sábado, 27 de marzo de 2010

Quince de catorce

A sal en el asfalto, arena en el pecho,
tabasco en llaga. Luna traicionera;
la mañana no oculta mi maltrecho.
Olvidé la testa en su cabecera.

Tu abrazo, ¡qué plácido minué!
el alba a la noche como tú a mi tez.
Me marcho a la de uno, a las dos, a la de...
Espían la mesa y el anaquel.

Deseas la regresión del minutero,
yo su detención. Valdío anhelo;
tictac eterno, lastre en cometa.

Quiero refrescarme en tu manantial;
cambiar rocas por cantos del fluvial.
Un alma huye. No está. Busca en tu maleta.

jueves, 25 de marzo de 2010

Más frases para mi historia

16-“Tienes que mirarte con mis ojos”: Ésta tiene un significado especial porque es la que más me han repetido en la vida. Esconde un aumento de euforia si la pongo en práctica, jajaj.

17-“Me gustaría irme contigo a Cádiz y ver fumando el mar”: Cuando tu amor platónico te suelta esto (aunque en el fondo sepas que nunca se va a cumplir) tras haberte alejado de ella durante siete años para escapar de su embrujo, es para sentirte como Napoleón cuando contemplaba el dominio de sus extensiones. Otra frase que debería ponerme eufórico. La idea de libertad en esa frase me estremece.

18-“Antes había vampiros”: Mi abuela cree que por Andalucía habían seres que chupaban cuellos, pero que se alimentaban, en realidad, de gazpacho. Ya no sabes con qué te va a salir la próxima. Lo del gazpacho y demás lo completo yo. Estamos tocados pero no tanto.

19-“Ten cuidado con las despechadas”: Un consejo de un amigo que parecía protegerme diciéndome esto (acepto la preocupación en la gente allegada, pero la protección es intolerable). Una vez más, decido saltarme a la torera los consejos que se dan cuando no se piden. Él, empeñado en seguir aconsejándome, acabó liándose con mi ex. Aprecio el gran empeño.

20-“Es un almacén de comida para animales”: Me lo dijo un trabajador de la empresa de mi padre cuando le comenté que la nave colindante olía a gloria y que deberían de ser fabricantes de tartas de frambuesa o algo así. Pues no, era pienso.

21-“¿Eres la última para el pan?”: Con melena a mis dieciséis y con algo de barba, me giré para contestar secamente a aquella mujer: -No.

22-“¡¡Guapas!!”: Un gilipollas desde su coche cuando paseaba junto a mi ex. Sé que se vio movido a tal expresión por mi trasero. Yujuuuu.

23-“No puedo. Tengo que planchar”: Esto me lo dijo una amiga no hace mucho cuando la comenté de ir a los Karts. Deseo que fuera la excusa del lunes, porque, de ser verdad, no quiero pensar lo que hace los sábados por la noche.

24-“No voy a poder. Me atropelló un coche”: Hace siglos quise invitar a una chica que me gustaba a patinar sobre hielo y me soltó esto. Días más tarde la vi andando tan normal por la calle. Voy a dejar este tipo de frases no vaya a ser que me tachen de misógino. Recuerdo que comencé diciendo que iba a ser objetivo. Frases que gustan frente a las que disgustan.

25-“Has sido tú verdad. Has puesto la chuleta de tal manera dentro de la papelera para poder leerla desde tu sitio en el examen”: Fue el profesor con mayor sentido común de todo el instituto y la credibilidad se le derrumbó nada más acusarme de este modo tan maquiavélico. Ahora lo pienso y lo que en realidad dijo en voz alta en mitad de la clase era que él había hecho peores triquiñuelas para aprobar. Vaya vaya. La chuleta no era mía. Copié en el último examen de historia de España que me daría acceso a la Universidad. Si me la juego lo hago ahí y no en un absurdo control trimestral.

26-“Ese es el símbolo OM”: En medio de un botellón una chica guapa y atractiva se fija en mi colgante y yo en vez de entablar conversación le confirmo su afirmación. El chaval que le acompaña, y que ya he hablado con él en otras ocasiones, suelta: -Este tío es un artista. Pregunto el porqué. Se van. Ya tienen los hielos que habían venido buscando a mi lado. Quiero hablarles pero dejo que se marchen. Estoy solo rodeado de ruido; haciendo oídos sordos al enaltecido ego que pretende embriagarme. En estas reuniones cada vez se bebe menos.

lunes, 22 de marzo de 2010

Alboroto asiático


Tiempo ha, Benjamín Netanyahu luchó en la guerra de Yom Kipur hasta obtener el rango de capitán. Más tarde se afilió al partido conservador Likud y le nombraron primer ministro de Israel de 1996 a 1999. Bibi, como le llaman en la intimidad, llegó a convertirse en un líder carismático que velaba por la paz de la sociedad internacional; uno de esos diplomáticos de capa y espada a los que sólo les falta sentar jurisprudencia por su buen hacer y que, recientemente, lo ha echado todo por tierra, casi a las primeras de cambio.
Al concluir marzo hará un año en el cargo de jefe de gobierno. Un puesto que le ha acabado por dejar en evidencia.
Hace poco, se le antojó la edificación de, nada menos, 1600 casas en Jerusalén este. Una zona hostil y delicada. Este hecho ha crispado tanto la moral a Hillary Clinton que, tras tomarse unos días de reflexión, ha decidido enviar a su colaborador especial George Mitchell para entregar en mano a Netanyahu una invitación para sentarse a la mesa de negociación con Barack Obama el próximo martes 23 de marzo en Washington.
La crisis repentina en la que se está viendo inmerso Israel por culpa de su jefe de gobierno no tiene mucha lógica ya que parece empezinado en ser el cuarto país del famoso eje del mal que tanto vigila Estados Unidos. Y eso que los dos países, a priori, eran buenos aliados.
No se reunirían dentro de una semana si Benjamin Netanyahu no hubiera cedido en la disminución de la presión en el bloqueo sobre la zona de Gaza, la liberación de presos palestinos de Al Fatah liderados por Abu Mazen y un acuerdo para discutir sobre los temas candentes de siempre; es decir delimitación de fronteras, Jerusalén, colonias y refugiados palestinos.
En otro flanco igual de peliagudo está la llegada del secretario general de la ONU Ban Ki-moon, que visita el país para denunciar el cerco sobre Gaza y pedir la liberación del soldado Guilad Shalit apresado por Hamas. Este último caso es de los pocos que no tienen que ver con el jefe de gobierno israelí. No está de más la declaración de la ONU alegando que Israel les ha dejado construir 150 edificaciones. No se sabe hasta que punto es positivo la involucración de una entidad como la ONU en este desbarajuste repentino.
La gota que colma el vaso se produjo ayer por la tarde cuando Netanyahu expresó a los medios de comunicación la intención de adquirir bombas americanas por si tienen que bombardear a la siempre beligerante Irán (país que si está dentro del eje). Ojo por ojo. Cada potencia mundial utliza la religión según le conviene como estamos viendo.
Fríamente, no es mala estrategia de Israel ya que comprando el armamento norteamericano también se hace con parte de su ego y quien comparte eso ya tiene trecho ganado.
De todos modos, todo este galimatías es un patinazo de Israel que se está jugando quedarse solo como país de contrapeso en la balanza de poder frente a Irán. Ahora que Irak sin Sadam Husein y con un Bin Laden oculto está más desapercibida que nunca. Hablar de Irán es hablar de Rusia; ni más ni menos.

