanecía muda.
—Pues pagadme lo que me debéis y marcharos pronto a un hotel.
Había que tener la sangre siempre caliente en este trabajo. Nunca se sabía lo que podía suceder, ni los peligros que estaban por venir.
Conocía a algunos compañeros de profesión que habían sido primero acuchillados y luego hurtados; por ese orden. Por lo tanto ser conductor tampoco era fácil. ¿Es que algo lo era en este mundo?
Su reloj digital insertado en el salpicadero marcaba ya las once. Tras la pareja abusiva había recogido a otro par de clientes y la ausencia del café rutinario ya le estaba rugiendo en el estómago.
Sacó su termo cilíndrico y el vaso para servirse dos cafés con leche, con poca azúcar, que pasaron rápido por el coleto sin saborearlos.
Ya se encontraba mejor. La carretera parecía más cuesta abajo. El frío exterior seguía igual de severo.
A los pocos minutos un hombre le dio el alto en un semáforo y Serafín detuvo el vehículo en ese mismo paso de peatones. Con el cuidado, siempre, de que un coche próximo no estuviera muy pegado a la parte trasera del Toledo y no le metiera un buen viaje y aun así…
El nuevo cliente estaba despeinado y mal vestido. Parecía haber salido de casa a toda prisa con el cepillo de los dientes olvidado dentro de la boca.
—Se me han pegado las sábanas macho. Llévame lo más rápido a Tirso de Molina.
La gente no paraba de cruzarse en cada paso. Ahora que era invierno iban demasiado parsimoniosos. En otras estaciones los madrileños van más dinámicos y con prisa; como si tuvieran ansiedad por tomarse la copa antes de entrar al bar o ver la película antes que empezara en el cine o sacar algo de dinero sin tener que llegar al cajero o a la propia sucursal.
De ahí la rareza del espécimen que ahora se había sentado en medio del asiento trasero. Menos mal que conducía con los espejos laterales. El retrovisor interior era su televisión particular. Unos segmentos de realidades variopintas.
—La primera función y ya llego tarde —dijo lo que parecía un actor.
Serafín estaba pendiente de la conducción pero el pasajero se estaba recogiendo el pelo en un moño para taparlo todo con una peluca bastante realista, por cierto. En el siguiente cruce comenzó a empolvarse la cara con pintura blanca. El cliente era tan mañoso en ello que no necesitaba ni mirarse al espejo. Su respiración, en cambio, cada vez era más rápida y nerviosa; según se aproximaba al punto de destino.
—Es una obra dedicada a los mejores momentos de la carrera de Ingmar Bergman. El texto me ha dado quebraderos de cabeza en su memorización.
El conductor contestó con otro de sus silencios prolongados, hasta que lo rompió con un—: pensé que eras un mimo.
—Que va. Pertenezco a un grupo de teatro. Siempre sin ánimo de lucro hasta que un productor vino a una representación y contrató a tres de doce miembros que éramos.
Mientras el profesional charlaba con el taxista escuchaba con los ojos cerrados para repasar las frases aprendidas.
—Y con los otros nueve restantes ¿qué habéis hecho?
—Oh, pues otra asociación. Lo que sea por el buen ambiente y las ganas de disfrutar de lo que nos gusta.
En una curva el vehículo giró bruscamente a la derecha y el maquillado intérprete se golpeó levemente con el cristal de la ventanilla contraria.
«Eso le pasa por ir en medio sin cinturón», pensó Serafín.
—¿Está bien? Si no giro me llevo a ese tío por delante. Conducen sin mirar; no me digas…
—Estoy bien —y, mientras decía esto, el cliente se quedó distraído mirando la silueta de pintura que había dejado impresa en la ventanilla previendo el chichón que le saldría. No hizo ni ademán de limpiarla.
Su respiración seguía alterada por el estado de nervios. Antes de los estrenos siempre se imaginaba una oscuridad densa por la que sólo sobresalían decenas de blancas manos que aplaudían. Sin caras. Sin cuerpos. Sólo la blancura de las extremidades dibujando una palmada estática y sonora.
Cuando llegó al teatro pagó ocho con cincuenta.
—Muchas gracias. Llego, incluso, con tres minutos de antelación.
—No hay de qué. Relájese, que le va a dar algo.
—Tranquilo. La vida es una interpretación de la vida —dijo marcando el punto de su frase mientras cerró la puerta del taxi.
«Estos artistas andan tocados del ala», pensó mientras no le daba la mayor importancia a lo referido.
Poco a poco la tarde se mezclaba con el mediodía cambiando las sombras verticales por las oblicuas, los aromas gastronómicos por, de nuevo, el de la contaminación de la urbe.
Una mujer se subió al taxi. Era una «señora bien»; lo indicaban las gafas de sol oscuras adheridas a la piel, su tocado con remilgos, su posición corporal siempre contenida y delicada.
Tantas horas sentado era un pequeño castigo a su espalda. Por eso, ahora, Arturo Soria le quedaban tan lejos.
Al menos la mujer era de las calladas. Se encontraba tan agotado que eso le vino bien.
El sol brillaba sobre los pendientes de oro de ella como lo había hecho antes sobre los labios de la modelo. Aunque no era la misma luz. Esta mostraba los tonos naranjas del atardecer del día y de su vida.
Serafín encendió la radio presionando el sintonizador para probar suerte: Radio Olé.
«¡Perfecto una rumba!».
A la pasajera, no pareció hacerle tanta gracia y comenzó a moverse impaciente en el asiento.
Al llegar al número impar indicado en Arturo Soria, ella le dio lo que debía. Su tacto estaba helado, pero las monedas estaban ardiendo. Sin embargo él era honrado y el dinero nunca le había quemado en las manos.
La vio alejarse, perderse a lo lejos entre la ausencia de ajetreo del gran distrito. ¿Sabía realmente a dónde se dirigía?
Decidió salir para estirar el cuerpo entumecido y fumarse un cigarro.
Los pisos que estaban en derredor reflejaban una vida que él nunca conseguiría porque conocía lo complicado que era hacerse rico sólo con trabajo.
Qué importancia tenía. Su hogar era mejor. Con la simiente que se había preocupado de proteger, lo justo, para disfrutarla en su vejez. Esmeralda. Un nombre precioso que no enturbiarían los tatuajes, los piercings, ni los chicos de paso.
Y tras pensar esto una ráfaga de viento se levantó estremeciendo su cuerpo. El invierno había entrado con fuerza. En seguida volvió a introducirse en su medio de trabajo para reanudar la marcha.
Pronto vendría la noche.
Alcohólicos. Drogadictos. Desesperados; en medio de una de las ciudades más importantes del planeta. Llegaba el momento del do de pecho. El sprint final para que al día siguiente el cuentakilómetros vuelva a ponerse a cero, casi a cero.

sábado, 9 de octubre de 2010

Solteros y solteras

Guy de Maupassant llevaba la lección aprendida y así lo transmitía: Los solteros son los mendigos del cariño. Van de casa en casa cobijándose al calor de la calefacción en invierno y a la brisa fresca en verano. Amenizan las reuniones con su retahíla de chistes, historias y nuevas buenas. Nunca excediéndose en los tratos para evitar caer en aborrecimiento y no perdiendo de vista la puerta por la que entraron; no vaya a ser que…
El silencioso siempre tendrá algo con lo que romper la rutina; mientras que el dicharachero aburrirá desde los primeros minutos.
Comedidos, educados, respetables… Saben conceder los mejores apretones de manos y las sonrisas más cálidas. De estar en medio de un conflicto armado serían los mejores compañeros de trinchera… por lo que ofrecen y por lo que ya no tienen qué perder.
La mayoría, si no se han dejado arrastrar por la desidia, el demérito o porque alguna situación les ha colocado de cara a la pared, suelen ser competitivos y siempre se muestran seguros de sí mismos. Ellas son las amantes prohibidas del compañero felizmente casado o, cuando menos, su escondida fantasía. Los cuellos suaves donde el perfume femenino encuentra la esencia en sí misma.
Sus herramientas son más sencillas de lo que la publicidad se empeña en definir. El café es uno de los mayores premios y placeres de estos ligeros transeúntes. El roce reconfortante del vaso o la taza repleta de esta semilla sola o con leche, sobre la palma, les reporta las energías necesarias para poner punto y final a su alto en el camino y seguir la marcha hasta otro portal con pinta sombría, por mucha luz que tenga, u otro timbre donde se les recibirá con los brazos abiertos tras apretar un solo botón.
Otro tesoro es el cigarro o pitillo. A veces, uno entre tantos, sienta tan bien como el humo más vistoso de la victoria. Sabe distinto. Como la primera calada pero sin el mareo posterior. El premio a una buena noche… sin más complicaciones. El punto y aparte entre los albas y su amanecer.
Solteros y solteras son gente con don de palabra, pero estrechamente vinculados a un modo de vida basado en hechos… como cualquier pareja común. Sólo que ellos (algunos) ya vienen de vuelta.
Unos adulan en exceso mientras las otras pecan de individualistas. Hormas en búsqueda de un zapato o, simplemente, improvisan porque el mapa del itinerario hace ya tiempo que dejó de mostrar escalas.

jueves, 7 de octubre de 2010

Va fan culo

Ayer fue un día atípico. Uno de esos que me acontecen cada diez o doce años.
Una compañera expresó públicamente sus ganas por darme un cachetazo al verme con mallas (mujercilla, si no tengo culo). Eso fue por la mañana; por la tarde unas pokeras zafias me gritaban por la calle que les enseñara el trasero, que con la camiseta no veían (bakalutis, si no tengo). Ambas situaciones, antes, me hubieran enaltecido, pero estaba tan concentrado en la entrevista de trabajo que iba a soportar, que casi no les di la menor importancia. Tampoco la tenían, sobre todo las segundas.
Cuando llegué a mi destino, tras un tren y dos metros (a mí que el coche me parece un don divino para los desplazamientos), las ganas de expresar mis necesidades laborales se habían esfumado. Pero como era la empresa que era… merecía la pena otro pequeño esfuerzo de apariencias, de humo sin fuego.
Dentro, en la sala de espera, había otras ochenta personas dispuestas a competir contra mí, aunque en realidad era a la inversa. Como había, a lo largo de la jornada, tres turnos significaba que en total se entrevistaban a doscientas cuarenta personas diariamente. Na´, un peo vamos.
En el interior de las instalaciones un hombre, casi tan afable como La tribu de los Brady al completo, nos resumía cómo eran los puestos de trabajo. Luego nos entregó una prueba psicotécnica que realizamos en diez minutos.
A su conclusión nos dijo que no hiciéramos cola para entregar el “examen” y otro curriculum que habiamos rellenado (con desgana). Hicimos caso omiso. Mientras todo el mundo esperaba yo sigo retocando un resultado matemático. Espié a los demás y nadie hizo trampas…; eso no era excusa para la amoralidad momentánea. Dejé tres sin contestar y una sabía que estaba mal. También me consta que aunque se saque un diez en la prueba de reclutamiento no significaba el éxito: posibilidad de un trabajo.
Al llegar el momento otro hombre trajeado y bien peinado me llamaba como había hecho con los demás para interrogarte unos segundos. Curiosamente me percaté que cuando los demandantes se despedían para irse, este hombre les miraba el trasero… daba igual el sexo (conmigo lo llevaba claro). Ayer, claramente, fue un día para ir de culo.

miércoles, 29 de septiembre de 2010

Al habla...

Todos somos periodistas. Nos hemos licenciado, sin saberlo, en Mirar por encima del hombro. Nos creemos capaces de juzgar al prójimo por ser diferente, o lo que es peor…, por ser semejante. Vemos la paja en la mano ajena, pero no la nuestra. Apreciamos las faltas ortográficas del vecino, pero nosotros somos perfectos y cuando nos cansamos de criticar al de al lado, nos quejamos por estar vivos: “qué frío hace”, “qué calor”, “qué madrugones”, “qué Gobierno”, “qué mal juega el Madrid”, “qué lejos está la taza del inodoro de tú cama…”.
Damos la vuelta a la tortilla con tal de dar con una comparación forzada hasta la extenuación. Algo que refuerce la asepsia. Ser el primus inter pares de la “disparidad”.
Si hay una huelga general nos tiramos a su cuello mientras olvidamos los derechos fundamentales; si no la hubiera se pediría a gritos y a cacerolazos. Los piquetes (los jueces del pueblo autonombrados) tal vez sepan.
Existen innumerables críticos en todos los campos: los que meten su sucia nariz en la copa de vino o cerveza, los que mastican y conceden rango a los restaurantes con una dentadura plagada de caries y así hasta el ocho en horizontal. La inmensa totalidad de ellos, siguiendo una idea de Chuck Palahniuk, no conseguirían desarrollar un producto ni la mitad de bueno del que critican. Porque cuando algo no se puede conseguir, empezamos a juzgarlo.
Bien es cierto que los críticos pasan por un periodo de unos cinco años estudiando mucho de nada y, al menos, eso les sirve para distanciarse algo de los demás comentarista al uso. Ojo, aun así, tampoco hay ninguna diferencia. Es la mandíbula de una anaconda enganchada a su propio culo.
Todos somos la princesa y el príncipe del pueblo. Todos hacemos más ruido sin atender lo que reporta un silencio. Todos en busca de nuestro escaño.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Lo decía Avril Lavigne

Se oye demasiado la expresión: “complicado”. En la Guardia Civil lo han complicado todo un poquito más. Ya no es jugársela a Apto/No Apto; ahora hay que sacar una nota concreta. Algo que te vuelva a situar en el mundo de los números y no de las palabras (o de dígitos camuflados entre nombres propios). Han añadido una prueba física: salto con espalda. Un recurso que se han sacado de la guantera y que estaba en desuso hace bastantes años. También han elevado la nota de corte de noventa puntos (para que se hagan una idea; a los licenciados o militares con diez años de profesión les dan ocho y diez de baremo respectivamente) a ciento veinte, casi.
En las autoescuelas el sol tampoco resplandece. Si uno pretende sacarse el permiso de circulación de moto, observarán que tarde o temprano la oficinista empleará la palabra complicado. Ya no sirve ir con tu ropa y calzado a examen. Se debe llevar una indumentaria completa de motorista, que más vale les hayan regalado en algún cumpleaños o Navidad por si algún día…
Además han añadido una prueba de aceleración y deceleración.
No sé si no han caído en que la sociedad se rige bajo la teoría de la oferta y la demanda; con lo cual si hay poco trabajo la facilidad para desarrollar cursos y ayudas debería de favorecer al demandante… pero no es así. Una pena que haya caído en pozo sin fondo un concepto tan básico y vital. El dinero negro en España se producirá en espuertas.
El carné de carretillero debe haberse convertido en una prueba de fe y llegar al sexto curso de la Escuela Oficial de Idiomas en una lenta agonía. Porque otro pilar que han dinamitado, sin preguntar cuándo había que pulsar el detonador, es la enseñanza con un Plan de Bolonia, que lo único que puede lograr, en estas tesituras, es igualar a España con Europa pero a la baja.
Lo preocupante es la corriente ciudadana que piensa que un cambio de Gobierno puede borrar complicar del diccionario. Las medidas que deberían tomar no serán rápidas ni, desde luego, mágicas. Todo conlleva un coste… Ya se aprecia con la edad de la jubilación. Tampoco hay distinción entre los dos posibles mandos políticos, aunque, por otro lado, es lógico que haya gente que se agarre a un clavo al rojo vivo… pero que no se engañen con Rajoy… ni con Zapatero.
No deja de ser impactante la política de “estrangulamiento” que se han empeñado en seguir la mayoría de las empresas e instituciones públicas, echando el cerrojazo.
La presión del agua nunca cesa. ¿Cuándo se abrirá el grifo?

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Líneas curvas

Quisiste alzarte encima de los Jesuses;
Tal y como tomabas tus rotondas.
Galán Belcebú que cae de bruces.
Señorón Smith ayudaste a Pocohuntas.

Aguirre te quitará la pajarita.
Héroe en coma, traidor por puntazos;
que si arma, que si besas Coronita.
Con carné aún… oro de ley, pena a plazos.

Los Neira bombeáis tinta en las venas;
sumideros de vuestra densa mostaza;
miel por el culo, festín de verbenas.
Tan cutre, tan… teleprompter en Bonanza.

Sufrieron despotismo tus enfermeros.
Honoris causa en veni, vidi, vincit.
Hurtarías a los chinos crecepelo.
Al anonimato se vuelve en bici.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Editorial de una asociación (salvo retoques)

Otra vez el otoño y su primo invierno. Retorno a la manta y al chaquetón. Del humo azul de los puestos de castañas a la escarcha albina, en na de tiempo, habrá más que un tres cuartos.
Suenan las sirenas colegiales y de institutos. Los paños han limpiado ya todos los pupitres y sillas. Comienza el nuevo año académico.
Al principio fue Rafael Chirbes quien nos apadrinó, pero siguiendo el dicho popular madre sólo hay una y padres…; hemos preferido que sea, de aquí en adelante, la joven escritora Yolanda Iscar la que nos secunde con más éxito y productividad.
Siendo ya francos. Esperamos que el nuevo nombre haga un poco de “faro” en esta oscuridad literaria por la que cruza cualquier sociedad civil, con ánimo de divertir, agradar y aprender, en cualquier panorama municipal.
Si esto fuera la carta a los Reyes Magos (a la vuelta de la esquina), pediría casi lo mismo que todos los comienzos de temporada: gente nueva y despierta que añada más direcciones culturales a La buena letra, seguir contando con la minuciosa, pero vital, ayuda económica que nos concede el Ayuntamiento de Fuenlabrada, dar varios recitales con nuestras letras, o del puño que salgan, con sus respectivas revistas y que los miembros de la asociación, otro nuevo curso, se nos deje como estamos. Que aunque parezca que no, pero en tiempos agitados disponer de buena salud, cuando menos, ya es el 50% de algo; los cimientos sobre los que luego se edificaría todo lo demás.
Suerte para los de siempre y para los que están por llegar.

martes, 31 de agosto de 2010

Mr. Sheen

Charlie Sheen, perdón, Charl Sheen, que hace unos años prefirió cambiar el nombre, pero los medios escritos y televisivos parecen no habérselo tomado muy en serio o que, sin más, han hecho caso omiso, está de enhorabuena.
Es de las estrellas que salen en una serie con uno de los cachés más elevados hasta la fecha. Estoy hablando en cuestión del protagonista de Dos hombres y medio; a la que si se le suprime su humor y la mayoría de los personajes… no está tan mal.
Les hablo de este hombre porque me parece un gili… consumado. Uno de esos personajes públicos que, si no lo ha declarado ya, acaba regalando exclusivas en la línea de: “A lo largo de mi vida me he acostado con mil mujeres”. Sí. A la par de Bertín Osborne y George Clooney.
Para comprobar la poca densidad de la materia gris sólo hay que ver cómo de esas supuestas mil amantes, una o ninguna afirman que se han acostado con él o que, tampoco, dicen con cuantos se han acostado (aquí se ve quién es el sexo que maneja el cotarro). Ya se sabe que si él se ha acostado con mil, en realidad habrán sido veinte y si ellas sostienen que han sido mil, seguramente sean tres mil; hecho que suena tan disparatado como el primero.
El actor americano es uno de esos especímenes que deben de tener al segundo mejor representante de la industria cinematográfica (el primero trabaja para Robert Downey Junior) porque antes que profesional tras las cámaras posee más cualidades para proclamarse criminal tras unos barrotes. Charlie se ha esnifado todo lo que estaba en polvo y era blanco, daba igual lo que fuera y ha bebido más alcohol de lo que puede soportar un hígado humano. Todo ello mientras se “esforzaba” en mantener a flote su carrera de actor (cuando lo mejor que hizo fue Velocidad Terminal y porque había una belleza rusa de nombre Natasha Kiki, perdón, Kinski robándole todos los planos). Además ha tenido más de una refriega policial y alguna acusación por malos tratos (si por mal trato se puede entender el disparar en un brazo a tu novia).
A parte de esto, queda como el típico caso de nepotismo innecesario. El hijo, no sólo ha manchado el buen apellido del padre, Martin, una figura respetada en el negocio, sino que no se lleva bien con el resto de la familia. Su hermano Emilio Estévez (alguien que ha preferido llevar el apellido materno) se ha labrado una carrea artística en las antípodas que el prójimo, con bastante peor fortuna pero con más entereza.
Si no creen lo que digo compruébenlo ustedes mismos. Introduzcan Charlie en Google y verán que Sheen es el primer apellido por encima de Charlie y la fábrica de chocolate o Charlie Brown y Chaplin. La piscina de su agente en vez de agua se llena con Mangaroca.

viernes, 20 de agosto de 2010

Adrián

Era un desconocido hasta este texto. Qué puedo decir de un embrión que le tacharon de mudo en la guardería y ahora derrocha desparpajo. Que quiso introducir las fichas-moldes redondas en las cuadradas y las de forma de estrella con las de luna… por sus santos colgantes.
Con veintidós años está “estable” en una empresa donde coloca y repara lunas en coches, autobuses y tractores. Lo mismo da aquí, que en Ciudad Real. Ahora la entidad ha sido absorbida por la competencia. Da la sensación de que pasará del Getafe al Real Madrid, en lo bueno y malo, como el matrimonio.
Cuando se compró el coche, eligió un color azul infrecuente, y ahora, por las carreteras se repite la tendencia, en otros valientes, que hicieron oídos tapiados a los consejos.
Este fin de semana iba a ser nuestro y de tres chicas más. Adrían, nombre que elegí por el de Miguel, las tres conocidas y yo, nos disponíamos a ir a una casa en Badajoz (Badaó) donde la mayor atracción era la ausencia de luz.
Ya me hacía relatando historias de terror y risas con risas, pero la abuela de una de ellas ha fallecido y hemos tenido que abandonar la idea. Además, la rueda del coche azul mariquita ha amanecido en el suelo y ha ido a cambiar, de paso, las dos delanteras. Con lo cual hoy no era el día para ir a ningún sitio.
Mi hermano, no quiero más, físicamente se asemeja a mi madre, aunque el color de ojos puede ser más paterno. El carácter también. Aunque lo bueno de los hijos es que son mitades de aquí y allá.
Tan distintos y tan iguales. Él tiene una cicatriz de un golpe con una piedra que le asestó una vecina sin pretenderlo. Estábamos haciendo un agujero con el pedrusco y mi hermano quiso asomarse y… catapúm. La mía es en la cara, cerca de los labios y me la hizo una compañera de clase, porque nos pegamos en el colegio. Digamos… que estamos marcados por ellas. Heridas de juegos sin ganador.

En el fondo es mi mejor amigo, porque siempre cuenta conmigo y a fuerza de genes siempre ha estado ahí, a dos metros y poco de mi habitación.
Creo que algunas amigas (de esas, todas hijas únicas; dato significativo. Sólo una ha pasado de discrepar) han envidiado nuestra convivencia y la han intentado contrariar, consiguiendo “agua” en vez de “tocado”, pero en las flotas de vínculo ni puede, ni debe entrometerse nadie y cuando esto se produce es porque el familiar perjudicado está más perdido que dolido. Amo los hogares que son fratrías.

Ejemplo a seguir

Hay un activista elegante en la sombra. Sí hace tiempo hablaba de las consecuencias infructuosas desencadenantes de la fama, este actor está en la otra vertiente. Kevin Costner, el mismo que tras el estreno de Bailando con lobos, hace dos décadas, generara que un gran porcentaje de padres inscribieran en el Registro Civil a sus recién nacidos con su nombre, se tuvo que presentar en el Congreso de Estados Unidos para exponer su maquinaria V20; unas depuradoras de petróleo capaces de separar dicho fluido del mar en unos 795.000 litros diarios con 99% de eficacia, que British Petroleum empleara en la limpieza.
Ésto viene a raíz de los vertidos de la plataforma Deepwater Horizon en lo que ya es considerado como uno de los peores desastres de la historia americana.
Hasta la fecha nada ha dado resultado, así que se ha recurrido al avance pionero del intérprete norteamericano para trabajar en profundidades de 1,6 kilómetros, antes de que sea demasiado tarde (si no lo es ya).
Costner, que lleva invirtiendo en el desarrollo de innovaciones en la empresa Ocean Therapy Solutions veinte millones de dólares a lo largo de diecisiete años, comenzó en el campo de la tecnología cuando un huracán destruyó todo el atolón diseñado para filmar Waterworld. Por ello fue un largometraje fallido, pero cuando la mayoría contempló el resbalón del americano, él vivió una especie de renacer ecológico, que puede dar con la clave del desbarajuste marítimo, gracias a que alguien aprendió de los errores.
Y allí, en el Congreso, estaba él con su traje oscuro impoluto declarando que no hacía esto por fama o dinero, sino porque el ecosistema marítimo estaba en serio peligro y alguien debía intervenir.
Si las demás estrellas se implicaran, la mitad que el protagonista de El mensajero del futuro en cualquier tema trascendental mundial, intervendrían el doble que un político. Sería la mejor baza de la fama. Lo demás vale de poco. Ser imagen de Gillette o Nescafé no reporta beneficios sociales ni civiles.

jueves, 19 de agosto de 2010

Sin balanza

El destino me colocó el otro día en la órbita, una vez más, de mi vecina. Frases como: “¡vaya dos añitos que me has dado!”, “¡Quieres el móvil; pues toma!” o de la madre de ésta, que también aprovechó la discusión para entrometerse con: “¡Mándale con su madre, es un cobarde!” (¿qué tendrán las pobres para utilizarlas como arma arrojadiza?) echaron al fango otra gran frase de Aristóteles “A una mujer le sirve de joya el silencio” (ingenuos los y las que sólo vean la superficie machista ficticia de este enorme filósofo).
Comenzaba hablando del destino, porque es la segunda vez que estoy presente en una de sus rupturas.
En la anterior fui a tirar la basura y la vi rompiendo por móvil con alguien. Ella lloraba como un bollito borracho. Preferí no intervenir entonces, como ahora. Además, ¿acaso era mejor que el bandido cruel que le había hecho eso? Lamentablemente formo parte del equipo de zánganos sexuales, que sólo pretendemos eso, mientras ellas se quedan vertiendo lágrimas de plata, oro blanco, y en el mejor de los casos, platino.
Lejos de más críticas, la situación no fue agradable: El chaval “oculto” en su vehículo, la chica sollozaba mientras se ahogaba entre palabras de espino que le estrujaban la garganta y, seguramente, el corazón. La madre desde su casa le gritaba acusaciones, que, nada más llegar al tímpano del destinatario, le empujaron a largarse con un acelerón. La tranquilidad de aquí transcurre así; o faltan cerillas o sobran incendios…, muy a lo Far West con balas que ya fluyen sangrientas desde la recámara… Nada más lejos que los temas de amor, sin más.
Hubo otra vez, que vino la esposa de un jardinero y comenzó a pregonarle una supuesta infidelidad. Ella tan gustosa de hacer un speaker corner a la madrileña, él con el rastrillo en la mano conteniéndose en darle otra nueva utilidad si de un manofloja se tratase. Aun así le fue ganando terreno hasta que el torrencial amainó y la quietud volvió a envolverlo todo con su capa de mutismo.
Retomando la desavenencia inicial me surgen varias dudas: ¿Por qué le acusaba de esos dos años, cuando no hay nada que ate? ¿o sí?
Las mujeres, que, por naturaleza, pueden alcanzar niveles más altos de cariño por el instinto maternal se ven reducidas a la merma de autonomía frente a la extensa del hombre (no refiero, en absoluto, el plano sexual). Eso ni las convierte en peores, ni a los varones en mejores. Sencillamente, una ruptura podría ser el momento álgido donde habría que auscultar el interior y contentarse con esas dos valiosas virtudes en ambos sexos y que, jamás, llegarán a equilibrarse. Con ésto y con la obtención de un punto intermedio de acusaciones y defensas sujetas al respeto mutuo, caer en el alboroto del gallinero estará siempre de más.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Inusual

Promesas en esdrújula.
Labios cómplices susurran a la ingle,
las agujas plomizas de su brújula.
Le colma tanta tingle.

Olvida el vidrio que no cristaliza
aquellas lágrimas son un montaje,
Meselmani es postiza,
pasado, vil brebaje.

Mañana, diapasón sin batería.
Satisfecha por días,
entre bretes porque sí o por también.

Lujuria en incipiente plenilunio,
extraña edredones al venir junio.
Dueña insólita del bien.

martes, 17 de agosto de 2010

¡Nooo Papá!

Porque no estaba yo ese día que sino…
Mis padres fueron a un centro comercial a pedir presupuesto cuando quisieron hacer una pequeña reforma en casa.
El famoso iba acompañado camuflado bajo unas lentes reveladoras; mi padre le reconoció y como son, más o menos, de la misma quinta y sé que, en cierto modo, simpatiza con él por la “música” (por llamarlo así) o porque el insigne era de los que no se mordían la lengua; pues fue a saludarle.
De haber estado ahí le hubiera persuadido para no hacerlo. Habría arrojado un cilindro de moqueta entre él y Ramoncín. Podría haber fingido una tos incontrolada con babas espumosas para ahuyentar al antiguo cantante. Rodaría por el suelo al estilo croqueta hasta impactar contra el autor de El rey del pollo frito, Chuli y Hormigón, Mujeres y Alcohol, entre otras canciones del rock nacional.
Supongo que estrechar la mano de alguien que ha colaborado con Brian May (y no al revés) siempre merece la ocasión.
A continuación voy a reproducir el diálogo mantenido entre mi progenitor y José Ramón Julio Martínez Márquez (juraría que llevar tres nombres es ilegal, pero lo mismo se puede alegar que el primero ya es compuesto) más o menos como se contó:
Papá: ¡Qué pasa Ramón!
Ramoncín: Nada, aquí, comprando algo.
Papá: Ya no hay nada que merezca la pena en la tele, ¿Por eso te fuiste?
Ramoncín: Sí, la verdad es que ya sólo hay malos productos. Me retiré.
Papá: Bueno, encantado.
Ramoncín: Igualmente. Hasta luego.
Y ahí queda, para la posteridad. Lo que pasa es que en vez de en la televisión prefirió sacar tajada con la SGAE. Pero es un tema tan mareado, que no tengo nada que decir.
Al menos le echó valor y fue natural. Cuando coincidí con Carlos Boyero y me miró tuve la sensación de que me reconocía y fuera a contestar muy borde. Tampoco hubiera sido tan comedido como mi padre. Le habría sacado varios temas cinéfilos más la estúpida pregunta de: “Hombre Carlos, cómo tú por aquí”. Y eso ya era estar visto para sentencia.
La fama parece generar un abismo entre el pueblo y la celebridad, pero, en la práctica, no es así, ni mucho menos. Eso es, en verdad, lo malo de la popularidad, que te sitúa en un pedestal ficticio, porque lo de los autógrafos debe ser un incordio, pero el compartir sociedad con la plebe… será rebajarse demasiado, quizás.

lunes, 16 de agosto de 2010

Accidente

Los experimentos donde se mezclaban sustancias siempre eran peligrosos. Aun con las máximas precauciones posibles, se podía correr el riesgo que sufrió Clara.
No se imaginaba que ese viernes nuboso iba a ser el comienzo de algo. Hasta la fecha había sido una persona perseverante en la lucha por sus ilusiones, contenta y carismática, exigente y obsesiva. Ese día estaban probando un nuevo fármaco desarrollado a raíz de unos microbios. Se encontraba bien y atenta en lo que estaba haciendo. Si acaso estaba pensando en la cena que iba a preparar cuando saliera del laboratorio. Al estornudar tuvo el cuidado de apartar la jeringuilla, pero al incorporarse se clavó la aguja en la palma de la mano. La notó penetrar, haciendo inútiles el manejo de guantes. El émbolo no se movió pero Clara estaba segura de notar cómo los glóbulos rojos se le espesaban.
Pidió el día libre, excusándose de que se encontraba mal. No dijo a nadie los verdaderos motivos para que no la despidieran. Al llegar a casa se dio cuenta de que estaba empapada en sudor.
Cogió cita para que el médico le mandara pruebas.
No podía sacarse las dudas sobre el germen que había ahora en su cuerpo, probablemente, contaminando no sólo a ella, eso era casi lo de menos, sino al hijo que llevaba en su interior desde hacía cuatro meses.
Se lo contó a su marido, que restó importancia al asunto, igual que obraron sus amistades. La doctora le dijo que estaba bien, una vez hechos las correspondientes comprobaciones de su sangre. Sobre todo le hizo hincapié en que el feto estaba normal y estable, pero ella ya estaba inmersa en una depresión que le obligó a pedir la baja por maternidad antes de tiempo.
Prefería haberse puesto la piel con las terminaciones nerviosas y la grada del revés, antes que soportar ese estado anímico con una personita dentro, ya que, también, se desconocía el efecto inductor de una madre sobre la sensibilidad de un hijo.
Al dar a luz comprobó, que, aparentemente, Jacinto estaba sano, aunque seguía con la descofianza; sospechas amarradas a su médula espinal. Desde entonces arrastró una depresión, que no detectaba ningún análisis. Aquél fármaco tuvo buena acogida aunque la verdadera toxina fuera la autosugestión y el mal hipocondriaco. A pesar de ello, seguía notándose un tanto extraña.
Pero ante los inconvenientes es cuando surge la adaptación más pura y primitiva. Se había convertido en una actriz consumada en el laboratorio cuando operaba con las indagaciones científicas y médicas, ya que las veía como una turbación. Nadie notaba su merma en el ánimo, a pesar de las gotas de aguasal que perlaban su frente la delataban.
No le quedaba otra. La depresión para una empresa puede ser un buen impedimento.

sábado, 14 de agosto de 2010

Lento fluir

Existe un lugar radiante y oculto durante el sueño, pero sin caer en él. No está la consciencia de estar despierto con la grava que arrastra la mente, ni la dulzura de una recreación ficticia. Te encuentras ahí, amarrado a un estuario de la nada. No es el limbo ni el parnaso, sino la ausencia de esencia. Lo contraproducente de no existir sería no sentirlo, pero en este estado uno se abandona, mientras percibe ese vacío. El tiempo no transcurre porque la vejez o la adolescencia están diluidas cual cromo septuagenario dentro de un charco. Un ventanal se abre para observar lo que transcurre tras él y lo mejor de no poder actuar es que no hay motivos para ello. Sencillamente hay que disfrutarlo sin esperar algo a cambio.
Una brisa fresca y suave fragmenta tu frente, de medio a medio, para liberarla. De pronto el pijama se vuelve tan ligero que tu piel llega a creer que está descubierta. Los temas más trascendentales se han terciado baladíes. Encima del colchón sólo hay una tarama de células; semen sobre óvulo. La prisión formulada por neuronas no tiene poder en este apeadero sobre el linde del raciocinio.
Pero… ni eso es eterno. Los gallos comienzan a cantar como desde la otra orilla. Recuerda que has sido rio. Rayos de sol empiezan a posarse sobre tus pestañas y éstas transmiten calor a los ojos, ¡¿y qué son esos dos órganos sino las manos del cerebro?!
Para entonces se va volviendo en sí; regreso a lo que no descansa. Las sombras se repliegan finalmente a través de los huecos de los enchufes. La polilla, en busca de lana, escapa del armario, entre una rendija, resacosa de alcanfor y sin su festín. Un nuevo día que sustituye a la noche densa.
¿A qué hay que temer cuando no se ve?

El mal

(http://www.youtube.com/results?search_query=indice+de+maldad&aq=0) Este enlace muestra el lado más monstruoso del ser humano: sectas, mentes criminales, violadores… Resultará extraño, pero si nos aplicaran ese medidor de perversidad, todos obtendríamos porcentajes de algo que nos sorprendería.
Somos buenos… hasta que se demuestre lo contrario, arremetiendo contra el retrovisor del conductor que no deja de pitarte (en el mejor de los casos). La diferencia entre ellos y las personas “normales” es que nos apoyamos en una pauta o equilibrio. Al traspasarlo es cuando hemos dejado de ser estables.
La perversidad está mucho más en contacto con nosotros de lo que captamos. El amigo del amigo del amigo es un pederasta; otro conocido del primo del vecino es un estafador con una editorial que no cumple lo prometido, el cuñado es un funcionario que roba a los pobres para dárselo a los ricos y así hasta construir una cadena interminable de malignidad.
Lo que ocurre es que nos hemos desenganchado del eslabón más que para la rutina del trabajo, por él: la ruta, los compañeros, el aperitivo, las funciones a realizar por las que se nos contrató… Vamos con una venda en los ojos, como terneros al matadero. Sin embargo, a veces asusta comprobar cómo la corriente de perversidad ronda al acecho rememorando el instinto irracional y animal que nos precede; asaltando el gran malecón de amistad y amor construido antediluviano.
Hace años, no sé hasta qué punto era verídico, alguien comentaba que en Central Park había una columna que marcaba el número de asaltos, robos, violaciones, asesinatos y demás, por cada minuto. Siempre he imaginado la estructura erguida en color negro y con los números, tal y como los de la charcutería, en rojo. También veía a los ancianos paseando con el New York Times bajo el brazo deteniéndose ante las molestas cifras, a los niños en sus monopatines sin percatarse aún del peculiar mundo inhóspito y hostil reflejado en las cifras. Quizás algún policía las observara junto a su compañero mientras degustaban los cafés envasados con sabor a plástico recalentado. Sintiéndose los herederos del planeta ante tanta perversidad. Subestimarían esa partícula corrosiva que ellos también transportan en el interior. La línea que separa el bien del mal (el sí de un no) puede ser tan segura y perecedera como el trazo de un tiza sobre pizarra.

Frases

48-“A mí que me la chupen”: Frase popular dentro del círculo de amigos. El que lo dijo expresaba así su práctica favorita cuando éramos chavales y no sabíamos prácticamente nada. Luego se pasó al bando de los románticos comprando ramos de flores. Eso no quita que sea un tipo práctico.

49-“En la próxima rotonda gire a la derecha”: Mi GPS cuando circulaba por una autopista de tres carriles. En ese mismo viaje me hizo cruzar por un camino. Supongo que son consecuencias de no actualizarlo.

50-“Deberías haber escrito más libros”: A lo que respondí a mi padre que no por escribir mucho, uno es mejor. Me dio la razón, además de reincidir en que siempre hay que buscar la mejor obra. Encontrarla no tendría precio.

51-“Este hombre es guapo”: Un chiquillo que pasó junto a su padre por la caja para que les cobrara. Los niños son únicos en dejarte en evidencia para bien o para mal. Lástima que, con el paso del tiempo, esa franqueza se empleé para otros méritos, cuando antes era innata.

52-“Cada día estás más delgado”: La monitora del gimnasio. Escuché algo detrás de mí y no había nadie, al rato la oí decir esto desde las alturas de una escalera. Siempre está al acecho. Por lo menos se fija en mí. Quien no se contenta es porque no quiere, desde luego.

53-“Al menos te dará para un refresco”: El colega de la gasolinera estaba en lo cierto cuando intentó persuadirme para que me hiciera la tarjeta de repostaje. Desde diciembre hasta hoy mismo tengo tres mil puntos; es decir tres euros de gasolina. Dentro de unos dos años podré comprarme veinticuatro latas de Coca-Cola. Menudo negocio he hecho.

54-“¡Hombreeeee Albertoooooooo!”: Cuando vamos a un restaurante de Serranillos a cenar algo, el dueño nos recibe tan efusivamente que los chicos no descojonamos interiormente. Queda demasiado exagerado. Es bueno cuidar a la clientela, pero no hay que tomarla como si fueran jeques, ya que al salir de allí la vida vuelve a la normalidad. ¿A quién no le gustaría sentirse así por unos minutos?

55-"La vida es muy corta y larga": La mejor. Me abstengo de revelar el autor.

miércoles, 11 de agosto de 2010

Tomto

Tom Cruise está poco menos que acabado. Lo digo por razones que son comprobables y compartidas por una gran mayoría. Una de ellas es por los malos ingresos de taquilla con Valkiria, Leones por corderos y Noche y Día. Sí, se ha sacado del bolsillo interior de la americana el papel estúpido de productor que aparecía en Tropic Thunder y que en la última gala de los MTV actúo con una buena coreografía junto a JLO, pero no le servirá de salvavidas.
Además da la sensación que su ruptura con United Artists le está pesando como un cachalote. Y por si fuera poco la cienciología parece estar detrás de los próximos proyectos ya que para Misión Imposible IV (dudo que mejore en algo a la anterior) quiere fichar a David Beckham para un pequeño papel. Es una estrategia descubierta porque sabe que el rubio inglés es famoso y tiene una cierta repercusión mediática… lo que buscan los encapuchados, vamos. Otros seguidores como Will Smith se han dedicado a respaldar la carrera cinematográfica de su hijo y John Travolta ha decidido coger su avión, pilotarlo y presentarse en el pasado Mundial para decir hola y volverse a introducirse en la cabina del Boeing 707 en una aportación estelar, mientras anunciaba que su mujer Kelly Preston iba a ser madre de nuevo.
Volviendo al protagonista de la inigualable Noche y Día. Resulta que han hecho de las típicas bofetadas culturales introduciendo la fiesta de San Fermín en medio de Sevilla. Nada que no ocurriera, curiosamente en Misión Imposible II (MI2), sólo que aquella vez fueron las fallas en la ciudad hispalense. Esto puede suceder por los problemas económicos que puedan generar los Ayuntamientos regionales para las filmaciones. Traba que pudo driblarse en la entrega de James Bond El mundo nunca es suficiente, donde aparecía Bilbao (y eso que se podía dar la negativa por el tema terrorista) y para desquitarse rodaron en el sur Muere otro día. A saber lo que demandó el consistorio de Navarra a la productora de Noche y Día (o bodrio y pestiño).
Sin duda este es un tema que no beneficia al actor. Alguien que debe pensar que cuanto más blanca salga su dentadura mejor será el resultado final.
A ver cómo quedan las nuevas escenas de acción para la nueva entrega, que, según dicen, las está supervisando él. Ya se encargará de alguna pifia que lo emborrone. No hay peor enemigo que uno mismo.

martes, 10 de agosto de 2010

Inhiesto

Estuve absorto durante la acción; creyendo no ser visto. Tiré cascotes tras los contenedores de basura y luego fui a esconderlos dentro de una parra situada en el suelo. Toda urbanización debería contar con un punto limpio.
No me fijé pero allí estaba uno de los árboles con más rectitud en derredor y, sin embargo, no de los más altos. Cuando florece con esos colores blancos en racimo mezclados con el verde de las hojas es para detenerse y observarlo un instante.
Tiene gracia, pero, seguramente, no sería tan bello si aquel abuelo no le hubiera injertado con una garrota de hierro. El tronco amenazaba con doblarse para siempre condenado a caer por el propio peso hasta que Rafael, en uno de sus largos descansos sentado en la carretilla con el bailoteo del cigarrillo entre los labios, vio que le hacía falta un buen apoyo sobre ese codo de la madera, que parecía ser su liquidación. Desconozco lo que tardó en dar con ello, ni de dónde lo sacó, pero viendo la obra de arte orgánica lo mejoró con creces. De hecho el árbol, de dejarse caer tanto en su muleta, ha absorbido el metal como si de algo natural de tratase, cubriendo la artificial i griega.
Quizás le ayudara el vecino militar a apontocarlo. Probablemente porque el anciano apenas era más de un metro y poco de persona y porque, en ciertas ocasiones, les vi charlar animosamente y luego, un día, salió en busca del nieto mientras estaba arrojando basura al contenedor para darle sus condolencias por el final del artista de Eje con dos troncos.
Un antiguo soldado, con su temperamento de bañista bajo sombrilla por el aguacero, que regañó a los chiquillos del vecindario por lanzar con el tirachinas a las farolas, porque lo pagaban todos de su bolsillo (llevaba razón, pero éramos niños) y que he sorprendido hoy entre el quicio de una ventana expiándome. Creo que es porque su mujer le ha chivado lo de los escombros. El árbol cada día parece estar más alto con sus ramas verticales, cuya meta parece ser la de arañar las nubes. El gancho oxidado sigue infundiendo vida.

lunes, 9 de agosto de 2010

¿Qué placebo le sienta mejor?

Las empresas farmacéuticas han creado mentiras legalizadas pero moralmente ilícitas. Hay un caso clamoroso como la marca médica que sacó lingotes con el ácido acetilsalicílico y que, para más lucro, tiene a su disposición al mejor equipo alemán de fútbol para expandir su imagen y nombre.
En realidad esas pastillas blancas, que cuentan con su versión infantil con un sabor más agradable, la versión de quinientos mg para adultos, de cien, una específica para los dolores de cabeza y otra para el corazón, suele usarse como antiinflamatorio, analgésico y atipirético (reducir la fiebre), pero también se ha demostrado que su uso puede degenerar en úlceras. Nada que sea exclusivo de este medicamento.
No digo que su prospecto sea falso, pero, desde luego, tampoco es la panacea de los problemas que afirma solucionar.
Los casos son peores para los ancianos. Bien porque se han convertido en inmunes para las “pequeñas verdades” de los fármacos o porque lo que se les receta es, en forma y fondo, un engañabobos.
He aquí el verdadero desfiladero que se abre entre el médico y paciente al no decir ni toda la verdad, ni toda la mentira. Y una media verdad sabe a aguachirle; puesto que llegados a una edad los problemas de salud son complicados que los solucione una simple píldora, cuando “sólo” lo que tiene que reparar el terapeuta es el comprimido de toda una vida.
Y en casos de psiquiatría es más severo. Un terreno donde se podan las plantas con un tractor manteniendo las distancias, es muy complejo acertar con la fórmula idónea para los pacientes, porque además se trata del órgano más engorroso del cuerpo humano. Las empresas farmacéuticas suelen emplear este campo para crear una pastilla milagrosa y que se pueda emplear como tarjeta de bienvenida en las concentraciones sanitarias muy a lo Schering-Plough.
Otro aspecto, introducido en este último párrafo, es ese endiosamiento con el que se visten estas industrias. Poseedoras engreídas de la verdad más absoluta patinan con la memoria histórica.
Hace décadas, cuando no existía su retahíla, los remedios caseros cumplían con su función, aunque no al cien por cien, tal y como sucede actualmente. Así que no estaría inapropiado si recodaran que sin ellas el resfriado también cesaba y el orzuelo disminuía su inflamación. Ahora, el día que descubran soluciones al cáncer y sida seré el primero en darme un punto en la boca.

domingo, 8 de agosto de 2010

¿Querías fiesta?

Anoche fue de esas en las que vi alcohol y dije: “¡Alegría, alegría!” para convertirse al rato en “¡jozú, jozú!”. Bien es cierto que fue un cumpleaños y había botellón a la vista, pero me pesa no haber hecho al final la postura de la bandera como prometí cuando el cerebro aún estaba ágil y la lengua despierta. Tampoco puedo cumplir todo lo que prometo, como irme de viajes locos por ahí… con la fiesta de ayer tengo para cinco años y más cuando no me gusta empinar el codo. Nada. Para la próxima celebración iré en el bando de los enófobos, que a refrescos se va Juan Pelotilla.
Por lo menos, he de admitir que intenté comportarme como un caballero y cuando noté que iba zozobrando, por la culpa de la gravedad, claro, y tenía náuseas, me alejé del resto para no aguarles más con mis intestinos, porque una retirada a tiempo..., y en mi favor está la consideración de dar las gracias cuando me ayudaron a desplazarme y demás. Cómo añoro el buen funcionamiento del aparato locomotor cuando no me responde. Sin embargo me sentí casi como los ciegos, porque como cerraba los ojos en la posición sentada y cabizbaja, sólo sabía dónde estaban los amigos por la colocación desde la que captaba las voces. Es un Top Spin que se busca uno mismo.
Fue sorprendente el recurso de guardar el pañuelo que me dieron en la zapatilla por no tantear los bolsillos y empeorar el mareo. Tampoco me manché la ropa ni el calzado. Una gran proeza, créanme.
Juro por escrito que sólo tomé una copa más que mis acompañantes, pero debe ser que entre malcené, no soy muy corpulento y la falta de práctica… así pasó, que cuando me apeteció el canapé de ternera fui en busca de una vaquería.
Por último, me encantó cuando apreté la mano de una amiga mientras me guiaba con mis piernas de esparto en plan “me muero” y ella hizo lo mismo, “lo sé”. La reacción caló.
Disgusta comprometerles así. Prometo no hacerlo más, (sólo hubo otra Nochevieja similar… no soy asiduo a jugarme los límites y menos con sustancias eufóricas como las drogas o depresivas como el alcohol). Que suba y baje otro, yo me apeo. Espero que sean hechos y no meras palabras.

sábado, 7 de agosto de 2010

Creer o no creer

¿De dónde venía el ruido? Sonaba a golpe gutural acústico, a canto quejumbroso de un vocalista aquejado por los excesos. Estaba solo en casa; esta circunstancia no me suele incomodar hasta que sí lo hace. Salí al pasillo; el sonido procedía de la derecha. Quedaban descartados el salón y la cocina. En las habitaciones, si había alguien ya no sería tan peligroso ya que en los dormitorios no había cuchillos ni mucho sitio en donde ocultarse. Esto sí que es pensar positivamente.
Era ahí en el cuarto de la lavadora. Abrí la puerta y entré.
La yesca de mi imaginación prendía sin cortafuegos. ¿Qué podía ser aquello que procedía del interior de la centrifugadora?
Se me ocurrió ir a por el móvil y grabarlo. Tras pulsar al REC el retintín fue disminuyendo la intensidad progresivamente. De pronto me topé con la mediocridad de lo real, donde uno se percata de que lo ocurrido no era para tanto. Resultaba que como no había timbre, el guarda de la urbanización no me había avisado de que cortaban el agua ni de cuándo volvería. Lo escuchado sólo fue su repentina llegada a borbotones por el interior de la lavadora.
Tampoco voy a discernir la mayoría de las enumeraciones sobre lo anecdótico o paranormal del asunto; como pudiera ser que en esos casos son las cisternas las que te avisan del regreso del H2O o de que la caldera no hiciera, esta vez, ni mu.
Esto viene de que sopeso el hecho “empírico” (entre paréntesis por la paradoja), tan misterioso como verificable en un pequeño porcentaje, casi minúsculo, donde algo puede escapar de la razón humana. El total de situaciones en este ámbito es plenamente demostrable. La ascética está reñida con el escepticismo y, salvo en contadas ocasiones, gana la lógica.
Lo degradante es cuando alguien intenta sacar provecho a esto e intenta vender credibilidad. Creo que no es necesario que pasen milenios por estas letras para dar con buenos ejemplos.

viernes, 6 de agosto de 2010

Ser feliz por encima de uno mismo

Bertrand Russell
La conquista de la felicidad
Barcelona. Edición de 2009. Primera edición en 1930.
6.95 euros.
206 pág.


De todos los libros de autoayuda que puedan leer, creo que éste es el mejor con diferencia. Digo tal parecer porque es complicado mejorar la exposición del autor en La conquista de la felicidad. Bertrand Russell ha escrito un ensayo magnífico que intenta guiar al lector a los elementos e ideas necesarios para poder ser felices.
En sus páginas aparecen los siguientes razonamientos, que quiero reincidir en su creación espléndida y, a priori, sencilla (porque la felicidad puede ser fácil en la teoría pero resbaladiza en la práctica).
Así sostiene que si están hastiados de su trabajo cambien a otro y cuando vuelvan a sentirse como tal, verán que antes estaban mejor.
El filósofo nacido en Gales afirma que es importante (casi vital) el que uno se preocupe de buscar otras distracciones o ocupaciones que le reporten felicidad, para que cuando la ventura primaría falte, se suplante o complemente con esas otras parcelas enriquecedoras.
También expresa que en la vida de cada persona no debería existir la envidia, porque cada uno de nosotros cuenta con las mismas posibilidades y aptitudes que el vecino del Mercedes con yate en Ibiza.
Además declara que la mayor felicidad en un hombre y mujer es darse al universo y ver que detrás de ti vendrán otros que contribuirán al desarrollo de la humanidad. Esta cuestión es la que más aparece en los libros de ayuda y es la que más cuesta digerir; probablemente porque cuando uno se encuentra mal por algún motivo no nota el favor de los astros siderales.
Por otro lado, es sorprendente la definición del amor al describirlo como algo terrenal y distinto al sexo. Por eso cuando te falta lo segundo hay un gran vacío, pero el amor se queda siempre ahí. Es la unión del hombre con el Todo.
En la búsqueda de la felicidad Russell tiene en cuenta la gran presión laboral que sufrimos en la época actual (tal vez de ahí viene la frase “el cazador era más feliz”. Y eso que se las veía con mamuts, otros depredadores y más adversidades) por eso dice que hay que despejar la mente en cuanto la jornada de trabajo llega a su fin.
Una de las mejores soluciones para cualquier tribulación que padezcamos es enfrentarse a ella lo antes posible, para ganar tiempo en la indagación de la dicha.
Por último me extraña que el escritor y pensador deje de lado a los individuos que ante la posibilidad innata de conseguir la prosperidad escojan no ir en su camino. De haber entrado en materia con ellos, el ensayo hubiera sido interminable, pero hubiera merecido la pena compartir la opinión de los renunciados.
Tampoco decide entrometerse con la perdurabilidad de ella (quizás porque quien se plantea si es dichoso, no lo es) ni ahonda en los límites para conseguirla. Una pena, porque Bertrand Russell tenía lo necesario para haber escrito una Biblia de la felicidad. Esta obra exquisita sabe a poco.

jueves, 5 de agosto de 2010

Adaptación

La habitación de sus suegros, el pupitre de la novia, su signo zodiacal, los peluches que él no le regaló intentaron permutar a los que sí, la almohada, su cama, la cama supletoria, las pelusas bajo ella y el ladrón que nunca se escondería ahí por no encontrar algo de valor que echar en la saca, la moqueta, aquel poema conmemorativo estuvo a punto de ser restringido por preponderancia, el armario y su ropa, las zapatillas y la colección de revistas, el inodoro, los ruidos de cañerías, la mampara, el lavabo, los espejos, el jabón de manos, los baldosines del baño, la bañera y la toalla, la mesa donde comían con sus sillas, las cintas de video, los DVD´s, los libros de la estantería, el sofá que tanto roce tuvo, la cristalera del salón, las fotos familiares enmarcadas, la enciclopedia, los cuadros de imitación, los rodapiés, las baldosas del suelo, los discos de vinilo, el calendario, el gotelé, el teléfono fijo y los móviles, los cristales de las ventanas, el corcho del recibidor, el paragüero, el perchero y la papelera, la pátina olorosa a aceite pasado sobre las superficies, la nevera con todo su interior más el gas necesario para enfriarla, la vitrocerámica, el horno, el microondas, las cajas de cereales y las magdalenas, la pata de jamón en sus últimas, el frutero sin fruta, la lavadora, la tostadora y sandwichera, el ordenador, las muñecas de porcelana imperturbables, el tendedero en el balcón, la caldera con su llama azul, la puerta blindada de la entrada, el felpudo y su “bienvenido”, el ascensor y sus botones tras pulsar el número seis, la puerta metálica del portal, el telefonillo, la acera que conducía a su casa, el movimiento al abrir la puerta del coche para ir en su busca cuando quedaban.
Y sus suegros y ella parecían decir NO; aunque se sentía un visitante extraño, prefirió rehuir de la sensación a pesar de correr el riesgo de que las posesiones descritas le acabaran transformando.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Madrid está solo

Agosto es un mes hueco. Como los cerditos de cerámica tras el martillazo de sus dueños. Este mes es al año como un miércoles de madrugada a la semana. Treinta y un días donde los resfriados nunca vienen justificados aunque se quiera. En lo alto, en las terrazas, hondean alicaídas las banderas de España esperando que los veraneantes regresen a sus casas y las coloquen o quiten a la espera de la próxima semana santa (siento las minúsculas), Eurocopa o el triunfo de la selección baloncestística en tierras turcas.
Las aceras parecen la prolongación de los parques por los que ahora no pasa nadie. El asfalto se dilatará por última vez antes de que llegue septiembre, aunque falte la semana de San Miguel para dar paso a San Martín y su membrillo. El manto candente africano se pasea gustoso en el ambiente degradado de la Villa y Corte como el franchute por sus Campos Eliseos.
La lluvia de estrellas más hermosa y copiosa transcurre en las pupilas de los invidentes.
Es un mes tregua antes de que la masa torne al trabajo.
Por entonces la situación crítica seguirá como siempre, ahí.
Algunos permanecerán tranquilos e impasibles por la congratulación de un buen contrato, otros se verán obligados a prepararse una oposición si pretenden modificar algo su estado de inactividad e inoperancia y los menos seguirán a flote con el cuidado de que su michelín sea lo único en estar fuera del agua. No es culpa suya.
Hasta las gasolineras, que deberían repostar los depósitos de los viajantes, andan congeladas. Y los quioscos están igual, si acaso los de la costa viven con algo más de trajín.
Cuando todos vengan también arrastrarán en el equipaje a la prenda más ceñida e incómoda, la crisis.
En cierta ocasión escuché en un ascensor a alguien que pensaba que la solución estaba en que las empresas crearan una bolsa de trabajadores en reserva. La idea es tan apropiada como utópica. Sólo hay que ver en los pilotos, donde, más o menos, cobran cuando se les necesita (que suele ser, en el mejor de los casos, cuatro días en un mes), la diligencia que están mostrando para declararse en huelga. Supongo que la manifestación sobre sus derechos estará bien definida en sus “propósitos incompletos”.
Aprovechando que vienen los Obama, no estaría mal que trajeran otro Plan Marshall en el zapato. A saber qué hablarán con los reyes. Más que nada, porque los guardaespaldas impedirán que alguien con ideas solventes y productivas coincida con ellos en un ascensor.

martes, 3 de agosto de 2010

Noche sin Gloria

La noche era demasiado cálida. Los gatos se relamían las vibrisas bajo los setos al olfatear a varias gatas en celo que no andaban lejos. Los murciélagos revoloteaban cercando las farolas del paseo en busca de insectos y las cucarachas comenzaban a poblar las salidas del alcantarillado.
A las dos de la mañana se levantó un tanto confuso. Había caído en una modorra densa probablemente por su problema y eso que había mermado con el tiempo. Tras abrir la puerta se encontró con uno de los deliciosos bizcochos de Gloria, que le llevaba para desayunar juntos pero... ¿y ella donde estaba?
No la había oído llamar al timbre, ni al teléfono, durante su trance. Ahora le tocaría disculparse porque se pensaría que le había dado plantón. A esa edad era tan fácil ceder y restarle peso a los asuntos…, pero ella seguía con su personalidad vanidosa bajo una mirada cálida e inocente.
Decidió ir a la nevera para servirse un vaso de ron frío, sin hielos. Mientras observaba los alimentos y bebidas, más por costumbre que por necesidad, se rascó el ancla del antebrazo bastante desgastada por el sol.
Mañana la llamaría y la propondría pasear por El Retiro o tomar algo.
Frente al espejo miró su barba completamente encalada por los años. Buscó vestigios del chaval que fue sin resultado y apenas quedaban ya restos del hombre de mar, que decidió abandonarla por una meseta. Consideró que los que no aceptaban la vejez eran grandes egoístas con miedo a la muerte. "A otra princesa con ese bombón".
Le encantaba mojar el bollo en alcohol, aunque ya le quedaba tan poco ron que se veía obligado a inclinar el vaso para impregnarlo en los restos del licor. Podría vivir el resto de sus días con una dieta que sólo abarcara esos dos manjares.
"¡Qué narices!", Mañana propondría a Gloria una escapada de unos días para montar en barco. Irían a su casa de la costa y sacarían a Salmonete a relucir. Harían una versión edulcorada de Homero en compañía. Y si sucedía como la primera vez, hace treinta y cinco años, que cayó bajo el influjo de la narcolepsia, le diría cómo amarrar la pequeña embarcación al fondo.
Aquella vez fue una suerte que durante el tiempo que permaneció fuera de sí, Salmonete apenas se desplazara de donde estaba. Fue el Atlántico quien tuvo misericordia de un muchacho inexperto que decidió irse mar adentro sin conocer los peligros, ni mucho menos el interno.
Sintió las mismas ganas de desafío, de pelear contra el púgil acuático sin protector vocal. A su edad y con esas.
De momento comenzaría explicándole a Gloria lo que ocurrió anoche y lo que ha padecido hasta ahora.

lunes, 2 de agosto de 2010

Señuelos televisivos

Las noticias amarillas y amarillentas, como las hojas de un periódico olvidado en un armario, han desfilado por todos los televisores de España a lo largo de los años. Hay muchos ejemplos, que nunca se sabrá si fueron apadrinados desde la veracidad:
_El suceso de la niña que buceaba en una piscina pública y quedó atrapada por el sumidero del sistema de depuración y acabó destripada por el ano.
_La madre que murió por exceso de acumulación de líquidos mientras participaba en un concurso donde la persona que más agua bebiera ganaba una videoconsola para su hijo. La pobre quedó primera.
_El catalán con sobrepeso que voló por los aires en la atracción Stampida, de Port Aventura. Los medios informaron de que el cierre no cumplía bien su función y aun así decidió montarse. ¿Fallo mecánico o insensatez?
_Cuando murió la cantante de Triana Pura, que cantaba El Probe Miguel (en realidad se está tomando unos solysombras con Janes Joplin).
_El punto y final del anciano que anunciaba en 1994 el Mitsubishi Montero y que decía “¿Y el Madrid qué, otra vez campeón de Europa?”. Lo malo de la publicidad es que recuerdas la marca y no al verdadero protagonista (en verdad se ha ausentado, un momento, para recriminar a Don Jesús Gil que los samuráis japoneses escogieran al adversario para promocionar el vehículo y no a los indios).
­_Cualquier desaparición de joven o niño despliega una cortina publicitaria excesiva tanto para los secuestradores, como nociva para los familiares afectados. Desde Sandra Palo a Madeleine. No está de menos rememorar que esta cuestión fue una de las que disolvió la emisión de Esta noche cruzamos el Mississippi que emitía Telecinco.
_Las declaraciones y entrevistas de los amantes y familiares de artistas españoles de la talla de Lola Flores, Rocío Durcal, Rocio Jurado y demás carroñeros vinculados, en alguna que otra ocasión, al famoseo de ocasión.
_Isabelle Dinoire, la primera mujer a la que realizaron un trasplante parcial de su cara, tras ser atacada por su propio perro. Fue la primera de la corriente informativa cuyos protagonistas son los desfigurados faciales.
_Josep Fritzl. El psicópata austríaco que tuvo secuestrada a su hija en el sótano para abusar de ella durante veinticuatro largos años.
_La familia taiwanesa que vivía con tres parientes muertos dentro de la misma casa en una urbanización de San Martín de Valdeiglesias…
Cada uno de estas descripciones suelen ser como noticias rápidas y de entretenimiento. Un repaso de la sección sociedad pero con imágenes y con rótulos cuanto más impactantes mejor. Cuando veo, escucho o leo, algo por el estilo, pienso que algo más importante y trascendente se ha obviado, sin echar en falta. La contrapartida de estos sucesos se refleja en las acciones que los protagonistas emplean tras saltar a la opinión pública. La hija secuestrada escribirá su libro, la familia asiática será ingresada en algún centro o serán deportados, la mujer con cara nueva tendrá un contrato para un reality show, Mitsubishi seguirá con sus campañas, y no sé que más podría suceder porque no soy adivino; aunque se pueden esperar ya cualquier extravagancia.

domingo, 1 de agosto de 2010

Todopoderoso

Dios debe ser el sustantivo sin rima,
un bulo del Corán y la Biblia,
llama que fantasea con su víctima
daga fanática, trompa de herejía.

Padre, hermano, vecino rilkeiano.
Mahoma extasiado por destellos de Orión.
Cauce copiado, tierra sin meridiano
y la montaña se tiñe en neón.

Tu manto todo lo cubre y no tapa;
eres el motivo del cuerpo vacío,
aire mohoso entre vertederos de chapa;
el brillo del maná sólo es rocío.

Desde cascadas, cimas y océanos,
en zulos, despachos y disturbios.
Sucia baba de los besamanos.
Judas. Un Che imberbe entre suburbios.

sábado, 31 de julio de 2010

Bancos

Los trabajadores de los bancos siempre me habían caído mal y más cuando en Banesto me obligaron a pasar sin la gafa de sol para poder entrar. Debí haberme desnudado, pero ante la duda de si iba rasurado o no (porque ya que das el cante hay que jugarte el do de pecho… o pubis en este caso) y coaccionado por la vergüenza; desistí de ello.
Por entonces pensé que podía ser como Superman al llevar lentes opacas y no ser reconocido por nadie en el supuesto caso de cometer un robo.
Hay excepciones con empleados que han cruzado la línea y les tengo algo más de consideración; poco, tampoco se puede exagerar en estos casos.
En el BBVA hay un hombre serio que siempre está escuchando su cadena de música, tan anticuada y perdurable, que probablemente acabe jubilándose el dueño y decida donarla para que otro prosiga con su uso. Es el clásico rostro que parece no haber sonreído jamás. Tiene la costumbre de mover las piernas bajo su mesa. Se sabe por el vaivén de la cabeza. Lo que me agrada de este banco es que cuando estás entre las dos puertas de acceso, una voz mecánica, como de nave nodriza, te obliga a dejar los objetos metálicos fuera. Si permaneces quieto se olvida de la orden y te permite pasar. Tanta seguridad…
En Caja Madrid conozco a Purificación, Puri; como se la llama, y a la que su jefe no duda en dejarla en ridículo delante de los clientes. Es la más normal de la sucursal que frecuento. Lo de la evidencia en público sólo sucedió en una ocasión, pero aquella vez estaba tan crispada que me generó empatía.
Y en el Banco Santander hay una mujer morena que se sonroja con facilidad. Hasta la fecha ha sido la única persona dentro de cualquier entidad, que me ha reconocido y ha intentado entablar una conversación conmigo alejada del ámbito procedimental.
Nuestro momentazo fue cuando en mitad del ingreso monetario se percató de que había una araña, casi diminuta e invisible, desplazándose en la pared, y expresó sorprendida: "Una araña". Y le contesté con asombro motivado por el suyo: "Sí". No sé qué pensó el arácnido al respecto ("Si supieran que soy la única en acceder a la caja fuerte sin códigos de seguridad…").

jueves, 29 de julio de 2010

Dos muertes

Se oye por ahí que si sueñas con que se muere alguien alargas la vida de esa persona. También que un cigarro la acorta diez minutos y de que una carcajada la aumenta diez más (esto se resolvería con el siguiente modus operandi: pitillo-risotada-pitillo-risotada… así hasta quedar satisfecho).
Anoche feneció mi madre dentro de las ensoñaciones. Las circunstancias eran que como ese día había tenido un acto de reconciliación con la empresa, pues mi imaginación prolongó su estado de crispación lo que degeneró en una muerte repentina por cabreo. Lo gracioso es que con dicho suceso mi abuela había decidido deshacerse de la vitrina de antigüedades del salón, que estaba repleta de objetos coleccionados por su hija. La sensación fue muy desagradable. Lo que la casa era sin mi madre, así parecía el salón sin ese mueble. Qué pared tan pálida y vacía, repleta de nada.
Otro detalle que me ha parecido curioso es el calor que hay en la escena ficticia. Un bochorno insoportable. En cierta ocasión noto como en el sueño (en realidad serían las seis de la mañana) me da el sol en un brazo como si fueran las dos de la tarde y en seguida lo muevo para no quemarme.
Por otro lado, y a escasos siete metros de donde yo duermo, mi abuela ha soñado que su hermana Carmen se moría también y que antes de ello estaban peleadas y como Catalina no le hablaba, su hermana pequeña le sobornaba introduciéndole dinero y otros regalos en los bolsillos para mermar su malestar y conseguir una meritoria reconciliación.
Uno se despierta desorientado: angustiado por lo que ha creído vivir y contento porque no ha sido real.
¿No serán los sueños los verdaderos relojes para indicarnos lo rauda que se pasa la vida?

miércoles, 28 de julio de 2010

Moldeador de imágenes

No es un trabajador de gran diligencia, sin duda; pero en las distancias cortas uno se percata de que tiene buena formación como dibujante. La crisis le llegó antes y despidió a la secretaria, una joven morena y moderna, que complementaba la labor de citar a los clientes sirviendo copas en un pub céntrico de Fuenlabrada. Siempre pensé que esa decisión pudo emanar primariamente desde la profesora con la que está casado Juan, que así se llama el creador de los tres tatuajes que tengo.
Como no le lleves un dibujo hecho y pensado te empieza a marear la perdiz para disuadirte. La mayor cualidad que posee, la muestra sin tapujos y siempre con la idea de mejorar, destacar y adaptar el dibujo del demandante. Como tal la sufrí y me empujó a tomar decisiones que se reflejarían en la piel de por vida. Así pensó que una eme del brazo podía ser una uve doble girándola, un lagrimal estaba mejor sin tatuar y con el cuervo… con el pájaro no aportó nada. Creo que decidió no implicarse porque no le gustó. Por eso decidí que el ave abstracta quedaba mejor con contorno para dejar claro que era eso y no una simple mancha onírica.
Mientras tatúa te cuenta hechos de su vida. Por alguna extraña razón, mientras lo hace la mezcla olorosa de tinta y sangre, junto con su repertorio, encajan como piezas de un lego. En todo este tiempo he sabido que probó la cocaína y le causó respeto, que antes era pintor y en cierta ocasión acudió a una casa del norte de España donde todo era misterioso, hasta que los familiares confirmaron vivir con un fantasma. Juan no se lo creyó mucho porque es agnóstico, que no escéptico, pero cuando el compañero comenzó a pintar una pared se percató de que la pintura no agarraba. Al intercambiarse el rodillazo de color surtía efecto, pero cuando volvía a ser su compañero el que pintaba… nada, como agua.
Su aspecto es enjuto pero su aire de motorista es como si indicara que el tiempo no pasa por él, que continúa anclado en la movida madrileña.
Los dos coincidimos en que con pelo corto se pierde más que una simple coleta y en cultivar la contrariedad tatuándose en el brazo izquierdo cuando también es diestro. Para gustos…
No se esconde bajo sus gafas y sabe ser franco en su negocio. La codicia le visitó en vano porque sólo tatúa; agujerear con piercings lo relegó a manos de otro; tal vez guiado por el conocimiento básico de que traspasar con una aguja o gancho es distinto a introducir tinta superficialmente ya que el margen de dolor no es parejo.
Dentro de su código moral se descartan los dibujos en el rostro. No hay por qué jugársela.
En sus despistes puede que una vez te haga una pequeña rebaja y otra ni baraje la posibilidad. Debe variar visitarle un lunes por el viernes.
Aunque parezca increíble sus verdaderos esfuerzos se centran en convertir o mantener que una afición no se convierta en trabajo. Que cada cual juegue con esa línea como mejor le plazca. Si no de qué sirve ser autónomo.