domingo, 30 de diciembre de 2012

Otro tributo más

Y de nuevo tú... querido libro. Te sostengo complacido entre mis manos e imagino lo que te costó escribir todo esto. Locura, amor, tragedia, caridad, honor, valentía, así hasta que el diccionario francés se te quedara estrecho. Creéme he leido las sesenta primeras páginas de tu maestro Gustave Flaubert con su Madame Bovary y no solo me parece fascinante la capacidad de descripción que tuvo tu mentor, sino también da la sensación de que su mensaje se difumina entre tanto revuelo literario.
Es decir, que con bastante menos se puede generar más de lo que a mi simple vista le parece. Pero tú, qué decirte que no hayan ya dicho los unos y los otros, los del sí y los de no.
Los escritos tuyos son tan reales que ni la realidad misma parece haber sido la materia prima de la que hayan brotado tus textos. Tratas con finura, pero firmeza al lector y le dejas que vaya asimilando la trama lentamente en el nudo, donde se ha de cocer el meollo de lo necesario; para que al final la verdad caiga como un puño o una caricia a la inteligencia del que lee y te piensa.
¿Cuánto hay de ti en este ejemplar? De sobra son conocidas tus excentricidades en cuanto al sexo y al culto del hedonismo, aunque verás, eso importará mucho o poco, ya que los libros que dejaste pesan más que tu trágica leyenda.
Digamos que en cuanto a hedonista no te superó ninguno de los miembros del círculo literario que te auspiciaba por aquellos entonces, siglo XIX. Aunque no sé qué tipo de protección se puede conceder a un hombre de carácter tan fuerte, que descubrió la vena prosaica quizá demasiado tarde y a destiempo, mientras habría terrenos más apetecibles antes de que se descubriera tu enfermedad.
Sin saberlo, te ibas convirtiendo en un personaje más de tus obras. Un ácrata mental y un crápula desde el nacimiento del cabello hasta la planta de los pies. Todo ocurriria poco a poco mientras tu horla personal te iba devorando vivo, mientras tú, tal vez, no te dabas cuenta creyéndote protegido por las cuatro esquinitas de tu sano pupitre.
Y luego, ¿qué queda cuando el racionicino se va y solo hay locura y desvario? Te imagino en una cama postrado deseando aferrarte a una hoja límpida y un lápiz a estrenar. Como si con eso volviera el gran escritor que una vez fuiste. Como si con eso volvieran todos los autores que se trastornaron y que obtuvieron su gloría cuando ya no estaban. Porque la fama literaria es tan cruel como lo que te sucedió. Rara es la vida que trata bien a quien escribe y los que han sobrevivido a su éxito se merecen una estatua y su nombre impreso en una placa de cualquier plaza importante.
Al final es el tiempo y quien lo acaba sepultando todo. Siempre recodaré que existió un gran escritor, que acabó solapándose demasiado con las letras e ideas que describía. Ninguno estamos exentos de algo así. Es el cobro que deja la vida, en algunos casos, cuando lo único que se intenta crear es un mero reflejo. Una imagen que distorsiona al distorsionador.

viernes, 28 de diciembre de 2012

Veinte años sí son algo

Si no hacía más de veinte años que no pasaba por allí, veinte sí, dos décadas justas, ni mes arriba ni abajo. Por alguna extraña razón se había visto envuelta en una profunda melancolía que le había empujado a estar, de nuevo, quizá por última vez, frente a ese telefonillo. Su corazón, ya casi afrenelado y cubierto de una capa densa imaginaria que le alejaba de cualquier sentimiento de amor, se resistía a rejuvenecer en la búsqueda de una compañía masculina. Según su pensar ya no le quedaban ganas de volver a conocer a nadie. Y en esas se quedó mirando fíjamente el botón y el número de bloque de su última pareja, ya rota hace nada menos que cuatro lustros, porque estamos frente a una persona de las que creen en el amor una sola vez; y si falla, adiós con todo, no hay sitio ni anhelo para nada más. Según ella solo se puede amar una vez en esta vida, porque hay heridas que no se curan jamás... pase lo que pase, suceda lo que suceda.
Y no está demás recodar que Matilda llevaba muy lejos lo que para otros podía parecer ridículo el sentir tan profundamente. Era como un principio tan arraigado, tan profundo y suyo, de ella y nada más, que nadie podía desacreditarla con cualquier comentario nimio o fuera de lugar... ante ello se resignaba y más tarde resarcía a quien la importunase o la contrariase.
Matilda, sin saber muy bien cómo, había acabado allí, en aquella calle siempre repleta de vehiculos y de transeuntes que iban de un lado a otro por doquier. La calle Toledo desde que rompio con Roberto se había convertido en una especie de cementerio urbano para ella, un sitio donde el que pasa se siente incómodo y taciturno, fijándose solo en el  sitio que le conviene, en este caso un portal, que bien podía haber sido una lápida, pero él no estaba muerto, por eso quería volver imperiosamente a llamar por el telefonillo que desde entonces había sido modernizado en, al menos, dos ocasiones.
"En el amor siempre pierde el mejor" decía alguien al que evidentemente no le había ido bien en ese campo. Y ella no solo arrastraba un poso imborrable de recuerdos en la memoria, sino una cajita de plata repleta de regalos y otros dones que él le hizo tiempo ha.
La caja seguía quemando como una yesca encendida en un pajar. Notaba entre sus manos como le pesaban los objetos, los años sin él, la soledad no buscada motu propio que es engañosa porque no daña al principio, pero luego, mirando la vista atrás, se siente el terrible punzazo del tiempo, que dice "la vida se pasa, ¿qué te queda dentro?". A ciencia cierta no sabía si devolvérsela o arrojársela. De momento no se creía que hubiera tenido el coraje de estar frente a su vivienda. ¿Para qué tanto dolor? Seguro que él estaría echado tan tranquilo o pintando algún cuadro de paisajes como solía... como si nada; intentando abarcar todos sus problemas en un inútil trazo de pincel. Si todos los percances de la humanidad se resolvieran de ese modo, que fácil parecería; qué sencilla era la vida junto a él. Hasta en los peores momentos sabía sacarla una sonrisa, un leve gesto de "podía ser peor".
Así que, sin más rodeos, apretó el 5ºB mientras las mejillas se le encendían, a la vez que el corazón pareció bombear más sangre, casi desempolvando la oquedad de venas y arterías, como si lo único que tenía que hacer durante la espera de estos veinte años fuera a presionar un mísero botón.
Esperó un instante, a la vez que hacía grandes esfuerzos por recordar el olor de su piel, de su pelo, su aroma corporal y personal, pero no obtuvo respuesta. Al cabo de unos segundos una voz de mujer descolgó el telefonillo. Era ella, tal vez, su sustituta, o la sustituta de la previamente sustituida quién sabe. Matilda aguardó en silencio cabizbaja pensando en su acción tan inmadura. Como no contestó, la otra mujer, la exmujer de su mujer o quien quisiera ser, colgó y solo volvió a haber silencio. Un silencio elegido por ella misma durante tanto tiempo, que no le iba a acarrear nada positivo en cuanto al amor... al menos al que no era propio, el de uno mismo. Y se fue por la calle, mientras se difuminaba vista desde el portal del piso de Roberto como en un cuadro de sombras invernales, de abrigos de desconocidos que abrigan ideas de supervivencia. Donde el querer y el pretender ser querido es y no es todo. Matilda poco a poco se fue alejando de la muchedumbre. A lo lejos, en realidad, parecía una más. Un borrón más.

jueves, 20 de diciembre de 2012

El desconocido

Y entramos a la tienda una vez más motivados por el gusanillo del hambre sin saciar o qué se yo. Aquel lugar era tremendamente atractivo. Para empezar disponía de numerosas cajas repletas de colores vistosos para atraer a los más pequeños y a los que ya no lo somos tantos. Se podría llegar a afirmar que estábamos ante comida, pero no me atrevería a decir que era vianda, sino más bien patatas, gusanitos y demás congratulaciones entre grasas tansgénicas.
A decir verdad, era un lugar único y exclusivo para el consumo de alimentos hipercalóricos tal y como podía ser una pizzería o un Burguer King, pero este sitio tenía una cualidad tremenda. Por todo el local se apreciaba un olor delicioso, que como el espacio era reducido se distribuía mejor el aroma a pan recien horneado. Bueno, para ser sincero no sé si denominar pan a esas barras precocidas que descarga un camión empaquetadas por el cartón que las conserva.  Digamos que de no serlo también está bueno. Y no sabría decir el motivo de por qué al oler este producto en el horno me invade una sensación de bienestar como la del café recién hecho y eso que yo no lo bebo.
Además, me percaté de que las cajas estaban fuera de su posición normal en la  estanteria. Estaban como sacadas hacia fuera respetando una especie de orden minucioso y enfocado a la venta. Este hecho resultaba enigmático ya que sugería que todo: color, aroma y productos te envolvían por doquier. También predominaba en el ambiente cierto toque a dulce proveniente de la bollería que había en lo que se conoce en el negocio como corner o pequeña estanteria.
Mientras tanto nosotros allí, esperando que saliera alguien a antendernos. No esperamos mucho cuando un hombre de nacionalidad española (digo esto porque es raro encontrar supervivientes en estas tiendas) se levanta de un pequeño taburete como sin ganas de trabajar aquella tarde-noche de junio. Él iba sin afeitar con una barba negra de pirata que sufre una profunda pérdida de higiene, moreno de ojos y de piel. Mientras nos habla observo que arrastra de una forma desigual su brazo derecho. Tiene una deformidad, pero esta no le impide manejarla a su antojo y coger lo que se le pida sin problemas, "se ha adaptado correctamente" pienso. Pero la verdad es que lo más extraño estaba por llegar. De nuevo nos regala una barra de pan y un refresco. Da la sensación de que el dependiente está tirando la casa por la ventana y poco o casi nada le importa ya el negocio. Meses más tarde mis predicciones se cumplieron y en el sitio donde estaba esa tienda ya habían levantado otra completamente distinta y sin ninguna relación con la alimentación. Así que el hombre lo que estaba haciendo era regalar lo poco que le quedaba sin importarle apenas. Como ven las similitudes con la política actual son inexistentes en cuanto a caridad. El dependiente que parecia incluso siniestro resultó ser todo lo contrario. De ahí el que hable de política donde nada es lo que parece. A veces en los lugares más insospechados uno encuentra algo de lo que merezca la pena escribir. Desde entonces siempre que paseo por esa calle no puedo evitar recordar a aquel hombre, el aroma, su mano, la distribución minuciosa de lo que vendía y pienso que puede haber encontrado otro trabajo y que soporte la competitividad de lo que significa estar unos frente a otros, en vez de en una única dirección.

miércoles, 19 de diciembre de 2012

Iris

Paracerá mentira pero creo que he encontrado la única parte del cuerpo humano que no envejece, que resiste al paso del tiempo. Esa no es otra que los ojos, para ser más concreto el iris, uno de los cuarenta esfínteres de los que disponemos. La patente no será mía... al menos tengo el gusto de volver a sacar esta idea o reflexión a la luz.
Así: verde, negro, gris, marrón y demás tonalidades son de una materia especial ya que por mucho que pasen los años, las imágenes dolorosas y las más entrañables, incluso la más rutinarias no deterioran algo tan inquisitivo como puede ser un ojo que se posa sobre cualquier movimiento y quiere apreciarlo todo mientras desgasta a la memoria con el volumen de datos que es capaz de captar y posteriormente almacenar.
De este modo el Iris no envejece. Es un músculo que podrá perder contracción pero no le salen arrugas al no ser de piel y su fibra mágica podrá hasta oscurecer o aclararse con el paso de los años.
El esfinter ocular ni se empaña ni languidece con el devenir de los días. En contadas ocasiones le pueden aparecer algunas manchas oscuras e inofensivas. Se podría decir que es el máximo desgaste que puede padecer, aunque en la mayoría de los casos son de nacimiento.
Un Iris puede modificar el color humedecido de más por el agua salina de las lágrimas, pero mientras que el lagrimal las vierte por el extremo exterior resbalando por la piel, esta podrá humedecerse, frente a la humedad propia que mantiene siempre el órgano de la visión. Aquí se ve el milagro de la creación: una materia sometida al humedecimiento y al vaho debería desgastarse más rápido que la piel, por ejemplo, que es el mayor órgano del que disponemos. Y sin embargo es la que antes desvela el desgaste mudándose, secándose, arrugándose, degenerándose...
Es el músculo que al principio de nuestros días suele ser gris o azulado y que según vamos creciendo cambia de color. En algunos casos puede darse el caso de una leve mutación que degenere en disponer de un ojo de cada color, pero no es algo muy normal, lo que convierte al color en algo misterioso y un tanto desconocido. Por otra parte, la córnea refleja los problemas de sueño y el estrés al mostrar la cantidad de venas alrrededor del músculo al que me refiero. Extrañamente estas venas parece que se detienen al llegar al iris, y el iris también debería de tener pequeños vasos sanguíneos puesto que es un músculo más. Es como si los problemas humanos no llegaran hasta el centro y se quedaran solo en su superficie. Es casi una metáfora de la vida...

lunes, 10 de diciembre de 2012

Libertad

Yo que he visto arar la tierra en campo abierto al atardecer y ver cómo emanaba del interior de ella un vapor cálido e inusitado. Que he cultivado terrenos de sol a sol sembrando con mis propias manos sin esperar mucho más que lo que vale el esfuerzo aunque el cobro siempre se antoje inferior, pero hay que estar ahí para ganarlo. Que he ido a cazar topos con la Rufa al amanecer para que no se coman las patatas y otros alimentos convirtiendo mi esfuerzo en inútil. Que me he asombrado con el canto del cortejo de las cigüeñas, allí a lo alto, sobre cualquier torre de iglesia. Que he comido ancas de rana y me han parecido un placer enorme y exquisito, como de otro mundo y otra vida. Que me he zambullido en ríos salvajes y he dejado que los pececillos me mordisqueasen los dedos de los pies, estando ya uno seco sobre una piedra fumando y disfrutando de la claridad que produce el sol escabulléndose entre los pinos.
Pero vinieron por mí. Los familiares me rescataron de mi soledad para introducirme en su modo alocado de vida. Me trasladaron a la urbe donde el ruido nunca cesa. También quisieron que les acompañara a sus fiestas donde todo el mundo tiene algo que contar. Todos menos yo, así que aguardo, espero en una silla ingeriendo comida que bien podría estar liofilizada y si alguien tiene mis mismas predilecciones silenciosas lo contemplo durante un rato y es entonces cuando me percato de cuánto hecho de menos el campo y los bosques, la caida de la hoja y la siembra. Porque si algo dejé atrás fue ese silencio que guarda la naturaleza. Algo tan ancestral como intangible. Para mí decir campo era decir paz y sosiego. Ahora ya nada me salvaguarda. La calefacción es demasiado cálida. Preferiría estar a menos grados... como antes... como siempre.
Como no me adapté ni al dinero, ni al consumo, ni al decoro de la familia, me devolvieron al lugar de procedencia. Y con la Rufa ya muerta por fin puedo decir que vivo íntegramente libre y sin ataduras. Donde escogí pertenecer. Descansando tumbado en una ladera repleta de helechos, al canto de las perdices y a la recolecta de piñones, a la caza de liebres y a realizar cualquier labor natural en la que pocos hombres aguantan. Debe ser complicado deshacerse de sus portátiles, sus manifestaciones, sus rentas per capitas, pero hasta que no decidan trasladarse culturalmente no se darán cuenta de lo afortunados que son si se pierden en la traslación. Son como los peces de la pecera abierta. Si supieran que con un impulso pasarían a escapar y ser libres durante unos minutos tal vez lo harían. La máyoría, por no decir todos moriría, pero es el riesgo del estar dentro o fuera. Y aquí ya no sé si la ciudad es dentro y el campo fuera o a la inversa. Solo puedo regocijarme en que estoy del lado que pretendo porque es lo único que sé hacer. No quiero ser como el protagonista de Greystoke o El Libro de la selva, al que unos monos le adoptan y luego tiene que insertarse en la sociedad; opino que a cada cual lo que sepa hacer y yo estas historias que echan por televisión no las comparto. Mi libertad no se puede comprar con un final feliz. Pretendo la soledad porque es la que menos me pide a cambio y con la que más agusto estoy. Además, qué más compañía puedo pedir que la del aire meciendo suavemente las copas de los árboles, las nubes claras de la primavera, los alimentos, mis animales. No pido más... aunque mis familiares sostengan fehacientemente que con elegir no pedir es como si ya fuera demasiado avaricioso. Esto es lo que soy y lo que quedará. Una osamenta desenterrada y visible que intentó sobrevivir a la globalización. El enemigo de la raza humana a mi simple parecer. Porque lo que te salva también te encadena. Que sé yo... si solo soy un pobre hombre de campo.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Negra Navidad

Paint it black, nanananananaaaaa. Así, demasiado por encima en el tararareo, decía la canción de los Rolling Stone. La verdad es que la letra es muy pesimista, pero merece la pena escucharla por su sentido del ritmo y lo humorístico que queda todo al ponerle música a una visión de la vida que no la merece en absoluto.
He de reconocer que ahora que nos van invadiendo (vaya con el gerundio) los motivos navideños, hay cierta parte de mí que se acuerda del tema británico... del melódico me refiero.
Y es que no quiero imaginarme lo que significaría cobrar a fin de mes (a finales digo, ni antes ni después) y llegar a London Street, por ejemplo, y fundirte medio sueldo en regalos. Mi disconformidad estriba en por qué se nos ha impuesto esta insana costumbre. Podría ser en agosto donde la cabalgata de los Reyes Magos iría igualmente al aire libre solo que sin pasar frío. Esto es igual a reconocer que nos vamos a ir de este mundo sin saber, a ciencia cierta, el porque de los cambios horarios. ¿Estará alguna multinacional implicada? Qué más da, dormiremos igual... ese es el problema.
Regalar está muy bien, pero que la televisión nos sature a anuncios de ofrendas desde finales de octubre, qué digo, agosto; si al final voy a llevar razón y todo, no es algo productivo emocionalmente. La publicidad en tu correo electrónico o en tu buzón de casa. Te acecha. Compra. Compra. Gasta. Gasta. Hablaba de emociones porque es lo que prima en estas fechas, aunque seamos reacios a expresarlo en algunas ocasiones.
Y con qué cara te quedas si al final no tragas con el mensaje. Imaginaos uno con dos o tres regalos recibidos y él, por rancio, por antiglobi, por Grinch, sin dar nada a nadie.
Pronto saldrán las noticias en los informativos sobre lo que gasta cada familia de media en estas fechas tan desesperadas, aunque esto va tan rápido que lo mismo me estoy retrasando en la pronosticación. Nos dirán que gastamos mucho para estar en crisis o esa será la conclusión que se pueda sacar entre otras muchas tan libres como democráticas.
La verdad es que lejos de los sentimientos verdaderos y personales, considero que todo ello es una especie de negocio en el que uno gana y pierde a la vez. Vence si consigue tener a alguien al lado a quien darle un don, por pequeño que sea y regalarle su cariño no en Navidad, sino durante el resto del año. Y cae derrotado si no sabe sacar algo productivo a este tinglado casposo y periodo antisocial.
Digo lo de antisocial porque nos han inculcado, y con razón, que esas noches del año son las peores para salir con el coche. Así que al final acaba uno en su propia casa, acordándose de los primos, de los tíos, dónde están, qué hacen, estarán tan aburridos como el que los rememora. A saber. Yo creo que ni los ebrios salen esa noche por respeto a los otros bebedores, para mantener la leyenda viva. A saber.
Las florituras ornamentales pueden parecer fatuas, pero os aseguro que no le sucede nada a la familia que decide no poner arbolito o Belén. Cada uno lo lleva como puede. De todos modos, menos mal que tan solo es una vez al año... podría ser peor.
Concluyo afirmando que si nos modifican el horario durante el 28 de octubre (el notorio) para ahorrar energía, ¿Por qué luego en Navidad las calles no dejan de iluminar letreros con mensajes propicios para la ocasión? Es cierto que cada vez hay menos, pero suena contradictorio.
En fin. No encuentro más chicha donde rascar. Perdonen las divagaciones y dilaciones. Solo quería experesar mi rechazo y también mi aceptación porque soy uno más. Comparto lo dicho a partes iguales.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Malecón

En clase había que hacer un escrito con nuestra palabra preferida. Sé que las hay mejores, pero esta en concreto me gusta bastante porque abarca la palabra "mal" y no tiene nada que ver en su significado. Así un malecón es un rompeolas y en Cuba o Ecuador es un paseo por la orilla del mar. ¿Tal vez me esté saliendo la vena "oye tú sabe"? Qué se yo. Aquí les dejo lo que me dio tiempo a escribir en quince minutos.
 
 
A lo lejos, en lontananza, hasta allí se extraviaba la vista y la mente. La línea que unía el cielo con el mar era extensa y cómoda de contemplar para cualquier veraneante. Había otra que se adentraba, poco a poco, en el mar y era la que hacia a su vez de rompeolas en los días revueltos del oceano, el malecón. Sobre él multitud de parejas habían paseado felizmente, casi como quien camina por encima del agua y otras discutían, muy de vez en cuando, porque los parajes naturales no invitan a ello, como si quisieran ser llevados por la marea. También era el tramo de algunos deportistas en plena Operación Verano para concluir con su fatiga autoimpuesta.
Entre sus rocas, cómo no, había basura, desechos que aprovechaban las ratas al caer la noche y los felinos más tarde, pero antes de que saliera el sol y crease un espejo con el agua para proyectar, más si cabe, la energía solar de la estrella que más calienta.
El malecón había pasado ya a formar parte del paisaje; edificado con la idea de aguantar todo el paso de los años. Sobreviviendo más al desgaste humano que al natural.

lunes, 26 de noviembre de 2012

Ilusos

El iluso está dentro del margen óptimo de una persona cuerda, en sus cabales; solo que a veces se columpia al borde de su propio precipicio. Ocasionalemente, aunque consta que suele ser casi siempre, genera una realidad ficticía o inalcanzable. Un oasis de irrealidad que no conduce a ningún sitio para los que observan desde fuera, pero que para ellos es tremendamente útil y valorable. Sin esa utopía no podrían vivir ni seguir adelante... fíjense lo que se afirma. Sí, que a través de una invención ellos se sienten lo suficientemente libres y felices como para pensar lo que quieran. Y a ver quién les discute que ello sea malo ya que imaginar es gratis como se suele decir. El problema se sobreentiende y no es otro que el de pretender imponer sus principios por encima de los demás. Entonces la gracia se transforma petulante. El soñador se rebaja a la escala del iluso.
El mal va a mayores al ver ellos mismos que el hilo se va acabando, es decir, que la madeja ficticia tiene un fin y un fin visible no obstante.
Algunos sueñan con irse a una sinagoga en pleno Marruecos e intentar cambiar a los allí presentes al catolicismo. Otros, al menos, son conscientes de que lo deseado es inalcanzable, pero ya te han intentado colar que sus ilusiones eran mejores por superiores y ambiciosas.
También hay un segundo grupo... los que han conseguido sus aspiraciones (siempre por encima de la de los demás) y por eso creen que su vida es más especial. De ahí que miren por encima del hombro y crean que pueden estar en sitación de mirar a alguien de arriba abajo, como si ese otro no fuera nada porque él es todo.
El iluso puede mostrar un humor de perros cuando él mismo sale de su burbuja y se da cuenta de lo que hay. Entonces baraja dos opciones o seguir mal con lo poco que tiene o fijarse más "retos" por los que luchar.
Siempre hacia adelante, siempre desde su ombligo, siempre imponiendo su ego con su puño de cartón piedra. Nada más lejos de lo complicado de los tiempos que corren. Quizá obliguen a más de uno a reiventarse mientras se arroja por la borda los sueños incumplidos en una deriva de promesas a familiares que ya nunca verán la luz. Y rápidamente se habrá tapado la pérdida con una buena nueva, con un parche exiguo para todos menos para él, porque el iluso puede pasar por alto el pequeño detalle de que los demás no se crean un ápice de lo que prometen o se prometen.
De todos modos nadie dijo que alcanzar un propósito fuera sencillo, pero al menos lo esperable es que todos juguemos limpio y equilibrando las posibles oportunidades de los otros o por lo menos no hacer de menos a nadie; con eso ya deberia bastar. Lo demás, como se suele decir en algunos casos, estará por venir. Virginia Wolf en La señora Dalloway hablaba de la mesura de las cosas... pues no estaría de más en algunos casos que se aplicara en el día a día.

sábado, 24 de noviembre de 2012

De pequeño...magia

Cuando era joven, qué digo un ñajo, me dio por observar las labores de los trabajadores; en tiempos donde se podía acceder de un modo fácil a casi cualquier puesto de trabajo. Solo hacia falta estar en el lugar adecuado y si ya traías bajo el brazo referencias próximas... aquello podía convertirse en el trabajo de tu vida.
Pues cuando montaba en autobús me preguntaba cómo hacía el conductor para no chocarse con otros coches en los giros de las calles estrechas. Más tarde, cuando ya crecí, me di cuenta que no solo giraba en la curva bien, sino que además iban manteniendo conversaciones con otros pasajeros. Lo cual significaba hacer dos acciones a la vez.
El carnicero también fue muy admirado. Con esos cuchillos enormes, siempre afilados, para cortar el espinazo de un morlaco en un golpe seco. A mi edad... y todavía ahora, no entendía cómo no se cortaban los dedos mientras sajaban o deshuesaban. Al ser más mayor advertí que también controlaban la caja para devolver el cambio y cobrar a los clientes, por lo que descubrí la multifuncionalidad empresarial.
Aún hoy me sigue alucinando cualquier labor que se escape de mi control. Por ejemplo. El paracaidista que se sube a una avión con una persona al cargo y esta es la primera vez que decide lanzarse por los aires. Ahí interviene la adrenalina, la profesionalidad, no sé qué puede darse más para una profesión tan arriesgada. Algo inaudito hay desde el barrendero hasta los paracaidistas. El afán de supervivencia. El "no quedaba otra".
Y luego un leve vistazo a los políticos. Se encierran en un edificio con agujeros de bala, los que descerrojó Tejero y se sientan unos frente a otros con un sueldo desorbitado. