domingo, 25 de enero de 2015

Otra meta conseguida

El viernes 23 de enero se cumplió otro sueño. Pude presentar mi cuarto libro, pero la primera novela (la vida y sus paradojas) Al evento estuvieron prácticamente todos los que deseaba que estuvieran y los que no pudieron asistir... bueno, se les perdona, eh. En la biblioteca municipal de Moraleja de En medio hacia mucho calor en la sala. A José Florín y a mí se nos secaba la garganta al hablar, pero no fue ningún impedimento. Era una de esas bibliotecas donde da gusto perderse. En seguida, nos vinimos arriba para presentar Buscando la nada.
El rostro de los asistentes me transmitía entusiasmo y ganas de saber qué me traía entre manos. Florín estuvo al quite y presentó muy bien, mientras que el vendedor de libros de Pura Tinta se hacía esperar. Al final la presentación podría definirse como un éxito, porque no me tembló la voz cuando hablé, porque el turno de palabras fue acertado (aunque me mojara demasiado manteniendo que no creía que los concursos literarios fueran importantes) y porque se vendieron muchos libros de lo que ojalá deseo que sea un preludio.
Y yo pregunto. Ahora qué. La editorial intuyo que se moverá para vender el producto. Ojalá lo cuelguen en Amazon para facilitar las ventas y la distribución.
Mi gente me lo está pidiendo y aún no sé qué decir. En cuanto a esto me siento un poco perdido, la verdad. Utilizaré, poco más tarde, las redes sociales para difundir los datos y demás de lo que me desvelen.
En definitiva. Me encantó firmar libros. No por el hecho del dinero recaudado, sino por lo que significa. El estar sentado frente a un público te concede un extraño halo de seguridad, de ‘mi meta se debe asimilar mucho a esto’.
Lo que esté por venir, me temo, se escapa a mi control. Y eso me deja un tanto intranquilo.
Como mantenía anteriormente, debería mandar la novela a concursos con el único fin de ganarlos y aquí es cuando sobrevuelan las inseguridades: ¿será buena? ¿ganaré? ¿podré aguantar las críticas desfavorables, la pequeña derrota al fin y al cabo?
Muchas incógnitas se desvelarán con el paso del tiempo. Tanto las buenas como las menos buenas (nunca malas del todo) y lo que tenga que ser, será. 
Como dicen ya solo queda plantar un árbol y tener un hijo. Entretanto, me pondré a escribir para la siguiente... a ver si cuajo algo bueno.
No se olviden que para mi la mayor recompensa fue el reunir a tantos allegados y tan buenos. Fue una victoria, una ascensión a la nube de las letras, una llamarada que avivó mi ego en plena victoria.
Ahora, que de aquello hace dos días, solo puedo echar la vista atrás y regocijarme ante el hecho de que me atreví a hablar un poco en público y dejar en evidencia, que lo mío, por testarudez y bemoles, debe ser la escritura.

domingo, 18 de enero de 2015

Ha nacido un monstruo

Así, a las claras, creo que en más de una ocasión nos hemos topado con un mal tipo o tipa sin saberlo. Estas personas son las protagonistas de las historias más rocambolescas que se transmiten de un modo viral. Es el caso de los malajes que se pasan las croquetas bajo la axila antes de echarlas en la sartén del bar cotidiano o los que amasan las pizzas con las manos repletas de vayan ustedes a saber o el que contrapea los folios que vienen pre impresos con el único fin de que alguien en la cadena de manipulado lo pase por alto y se impriman del revés.
Es gente que se gusta de hacer el mal a escondidas, arrojando la piedra y ocultando la mano luego en el bolsillo.
También en este saco, van los que se colocan un pasamontañas negro y cometen atrocidades en nombre de un Dios metralleta o machete en mano. En estos casos concretos, la falta de piedad y claridad mental queda demasiado en entredicho. Son los que no temen ser reconocidos como malhechores.
En el saco de rafia, del que nada debería de emanar, también van los que se forjan una idea preconcebida de unos hechos poco claros. Son acérrimos de una sola opinión televisiva. Lo que vaya en otra dirección es caer en un flagrante error, según ellos. Estrechos de mira a la vieja usanza, puesto que si algo tiene la verdad absoluta es que es tan inabarcable como un Olimpo... vamos, que no existe.
Por otro lado, deberían de aparecer dentro de él los dirigentes políticos norteamericanos que han ido resquebrajando los tratados de no negociación con Cuba. ¿Quiénes son ellos para influir en si un país es digno para comerciar? Entre un Barack y Mubarak cabe más de un millón de ripios malsonantes.
Como ven el mal es el mal a distintas escalas, pero es igual de pernicioso en todas ellas. Los que aprietan los botones, los arengadores del miedo, los que atizan con sorna, los que venden competitividad a precio de ganga.
Un costal con toda su harina bien amalgamada no debería de arrojarse a un vertedero. Alguien vería un negocio redondo si se depositara en la sala de cualquier museo contemporáneo.
Seguro que a solas, los que mueven los hilos, se chistean a modo de ‘artistas’.