sábado, 20 de marzo de 2010

Afilador


Era la segunda vez que pasaba el afilador por la puerta en menos de ocho días. Cómo debía de estar el pobre hombre para regresar a esta zona tan deshabitada y perdida del ruido cosmopolita. Tiene más de fantasma que de humano, porque apenas se ve. Sabemos que camina en nuestra calle por la escueta melodía que brota de su instrumento de aire. Un sonido casi prehistórico, que, todavía ahora, no entendía como seguía vivo; hecho que amplificaba más su halo desconocido y misterioso. Traspasaba la rigidez de las ventanas y la solidez de las paredes con una tenacidad incólume como si fuera a oírse durante los siglos venideros. Al escucharlo había ocasiones que me recorría como un refusilo por el espinazo. Una mano flotante que decía: “préstame los cuchillos”.
Por la ventana se veía al fósil vivo. ¿Acaso aquel pantalón era de pana? ¡Santo cielo! Que buen material. Cómo abriga. Cuánto representa para la historia española cuando la izquierda (la de la calle, no la del gobierno) vestía con ella.
¿Y de dónde sacaba el combustible para la Avespa? ¿Los afiladores tendrán otro oficio? Y si es así como debería, ¿Por qué decidían volver a algo ya en desuso? Seguramente, porque la mayoría de la etnia gitana estaban obligados a ello. Pero el de esta ocasión no era como tales. Parecía de los que heredan un oficio. Tal vez, estaba viendo al último del gremio antes de que la lava del olvido lo sepultase.
Es una práctica anquilosada en suma medida por dos razones principales. La más importante es la gran presencia en el mercado español de las tiendas asiáticas. Donde se venden cubiertos con un bajo coste (a pesar de que pronto subirán todos los precios por no tener competencia).
Y el otro aspecto a destacar es que cada vez comemos peor y más comida basura. Este tipo de alimentos no necesitan la utilización de cubiertos.
Así que, es toda una suerte el escuchar a un afilador y ya no digamos verlo. Va un poco de la mano con el último videoclub con dependiente que quede en la localidad, los limpiabotas o los dibujantes de la cartelera cinematográfica; ya más que enterrados. Son como ondinas del pasado que casi nadie aprecia y que se deberían observar con cierta ternura. Porque cuando se los trague la globalización puede que ya estemos demasiado lejos de nuestros orígenes y que no no le vaya a importar a nadie.
Juraría que, cuando el afilador se fue, el eco de su melodía seguía reverberando en el aire.

viernes, 19 de marzo de 2010

Más de lo mismo


Director: Hermanos Hughes.
Año: 2010.
País: Estados Unidos.
Título original: El libro de Eli.
Música: Atticus Ross.
Intérpretes: Denzel Washington, Gary Oldman, Michael Gambon, Mila Kunis, Jennifer Beals, Ray Stevenson, Frances de la Tour, Tom Waits, Lateef Crowder, Chris Browning, Lora Martinez, Luis Bordonada

Una vez más, no se sabe de dónde se sacan el título del largometraje. La película anda cojitranca por el simple hecho de que Pere Molina, actor español de doblaje, dobla tanto al protagonista como al antagonista de ésta y como sólo hay un Pere (Molina hay muchos) pues ya nos topamos con la primera traba. Y es que Denzel Washington o Gary Oldman son 80% de voz y 20% de imagen. Esta es una vuelta de tuerca al dicho de “Una imagen vale más que mil palabras”.
El libro de Eli es una de esas películas tan de actualidad donde la humanidad se ve devastada por un cambio climático que les hace sobrevivir a lo Mad Max (tierra) o Waterworld (agua). Y, precisamente, están esos elementos de forma muy notoria en el argumento habiendo grandes extensiones de desierto y poca cantidad de agua. El contexto se centra en un momento posapocalíptico de la humanidad. Además, incluye como idea fuerte el elemento MacGuffin. Este recurso tan consabido no es otro que cuando un personaje tiene que encontrar un objeto perdido o lleva consigo un artilugio milagroso; como en esta ocasión.
El papel de Washington es un hombre a lo Riddick que es portador de un libro, el único de esos contenidos que quedan ya que las potencias mundiales se vieron inmersas en una gran guerra por quemar libros (Si, también recuerda a Farenheit 451). Gary Oldman es quien lo codicia todo y el que pretende arrebatarle el libro. Fuera de ahí el peral no da más peras.
Es inevitable el hecho de comparar cuando Hollywood lanza dos productos con un guión parecido y, tal vez (porque no la vi del todo), La carretera sea algo superior a ésta.
Con todo y con eso, el largometraje dura dos horas que no se hacen pesadas, cuenta con una banda sonora magnífica de la mano de Atticus Ross, tiene una grandísima escena de veracidad donde el protagonista aparece frotándose sus partes pudientes por higiene y una sorpresa argumental de esas que ya no se ven en el cine y, tal vez, algo cogida por los pelos.
De todos modos, hay una sensación de inconclusión como si la narración fuera perdiendo fuerza (si la tuvo) a medida que se aproxima el final.
Los hermanos Hughes que han dirigido El libro de Eli sostenían que pretendían desarrollar un proyecto con un tono de cómic en la escenografía y que puede apreciarse de manera demasiado subrepticia; oculta bajo un uso excesivo de la lente amarilla.
De cara a la galería queda la interpretación secundaria de Tom Waits, que da la sensación en sus escenas de ser más actor que cantante. En fin, otro largometraje mediocre para un Denzel Washington que no es, ni más ni menos, que el estandarte histórico del cine afroamericano junto a Sidney Poitier. Detrás de ellos ya vienen otros, pero no son ni la mitad de buenos ni carismáticos que la “dupla black”.

Amor en el arte, arte en el amor

Guy de Maupassant.
Fuerte como la muerte
Madrid. Alianza Editorial. 2008.
278 pág. 11 euros.

No hace mucho, un diario español sacó al mercado una colección de escritores bajo el nombre de Maestros del terror. A la altura del magistral Adolfo Béquer sólo estaba un francés alocado en dicho cebo comercial llamado Guy de Maupassant. Sin duda, estamos frente a un experto de la escritura. Fuerte como la muerte es a ratos una obra maestra y en otras parece una simple publicación folletinesca. La historia gira en torno a un prometedor pintor francés, llamado Olivier Bertín, que sube a la fama tras el cuadro de Cleopatra. Poco más tarde, decide retratar a la condesa de Guilleroy. Una mujer casada con una hija pequeña. Sobra mencionar que se acaban enamorando locamente.
El autor galo ha tenido buena mano en las descripciones coloristas a través del narrador lo que otorga a toda la novela un decoro sutil y elaborado de forma fascinante. Un ejemplo es la siguiente descripción sobre los floretistas de la página 85: “En la sala de armas, los floretistas, vestidos de telas gris, con chaquetas de piel, pantalones ceñidos a los tobillos, una suerte de delantal que les caía sobre el vientre, un brazo en el aire, la mano en la espada, y en la otra mano, enorme por el guante, el fino y flexible florete, se echaban hacía atrás y hacia delante con brusca agilidad de muñecos mecánicos”.
Maupassant conocía bien al género femenino como se puede apreciar en el siguiente fragmento: “Ninguna mujer, por mucho que ellas afirmen lo contrario, se muestra indiferente a la belleza física y a la gloria”. Y también disfrutó del amor apreciable cuando Bertín besa a Annette, la hija de la condesa cuando es muy pequeña, para que se dé cuenta de que en realidad se lo hace a la madre. O ambas cosas como en la descripción: “... le dedicó una de esas sonrisas en las que en sólo un segundo una mujer sabe mostrarle a un hombre todo lo que le ha dado”.
La novela tiene una gran ambientación reflejada en palabras como chungón, landó, bacarrá, quinqué, muselina, faetón, cupé y lacre, entre otras.
El tiempo de la historia ronda los trece años. Pasan meses en el principio y cuando consagran su amor Bertín y la condesa ya pasan doce años. Tiempo en el que concluye este por dos motivos, porque él se enamora de la hija y porque el pintor acaba muriendo por un atropello o intento de suicidio.
Los lugares de Fuerte como la muerte son Roncières, París y una pequeña localidad campestre. Los espacios cerrados son opresivos y frustrantes y los exteriores son alegres y favorecen la consumación de los sentimientos. Aunque hay fragmentos en los que Bertín está tan preocupado que hasta las calles le parecen perniciosas; de hecho es ahí donde le sucede el fatal accidente.
El libro está divido en dos capítulos. El primero va de la página 9 a la 113 y representa el amor entre ella y él; y en el segundo, que comienza en la página 127 para concluir en la 279, narra el envejecimiento de ambos protagonistas principales y el surgimiento del amor hacía la hija de ella. El autor ha sabido redondear a sus personajes a través de cambios físicos y sentimentales (rasgos característicos de los buenos personajes).
Todo parece que transcurre alrrededor de la fecha en que se publicó esta obra 1889. Además, en un momento dado, se hace mención a la fraternidad de la constitución cuando Annette dice que deberían de erradicar los carruajes de baja estofa.
Por la parte del narrador hay que especificar que es omnisciente porque sabe de antemano el deseo de Bertín hacía la joven al compararla con una gacela (deseo más carnal).
A lo largo de la narración se aprecia el espíritu bohemio cuando se reúnen en el círculo todos los señores para disfrutar de las pláticas o en las actuaciones del galán Montrosé y Emma Helsson. De modo secundario hay cierta presencia del canon del romanticismo con los torsos musculosos de los hombres y una preferencia de las siluetas delgadas antes que las rellenas en las mujeres. Esto se puede interpretar como un código para contextualizar Fuerte como la muerte.
El protagonista se percata del amor que siente hacia Annette en la página 216 cuando descubre todos los preparativos de la boda que va a tener con otro conde. Y es hasta que no lee un artículo que le conceden en Le Figaro cuando se ve obligado a aceptar que su arte se ha quedado anquilosado.
Hay pequeños detalles psicológicos muy presentes en la propia vida del escritor francés como puede ser cuando la condesa afirma que está más agitada por el cambio de tiempo. Es muy sabido, que el clima afecta al estado anímico. O cuando ella se obsesiona con la vejez y no deja de observarse en el espejo de miniatura. Una novela muy conseguida a sabiendas de que hay mucho del espíritu tan libre y francés que cosechaba este buen escritor en el fondo de cada párrafo.

martes, 16 de marzo de 2010

No con mi dentista

Estas líneas van cargadas de subjetividad, lo prometo.
Mi dentista se llama Inés. Tiene una clínica en Moraleja y otra en Arroyomolinos, más otras operaciones de alto standing como su lengua diría si leyera más; a falta de pan...
Poseé algo en la mirada que no gusta y que me produce rechazo. No sabría decir qué es, pero tiene mucho que ver con la codicia y con la falta de escrúpulos.
No es adusta en el trato, ni delicada en la profesión. Una dedicación que linda continuamente con los nervios bucales no es para ser tan brusca y agría.
No importa que me restriegue por la frente sus dos encantos; por mí como si es una playmate, pero sería de agradecer que fuera más justa y menos cuatrera (o fisgona. Voy a ser brusco yo también).
Le dedico esto porque me engañó o eso creo tras los siguientes hechos: 1) Me hizo dos curas en las muelas sin que fuera lo hablado y sin decírmelo. Cuando me enteré me quedé con la misma cara que debe mostrar un proxeneta cuando no le cuadran los cálculos. Tampoco puedes expresarte bien con la anestesia subida hasta el párpado inferior...
2) A los tres días me hace dos empastes cazando al vuelo (esto lo sé ahora) de que no van a ser lo adecuado. Ya van 150 euros entre el punto uno y dos.
3) Voy hoy y su secretaria me da cita para el próximo martes. Le pregunto que cuánto cuesta una endodoncia. -140 euros más 60 del arreglo -dice-. Para entonces, ya llevo unos segundos con la expresión de “yo también puedo ser dentista” (dudo que la recepcionista sepa interpretarlo de ese modo).
Pero me pregunto varias cuestiones, ¿Por qué coloca el extractor de saliva en el lado contrario del que trabaja? ¿No hay otro método más delicado que pinchar un labio con un pequeño gancho a lo capitán Garfio para saber si la anestesia va haciendo efecto? ¿Se lo habrán hecho en la infancia y por eso me lo hace a mí? ¿Por qué no ve mi mano levantada (signo que ella ya sabe que indica dolor) cuando debería estar más pendiente de la mano que de otra cosa? ¿Por qué dice que la culpa es mía por no hablar si tengo el extractor de saliva, sus cinco dedos, más la anestesia en mi boca?
¿En qué pensaba cuando se lanzó a erosionar el diente sin anestesia?
Menos mal que se dio cuenta a tiempo... tampoco vio mi mano levantada ni mis ojos fuera de órbita.. me cachis.
Cuando diga su profesión que sea sincera; es pinchadora de mofletes, no dentista.

domingo, 14 de marzo de 2010

Sara

Se sentó en un taburete del Pub. Estaba sola. Durante ese intervalo “lunar” tras los primeros días de la emancipación femenina en la que una mujer se sentía más en celo y donde apenas existen ya molestias. Se notaba terriblemente seductora y atractiva. Los ojos azules se le habían tornado de un gris claro, pero eso ella no lo sabía. De hecho, era un detalle insignificante dentro de aquel tumulto. Sin embargo, aquel pequeño azucarillo no había pasado inadvertido ante los ojos de varios chavales que, tras pasar a su lado, no pudieron disimular lanzarle otro vistazo de los que se echan de soslayo.
La química. Esos pentagramas invisibles y rotos, que habitan en el aire y que lo mismo les da por pasar totalmente desapercibidos para unos, como que se adentran en el subconsciente para aflorar, del modo más inesperado, en otros.
Sara no fumaba. Lo hizo durante un tiempo, pero era otra de sus tácticas de seducción. Sin la exhalación del humo, el aliento no quedaba impregnado de ese sabor plomizo, a veces amargo, y los besos, lentos y prolongados, les resultaban más frescos a los chicos. Un sutil engatusamiento, que no sabía si podría materializarlo aquella noche.
Se tomó un cubata y a los quince minutos, tiempo que decidió dedicarse para que el alcohol se asentara bien en un cuerpecín tan delicado, fue hacía la barra a por otro. Sin querer pero queriendo acabó por fijar la vista en el tatueje que el camarero llevaba en la cintura y que la mente de la joven prolongó hasta llegar al pubis. El dibujo eran dos plumas indias entrelazadas. El conjunto global le pareció sexy. Hablaron y tras tres preguntas, ella acabó por enterarse de que estaba casado y que nanai.
Más tarde y vacía, decidió marcharse de allí. Estaba famélica por la carne y el aroma varonil, pero ya lo conseguiría otro cercano día con total seguridad.
Y así, se marchó caminando de la mano de la soltería a sus veintitrés. Según se iba alejando del bullicio más completa se sentía. Se le cruzó la idea de que tenía algo de salmón por vivir a contracorriente; ahora que llegaba la primavera y las zalamerías de las parejas eran un gratificante escaparate en los bancos de cualquier parque y plazoleta. Iba ensimismada observando y escuchando el golpeo de los finos zapatos sobre el asfalto. Por un momento sintió que la calzada experimentó una recarga magnética para atraer la varilla metálica que había dentro del tacón. Ahora, le costaba levantar el pie del alquitrán. Andar, de pronto, se le hizo un poco más laborioso. Ella que había nacido casi con los zapatitos puestos. Escuchar algo de música antes de acostarse, le arengaría en su justa medida el corazón. Recordando el perenne pasado para imaginarse con deleite, todo lo que, a buen seguro, le deparaba el alentador futuro.

viernes, 12 de marzo de 2010

Miguel Delibes y su "hasta luego".


Mucho ha perdido Valladolid y España esta mañana. Aunque, por otro lado, el escritor vallisoletano ya está en la cumbre de los inolvidables. Allí donde se ausentan los genios para siempre y se mofan de los libros que no pudieron escribir, los premios que no les llegaron a conceder, las películas que les quedaban por rodar o las musas que les esperaban para retratarse y se quedaron con las ganas.
Al final, y tras doce años de lucha (donde un hombre acaba haciéndose un hombre o deshaciéndose como tal), un cáncer de colon le ha ganado el pulso a Miguel Delibes.
Ese autor, con pinta de abogado en otrora época, escribió joyas de la talla de Los santos inocentes, Señora de rojo sobre fondo gris, dedicada a Angelines de Castro, su mujer, La sombra del ciprés es alargada, Las ratas o El camino.
En el macuto se lleva el premio Cervantes de literatura y el Príncipe de Asturias. Galardones que amarran y fortifican la labor de escritura porque, al menos, parece que no están amañados.
El Nobel se le estrelló en la cruceta, pero es de estas ocasiones en las que el hábito no hace al monje. Así que, ya estaba todo dicho sobre sus maneras de estructurar frases y oraciones para crear libros.
En El Mundo (http://www.elmundo.es/elmundo/2010/03/12/cultura/1268376689.html) sostienen que el afamado escritor pasó por tres épocas: una sencilla, otra utilizando mayor agilidad en su lenguaje y una tercera en la que se inspiró en un enfoque más singular, personal y simbólico. No les quito razón, pero para mi sólo ha habido una que es la de transmitir un mensaje con un lenguaje tan pulido y bien escogido, que parecía que cualquiera podía escribir como él. Otro rasgo identificativo es el solapamiento del mundo rural con la vida de los personajes en algunas de sus obras más pretenciosas y carismáticas.
Más tarde, afirman que Miguel Delibes desmenuzó la literatura desde la literatura. Este es un proceso literario singular donde el autor se vuelve más “raro” todavía y decide estudiar y desmenuzar las palabras a través de la metalingüística. Algo sobre lo que no puedo hablar porque no he leído nada suyo al respecto, pero que no debería hacer mal ya que cumplía, al menos, con dos de las teorías básicas del crítico literario ruso Mijail Bajtin; como son la del enunciado y el lenguaje social. Dos herramientas que el novelista español dominaba a la perfección con su semiótica.
Hay corrientes que sostienen el hecho de no vincular la vida personal del escritor con su obra literaria cuando se les analiza, pero, ¿a quién pretenden engañar?
A Miguel Delibes se le murió su compañera de vida, que sólo era todo para él, y se sumió en una depresión de las que se tarda en olvidar su presencia. Años más tarde le diagnostican la otra enfermedad y tiene que sobrevivir a ello con un ala menos durante doce años. Digo esto porque la vida no es fácil ni para los que parece que el viento les viene a favor y porque, de alguna manera subliminal o subconsciente, lo personal acaba por teñir lo literario.
En fin, 13 de marzo de 2010. El cielo ha amanecido gris, como tapado por la sombra de un ciprés. Ahora que ya no está, la milana siempre será más bonita.

miércoles, 10 de marzo de 2010

Rara avis

He visto un pájaro peculiar. Creo que hay una familia de ellos por mi urbanización (a la que el Ayuntamiento ha mandado podar todos los árboles sin ton ni son).
El animal que digo poseé un pico fino y alargado, que, junto a la forma de su cabeza, le hace parecerse a un piolet. Tiene un plumaje verde muy vivo y llamativo. Algo inusual en un mundo donde lo vital es pasar desapercibido para los demás depredadores. Juraría que es un pájaro carpintero por la forma de encaramarse a los árboles y la insistencia con la que picotea y perfora sus troncos.
Es muy vivaracho y temerario. Hoy me he cruzado con él en la cuneta con esas maneras de “no me atropelles que no soy un ave”. Raro es divisarle un día cuando de pronto le ves revolotear en varios lugares a lo largo de la mañana y de la tarde. Es desconocido el lugar dónde se oculta en los lapsos que se hace invisible. No sé dónde anida ya que jamás lo he visto en la copa, ni conozco el color de sus cascarones. Tampoco lo he visto por la parcela y eso que por ahí han aparecido gallinas enanas y se ha posado, de paso, alguna que otra cigüeña o un erizo despistado y exótico ha cruzado de terreno en terreno.
Como decía, no tiene miedo alguno o no parece que lo tenga. Sabe volar raso a la perfección y quebrar el aire con un giro vertiginoso y mareante en un segundo sin, apenas, despeinarse la cresta. Al igual que todos los animales con plumas, ha nacido con esa cualidad innata que hace del viento una extensión más de sus alas.
Extraña verlo planear a una altitud tan baja, más propia de los gorriones. Y sus patas, qué son de sus patas. Para pesar más de la mitad que una perdiz, es el triple de rápido y ágil tanto en suelo liso como en campo labrado.
Este matemático alado, midiendo siempre las distancias con su pecho erguido y movimientos bruscos, da un toque más caribeño que mediterráneo a la zona. No puedo evitar quedarme absorto cuando le avisto.

Apagón


La tierra no ha temblado, el cielo no se ha oscurecido, pero ya está aquí. Desde hoy, 10 de marzo de 2010, la televisión ha dejado de ser analógica para emitir sus contenidos en digital, bajo el acrónimo TDT (Televisión Digital Terrestre). Ya ni la televisión, esa caja tan tonta, se ha podido resistir al dominio de los ordenadores y las computadoras que, poco a poco, se ha adueñado de nuestra sociedad. Cada vez estamos más bajo el yugo de dos números (sólo dos); el cero y el uno. La nada y el todo.
Nos han vendido la moto con que si ahora habrá más canales, se verán mejor y tal y pascual, pero no voy a entrar al trapo con una crítica tan subjetiva ante un hecho impuesto. Pronto (o tal vez jamás) debería de leerse en los periódicos y en los demás medios de comunicación los datos de venta de los decodificadores TDT y de las televisiones con digitales con él integrado. Porque somos tan chulitos y boyantes que ya que tenemos que comprar un aparato, mejor cambiar la televisión por una nueva... si total.
Hoy se abre la historia de España, para abarcar un hecho tan novedoso como el acontecido. La televisión llegó a la península en 1948, pero no fue hasta cuatro años después cuando se emitieron contenidos. Evento locutado y presentado por Matías Prats. En dicha fecha, había exclusivamente un solo canal, perteneciente al grupo RTVE que hasta 1966 no amplió la oferta con un segundo, el TVE 2. Eran tiempos en blanco y negro, donde seguro que los contenidos eran muchos más carismáticos que los de ahora (estoy pensando en el NO-DO y en la retransmisión de la llegada del hombre a la luna en 1969).
Aquí no llegó la televisión por cable hasta la década de los ochenta. Ésta consistía en la oferta de un video comunitario donde los vecinos del bloque podían alquilar películas tras el previo pago de un canon. Una estrategia que, poco más tarde, emplearía el cine digital por taquilla y que es algo característico en Ono a través de Ojo un canal en el paquete de Imagenio (Telefónica) de cine bajo demanda (Video on demand).
No viene de más recodar que la televisión y los medios de comunicación vienen respaldados por la Constitución del 78. Concretamente, por el artículo 20.
En 1990, alentadas y respaldadas por la Ley de Televisión Privada se crean Antena 3, Telecinco y Canal+. Más tarde llegaría la televisión digital por satélite con dos canales Via Digital+ y Canal Satélite Digital. En un alarde de potencia industrial y económica, Prisa acabó por comprar Via Digital y, de ese modo, salió al mercado Digital+.
La última década nos trajo la creación de Cuatro, La sexta, la adquisicón del 22% de las acciones de Prisa por Telecinco y desapariciones de canales como Quiero TV.
Tras el fundido en negro del analógico, el futuro ya es presente.

martes, 9 de marzo de 2010

Óscar 2010

No quería escribir sobre la ceremonia de los Óscar 2010 ®, pero no he podido resistirlo. Y no lo he hecho por varias razones. Es la primera vez en la historia que una mujer logra llevarse al tio Oscar en la labor de dirección. 82 años de victoria masculina, frente a una que le ha tenido que saber a gloria ya que el gran derrotado de la edición no ha sido otro que su ex marido James Cameron, al que vayan ustedes a saber los motivos del autopiscinazo. En tierra hostil (dirigida por Kathryn (dios mio que nombre) Bigelow) ha cosechado más galardones que nadie; un total de seis estatuillas con su característico bañado en oro. Avatar se ha llevado los restos como mejor fotografía, dirección artística...
Resulta jocoso ver que de diez películas nominadas este año (hecho que se producía por primera ocasión. Antes eran cinco) el tema de la guerra haya estado muy presente en cuatro de ellas.
Prosiguiendo con las justicias. Jeff Bridges se ha llevado el busto al mejor actor principal dedicando su discurso de manera muy humana y acertada a sus padres fallecidos que le introdujeron en la interpretación.
En la categoría de actriz secundaria ha ganado Mo´nique por su Precious (me temo que habrá una avalancha de actores negros que se consolidarán, de aquí en adelante, con Obama en el poder).
Para ser sinceros, hay que ver cómo se lo montan para que parezca algo democráctico y no sobornado. Me veo empujado a ello con la “victoria” de Sandra Bullock como actriz principal por The blind side. Algo que resulta chistoso cuando estaba de por medio “la reina” Meryl Streep. La única actriz que tiene dos premios más dieciséis nominaciones. Todo ello sin ni tan siquiera ser una mujer glamurosa y guapa. Algo que le honra más si cabe.
También se llevó el don dorado el largometraje argentino El secreto de tus ojos como mejor película extranjera; algo que no sucedía desde 1985 y que se ha celebrado en el país como si la selección de Diego Armando Maradona hubiera ganado ya el mundial de Sudáfrica. El galardón a mejor actor secundario fue para Christoph Waltz; lo mejor que ha salido de la chistera corroida de Tarantino en años.
Y qué fue de Pe, pues que pinchó. Otra vez será Pe-queña.
Parece injusto el olvido de UP. Insípida la actuación de Ben Stiller como Na´vi. Increíble que alguien hubiera contado con Sacha Baron Cohen con el humor tan degradante que elabora. Menos mal que lo despidieron a tiempo. Incuestionable que no quieran modernizarse en la contratación de presentadores de la gala cuando cuentan que Hugh Jackman cumplió con creces (claro que esto lo afirmó una mujer). Esta vez de nuevo estaba Steve Martin. Así fue la edición más justa que se me viene a la memoria (quitando a Bullock).

Los hombres que sólo veian su ombligo


Director: Grant Heslov.
Reparto: George Clooney, Ewan McGregor, Kevin Spacey, Jeff Bridges, Robert Patrick, Rebecca Mader, Stephen Lang, Stephen Root.
Año: 2010.
País: Estados Unidos.
Guión: Peter Straughan.

La gente salía treméndamente decepcionada de la sala de cine. Lo mismo esperaban que Los hombres que miran fijamente a las cabras fuera como Avatar (por cierto, también sale en ésta el general malvado de la cinta de James Cameron).
No es una obra maestra (pero puede convertirse en culto) ya que el largometraje es más trivial de lo que parece, y ahí reside su gracia. Lo más divertido e irónico de toda la función cinematográfica es que se supone estar sacada de una historia verídica. De ser así, cada vez pierde más crédito el ejército americano. Algo de lo que sólo se podrían deshacer si encontraran a Bin Laden. La historia narra como un periodista (McGregor) se cruza, por casualidad, con el mayor mentalista americano (Clooney) que le va introduciendo y enseñando todas las estrategias absurdas que desarrolló el ejército estadounidense en la carrera parapsicológica contra los rusos.
El productor de la película no es otro que George Clooney, que elige dónde adentrarse con el cuidado y la intuición de un perro viejo de la industria. Para colmo, le han tenido que envejecer para la interpretación. Que a sus 49 años le tengan que rapar el pelo para simular entradas suena a disparate. Para quitarse el sombrero señor Clooney.
Los hombres que miran fijamente a las cabras es una cinta de personajes más que de una historia. Con un reparto de aupa quien se come la guinda es Jeff Bridges al que le acaban de conceder el Óscar como actor principal en 2010 por Corazón rebelde.
Habría que incidir en el portento interpretativo en el que se ha convertido Bridges paso a paso y sin hacer apenas ruido por vivir alejado de los flashes y llevar una vida demasiado normal para una estrella de Hollywood; actuando varios peldaños por encima de su difunto padre Lloyd Bridges y a años luz de su hermano. En mi sana opinión ya le tendrían que haber dado el premio en 1993 por Sin miedo a la vida más que por El gran Lebowsky.
La película tiene una gran fotografía y un guión que recurre al feedback (regresión temporal de algunos tramos en el argumento) de manera eficaz, pero que resulta una herramienta gastada por series de animación como Los Simpson o Padre de familia.
Una pena comprobar lo viejo que está Kevin Spacey. Y buen guiño cuando definen a los hombres con poderes mentales como jedis haciendo un doble juego con la realidad al formar parte del reparto Ewan McGregor que ha intervenido en la nueva saga galáctica.
En resumen, una película entretenida arropada por un poso agradable bajo el mensaje de que cuando un hombre tiene ilusión por algo es capaz de lo que sea.

lunes, 8 de marzo de 2010

La etnía invisible

No sé de dónde vienen ni por dónde se van. Suelen llegar tarde, los domingos, cuando ya se ha ido el runrún del bullicio. Multitud de familias gitanas se reúnen en Parquesur, Leganés. Son decenas, cientos, multitud de conocidos, amigos y familias que sólo tienen ojos para los suyos y no para los demás payos, como digo, ya en minoría a esas horas de la noche. Pertenecen a un mundo calé distinguido y de a bien. Se podía llegar a afirmar que tienen más de Victorio y Luccino que de calorros. No son los típicos de la chabola. Las mujeres van con abrigos caros de piel algunas y con cuero elegante otras, y, faldas finísimas de raso, guantes de estilo, bolsos plateados de las mejores firmas de la moda, maquilladas con buena mano y gana. Repletas de alhajas que no recargadas de éstas. Ellos van con gabardina, camisas oscuras, cinturones de grandes hebillas que ostentan su poder, estupendos zapatos; todo ello subrayado por un afeitado fetén y enfatizado por caros perfumes por parte de ambos sexos.
Lo abordan todo. Casi se diría que en vez de ocupar un centro comercial están tomando Madrid entera. Los que no prefieren hamburguesas para su cena, se adentran en el italiano, y los que no al Vips y los que tampoco es que todavía están por llegar.
Esta marabunta cañí, es una masa compacta totalmente desconocida. ¿Por qué se reúnen ahí? ¿Por qué los domingos? Y me consta que llevan varios años procediendo de esta manera.
Más tarde, ahuyentados por un toque de corneta inaudible para los que no somos de la etnia, se van marchando poco a poco; con el mismo sigilo y paso firme con el que llegaron; mientras empujan con tiento los carritos de sus bebés y los corrillos de charla se disuelven por los pasillos del centro comercial, seguramente, porque ya se lo hayan dicho todo. Entonces, el edificio recupera la calma total como si de un circo sin público se tratase. El parking queda desangelado sin los lujosos y potentes vehículos de la que antes era la casta de la chatarra y ahora parece la del quilate. Los guardias echan el pestillo de las puertas. Ya casi es otro día.

sábado, 6 de marzo de 2010

Las FARC y su jungla


Cuando fui a la Universidad, había una asignatura de los Servicios de Inteligencia. En ella, venían todo tipo de militares, empresarios y especialistas en varias materias de interés general. Uno de los más divertidos fue la llegada de aquel españolito de unos sesenta años, con gafas franquistas y repleto de oros. De un discurso ávido, sacado de una mente sabia que ha palpado los terrenos y experiencias de las que habla.
Lo que vino a contar fueron algunas estrategias militares llevadas a cabo en las guerras, cómo ponían pruebas complejas a los soldados españoles dejándolos a su suerte en un campo para que llegaran en un margen de tiempo concreto a otro punto de interés señalado (afirmaba que ya no se desarrollaban este tipo de ejercicios) y, lo más significativo; el proceso de reclutamiento que llevaban acabo las FARC (Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia).
Llevaban a cabo lo siguiente: (imagino que harán un proceso de seguimiento) los militantes revolucionarios esperan a que llegue la noche. Te asaltan, te golpean (y más si no callas) y te vendan los ojos. Más tarde te suben a una camioneta. Cuando llegan a cierto punto te bajan. No te das cuenta pero estás caminando a través de la jungla colombiana de madrugada. Expuesto a picaduras de serpientes, arácnidos, sapos, mosquitos, alacranes, escorpiones y demás peligros que si se sufren te abandonan ahí mismo y ya trincarán a otro. Tras una larga marcha a jungla traviesa te detienen bruscamente. Te desatan la venda y cuando tus ojos se hacen a la oscuridad, más que a la luz, observas que estás en el borde de una garganta profunda y de la que no alcanzas a ver si la tremenda oquedad tiene fondo.
Entonces dicen: -Si quieres ser un FARC, salta.
El secuestrado, que lleva ya un buen rato con el miedo bien metido en el cuerpo, no lo ve claro y da varios pasos hacía atrás. Con esa respuesta se marchan sin más y te dejan ahí a tu suerte. La gracia radica en que en el fondo de la garganta pasa un río caudaloso que amortigua la caída y del que con un poco de maña se puede salir a flote. Algunos, afirmaba el interlocutor, saltan y ya no salen nunca más.

El espionaje en dos películas


La película 13 Rue de Madelaine refleja con acierto los inicios y las bases de la OSS, Oficina de servicios estratégicos, que, años más tarde, acabaría convirtiéndose en la CIA. Es una evolución, ya que cuentan con algunos de los agentes que formaban parte en la anterior estructura y mantienen el buen uso de la información y, sobre todo, contrainformación.
El largometraje El buen pastor se centra de manera más eficaz en la formación de la agencia. Todo comienza al existir un sentimiento de inseguridad por parte de los estadounidenses poco antes de que se produzca la segunda guerra mundial. En 1940 el Presidente Roosevelt propone al coronel William J. Donovan que forme un servicio secreto de información en su país. Ya, por entonces, la semilla de la OSS estaba germinando en el club elitista Skull and Bones; situado en las universidad de Yale, Estados Unidos. Hubo otro movimiento por parte del lado enemigo alemán en esa Universidad; El Comité Cultural Germano- Americano. Cuya misión era captar adeptos en sus listas y conseguir información de los estadounidenses.
Lo que ambas filmaciones transmiten es la importancia de la información y, más aun, de la contrainformación. Esto es apreciable cuando a Eduard Wilson (Matt Damon) le ofrecen un puesto en la nueva CIA para ejercer el espionaje y desinformación, que es más amplio que los demás departamentos de la agencia. Otro ejemplo sería cuando el papel que interpreta James Cagney llega a Francia haciéndose pasar por un general francés patriótico, que tiene que inventarse datos personales ante el cuestionario de un enemigo en el hotel donde se hospeda.
Otro rasgo fundamental que transmiten ambas cintas es la necesidad de un aliado para derrotar al enemigo que intenta engañarles. Así, el personaje de James Cagney se une a los franceses para conseguir datos de Alemanía sobre sus misiles y en El Buen pastor Estados Unidos se alía con Gran Bretaña.
A pesar de tener aliados, no se puede confiar en nadie. En un caso el compañero alemán (Richard Conte) desata la cuerda del amigo estadounidense antes de saltar en paracaídas del avión y, en el otro, el compañero ruso que toca el violín guarda secretos americanos en el libro de Ulises de James Joyce. Son los espías infiltrados.
La película de Robert de Niro va más allá y da con la clave del “éxito” en la formación de la CIA. Los americanos se dan cuenta de que el poder corrompe y para ello, siguiendo el ejemplo de la Alemanía de Hitler deciden dotarse de una supervisión civil. Para ello dejan que las instituciones públicas formen parte de la agencia secreta. De ese modo se garantizan una mayor eficacia con la intervención de los ministerios y funcionarios.
Resulta llamativo como al final las misiones y la propia corporación acaban siendo más importantes que la propia vida de sus miembros. Al final, el personaje de 13 Rue de Madelaine arriesga su vida antes del bombardeo estadounidense, para que el propio ejército nacionalsocialista no sepa cuando se iba a producir. El protagonista del otro largometraje abandona su vida a favor del servicio secreto.
Haciendo una comparación con el CNI cabe mencionar, que también surgió de las universidades. Nada menos, que de los bedeles que eran antiguos policías y militares miembros de la ONC; más tarde evolucionó a SECED, CESID Y CNI. Se contrapone la idea de un elitismo joven (Skull and Bones) al de un elitismo anquilosado. A la larga su configuración es parecida aunque la ONC desde sus comienzos ya formaba parte de las instituciones (Ministerio de Educación), pero es más tarde cuando ambas deciden incorporar a personal civil con vistas a mejorar la estabilidad.
Regresando a la cinefilia hay que destacar el empleo de los medios de comunicación para difundir la propaganda oculta y desarrollar el juego oculto. Así, el personaje principal convence a los franceses de que es un miembro de la agencia americana intercalando un mensaje en el noticiario radiofónico. En la otra película estrenada recientemente se emplea también el mismo medio, para afirmar que Adolf Hitler contrajo sífilis.
Muy a menudo, los estadounidenses recurren a la formación de un enemigo que es peligroso para el pueblo americano. Incluso, a veces, se empeñan en crearlo. Así, actualmente Corea del Norte tiene un ejército avanzado y hostil, porque los propios americanos comenzaron a suministrarles el armamento en los conflictos de la segunda mitad del siglo XX. El eje del mal no deja de ser una recreación de un hipotético enemigo que tanto idealizaron los regímenes dictatoriales como el de Franco (masones y rojos) y totalitarismos como el de Hitler (sabios de Sión y judíos). Ahora, enemigos más próximos como son Cuba y Venezuela, basan su retórica en advertir de los peligros del gigante americano.
Tras los ataques terroristas del 11-S se decretó la USA Patriot Act (se desarrollaron, además, dos políticas antiterroristas: “Estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos” y “Estrategia nacional para combatir el terrorismo”. Se idearon para mejorar la democracia y libertades fundamentales de la sociedad internacional. Políticas invisibles en la guerra de Irak.) una ley diseñada para mejorar la ejecución de actividades del servicio de inteligencia americano. Hay una Ley para evitar los ataques terroristas en Estados Unidos pero no hay una que evite la invasión americana en el resto de países. Una ley así podría haber hecho frente al despotismo de la política exterior estadounidense y a prevenirles de las consecuencias de la teoría de “La balanza de poder”. Teniendo en cuenta dicha teoría, podrían haber prevenido que tras la erradicación en Irak, Irán obtendría más poder al no tener un contrapunto al que equipararse como era el país vecino.
Concluyendo, cabe decir que ambos largometrajes me han parecido de buena calidad. Aunque seamos realistas; 13 Rue de Madelaine se queda corta en el final, que daba para narrar más y cerrar el guión aumentando el desenlace y, sin embargo, El buen pastor tampoco llega para una trilogía como se pretende. El elenco de actores de la actual es mejor. El guión de Eric Roth es superior al de Sy Barlett y John Monks al estar mejor documentado, aunque la obra de Robert de Niro parte de hechos reales y la de Henry Hathaway es tan solo una recreación.

viernes, 5 de marzo de 2010

IV plan para la igualdad

4 de marzo de 2010. En el teatro Nuria Espert de Loranca, Fuenlabrada, se celebró el IV plan para la igualdad de oportunidades de las mujeres de Fuenlabrada. En las butacas había un 90% de asistencia femenina, un 5% de masculina y otro 5% de infantil. El evento comenzó con un discurso leido de Teresa Fernández, Coordinadora de Izquierda Unida (IU) de la localidad fuenlabreña. El rostro más sencillo y popular del cuerpo político del consistorio dedicó su lectura a los veinte años de esfuerzos que han hecho todas las asociaciones de mujeres en el municipio, para concluir haciendo mención a un premio concedido a la activista saharaui Aminatu Haidar, que, por cierto, el 5 de este mes es la primera entrevista pública que va a conceder dicha mujer tras su caso.
Otra mujer saharaui, de vestimentas más coloristas, menos democráticas y de un discurso, esta vez hablado, más completo, comprometido y mejor expresado, que el de la propia Teresa Fernández, recogió dicho galardón en su nombre.
Luego el acto prosiguió guiado por una presentadora demasiado guay, pero necesaria. Se concedieron premios de pintura, que lo ganó un chico y de literatura, que también lo ganó un hombre; al que le hicieron leer su gran relato materializado de manera, como suele ser natural en estos actos, mal compasada.
Más tarde, otra asociación femenina realizó una actuación a medida que una locutora hacía un repaso de las efemérides más significativas durante la democracia. Este acto concluyó con una interpretación con cierto tono performance.
Por último, hubo más actuaciones y hasta un grupo de música.
En resumidas cuentas. Se palpó el gran despliegue económico que cuentan dichas asociaciones por el hecho de la contratación de la presentadora habitual (con dos micrófonos en escena), el técnico encargado en colocar el micrófono a la altura de cada persona que iba a hablar (y fueron muchos), la música profesional que tocaba el tamtan para acompañar el acto, el operador de iluminación estuvo perfecto, la cantidad de premios y ramos que se concedieron y la posibilidad de contar, casi siempre, con la presencia de Manuel Robles o, como en este caso, Teresa Fernández. Un acto interesante de ver, aunque sólo sea para recordar que la Constitución democrática que nos rige entró en vigor el 9 de diciembre de 1978 y no en 1976, como se suele confundir.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Carrera contínua

Nunca me ha gustado emplear la palabra footing (piesando, más que pisando). Escribo esto para describir las tres razones que tengo para correr. La primera de ellas es porque me entretiene. Hoy, sin ir más lejos, me ha mordisqueado el gemelo un caniche. Ha habido otras, en las que perros de mayor envergadura me han hecho pasarlas negras, pero sigo ileso. Por cierto, por muy atlético que se esté ellos siempre te alcanzan. Son cuatro patas contras dos piernas.
La segunda es porque una vez pasé junto a la residencia de ancianos y un abuelete se me quedó mirando tras la verja. La vejez debe ser eso. Observar algo que cruza presto y vital tras los barrotes de un tiempo que transcurre en tu contra.
Y la tercera, porque hubo otra ocasión que corría junto a mi padre y nos encontramos con el vecino que tiene otro hijo, más o menos, de la misma edad que la mia. Se llama Daniel y tiene síndrome de Down. Él, al no poder caminar con Dani, le monta en el asiento trasero de su Mercedes grisáceo, que no gris. Siempre con el cinturón puesto aunque vayan muy despacio. Imagino que imaginaba un paseo o un deporte compartido entre padre e hijo, como, en ese momento, lo estaba realizando yo. Me sentí un chaval con suerte. Asique, por esto corro. Porque parezco más libre cuando estoy en movimiento. Porque tiendo a la hiperactividad y eso me calma. Porque, a la larga, soy superficial por rendir culto al cuerpo. De poco interés resultan el fortalecimiento de las paredes musculares del corazón y la apertura de nuevos vasos sanguíneos, que pueden favorecer el rendimiento general.

martes, 2 de marzo de 2010

Que no quede títere


“A escribir se aprende escribiendo”. Esta es una de las mejores frases de Ryszard Kapucinski; el mito periodístico fenecido en 2007. Ganador del premio Príncipe de Asturias en 2003; premiado, quizás, por su extensa labor como corresponsal de la agencia PAP entre 1959 y 1981 en zonas de conflicto armado y en países tercermundistas. Autor de obras como Ébano, Viajes con Heródoto, El emperador y La jungla polaca, entre otras; ha sido víctima de la típica biografía vejatoria. Hace bien poco a Clint Eastwood le han zaherido con lo mismo, solo que éste aun está en pie para defenderse motu proprio.
El malhechor con su lengua de porexpan y su mano hueca no es otro que Artur Domoslawski. Este hombre ha escrito Kapucinski Non-fiction. Dicho libro acusa al emblemático periodista polaco de ser colaborador comunista, inventarse hechos para sus crónicas y, de forma secundaria, también se permite desgranar sus relaciones personales.
Quiero incidir en el hecho de que Domoslawski ha sido puesto en entredicho por miembros del Ejecutivo polaco y de la iglesia católica (la que, por cierto, no era seguida por alguien de izquierdas).
Si nos situamos en el extremo, en el presunto caso de que Kapucinski inventara datos para sus crónicas, tampoco sería del todo disparatado. Existen los casos de Sthepen Glass en The New Republic o Jayson Blair en el New York Times. Grandes estafadores de la comunicación, que fueron cazados y represaliados por ello. Pero qué sentido tiene publicar los demonios de una persona cuando ya no vive. Siendo cínico... ¿Por qué no le acusa también de inventarse esos libros tan fabulosos?
Luego está el hecho de tildarle de colaborar con el régimen comunista. ¿Qué es un periodista sino la pluma del poder?
Y lo más jocoso. Escribir acerca de las mujeres, hombres o caniches con los que el autor polaco se acostó. Con esta última acusación se tropieza con la prensa rosa tan alejada de la figura del afectado. Algo que, seguramente, no importaba ni cuando todavía estaba vivo.
Siempre tiene que existir alguien que describa a través de una lengua de trapo por el simple hecho de dar una exclusiva.

lunes, 1 de marzo de 2010

A mis ocho

A esa temprana edad, me sucedieron tres hechos dignos de mención en cualquier diario que se precie. El primero de ellos es el más feliz y del que más orgulloso me siento, aunque los que restan también me hicieron madurar a su medida.
Bien. Estaba en el colegio y la profesora nos mandó escribir un cuento sobre un chaval que cumplía años para que al día siguiente lo leyéramos en voz alta. Escribí un relato donde al niño le regalan un paquete envuelto y del que al abrirlo sale un guante de boxeo impulsado por un muelle que le golpea el rostro...
Creo que no fui tan detallista entonces y, con toda seguridad, copiara la idea de algún dibujo animado, pero cuando lo estaba leyendo (imagino que ya tendría la cara inundada por la soflama) la tutora se empezó a reír y los compañeros, ante este hecho, la imitaron. Puede que desde ese día tuviera ya en mente la idea de estudiar algo referente a la escritura. También aprecié que hacer reír a la gente era algo sumamente agradable.
El segundo hecho me desconcierta. Lo recordó hace poco Rubén, un amigo de toda la vida, que íbamos juntos a clase. Afirma que un día otra amiga me vio solo y triste por el recreo (hubiera jurado que mi mayor preocupación por entonces era el cómo hacer para que mi madre me dejara merendar tres bollicaos y no dos) y al preguntarme dice que le respondí lo siguiente: -Nada, que me he quedado sin amigos. Por aquellos entonces, Rafael y Ramón (a este último ya le he recuperado) se habían mudado a otro sitio. Puede que tuviera razón. De todos modos, da que pensar un niño triste en medio de un patio de colegio.
El tercero es el más desagradable. Lo tengo muy presente.
Ese verano mis padres decidieron apuntarme a un campamento militar en la sierra madrileña. No tardé en arrepentirme. Extrañaba horrores a mi madre (aunque,en realidad, sea más a la inversa) y el hogar; todo en general. Las noches eran frías. Dormiamos en literas dentro de tiendas de campañas enormes; arropados con mantas marrones y ásperas. Se hacían hogueras nocturnas y cantábamos canciones a lo boy scout. No se me olvidará una que aprendí sobre dos grandes amigos que van a un conflicto armado y uno mata al otro confundido por la "niebla" de la guerra. Una letra, que todavía ahora, me sigue pareciendo extremadamente triste. El título es Madre anoche en las trincheras. Y yo, claro, con morriña. Lo peor estaba por llegar.
Me había llevado unas sandalias de cuero cuya piel desteñía y me dejaba los pies azules. Cuando se me mojaron saltó la alarma por el campamento fascistoide y alguien llamó a la monitora que me hizo limpiármelos. No quise. Le expliqué que era por el calzado y que ya lo había intentado. Se pensaría que era un rebelde y la monitora trajo a otro monitor; Nacho. De trato más hosco insistió en que metiera los pies en una fuente natural que había (helada, por cierto). Cuando se desentendió me puse los calcetines y seguí triste, de nuevo, hasta que contactaron con mis padres que me recogieron un domingo. Secundariamente, aprendí lo que era un condón con ocho años, porque había un monitor graciosillo que no sé cómo sacó el tema pero dijo que no le contáramos a nuestros padres lo que significaba la palabra preservativo. Memoricé que venía de la palabra preservar y más tarde, ya en alguna charla del colegio, lo enlacé. También recuerdo los helechos de la montaña en una marcha que hicimos con macuto. Las chicas mayores que yo cantaban la canción de Mecano Una rosa es una rosa. Nos enseñaron que si nos cruzamos con una vía se puede adivinar si viene un tren colocando el oído en el raíl. Algo común, pero que a esa edad fascina. Muy a mi pesar, aquella tarde no pasó ningún tren por la ladera.
Por ultimo, recuerdo que en el menú diario servido en unas bandejas metálicas que quitaban el apetito, pusieron unos judiones que sólo cabía uno por cuchara. Un estúpido gigantismo que todavía no comparto; como las caracolas y los macarrones enormes que siguen en los supermercados. Qué tiempos.

El elefante y la mujer

Existe, hoy en día, un circo ruso que recorre los países soviéticos que colindan con Asia desde Omsk hasta Astrakhan. En dicho circo viajan la adiestradora Petra y su elefante Slavisa. El animal es un macho de, nada menos, seis toneladas de peso; cada una de ellas alimentada por la mano de su cuidadora.
La rutina de los dos consistía en ensayar la actuación a diario durante ocho horas, más las dos que le concedía Petra para hablar, acariciarlo y darle de comer al paquidermo con la finalidad de que el vínculo no se deteriorara. Ella cercana, él sereno y satisfecho con sus ojos inexpresivos, secos, casi dibujados.
Así, llegaron a Samara y cuando estaban en medio de la función algo puso nervioso a Slavisa. La adiestradora no pudo controlar el brote repentino de histeria que le invadió. Nunca antes, en los diez años que llevaban juntos, había sucedido algo así. Enfurecido y preso por el pánico, el paquidermo la arroyó aplastando una pierna y rompiéndole varias costillas. Por fortuna, no hubo más heridos.
A los diez días los compañeros del circo ruso fueron a visitarla al hospital. Llevaron flores, bombones, revistas y todo lo que se le puede llevar a un hospitalizado. Pero se vieron obligados a decirle que desde que estaba ingresada Slavisa había dejado de comer. Así, llegó la noche a una jaula y a la habitación número sesenta y uno. La tristeza se adueñó del elefante porque le faltaba una mujer; la melancolía asaltó a la mujer porque le necesitaba su elefante.
Maltrechada por los hombres, requerida ahora por un animal.
Al amanecer había tomado ya una decisión. Los médicos la advirtieron de que si abandonaba el pleno reposo, la pierna no curaría como era debido. A pesar de ello, se marchó.
Ya en el circo, delante del paquidermo, observó que aquella roca de cuatro patas, ahora, tan sólo, era pellejo y hueso. También le daba la impresión de que su compañero tenía el doble de arrugas por todo el cuerpo. Aquellas hendiduras en la piel, las sentía llagas en su corazón. La recuperación de Slavisa comenzó a notarse a partir del tercer día de convivencia. Tras varios meses y ya sin escayola, Petra adquirió una cojera en su pie derecho de por vida. Los dos siguen actuando en su espectáculo.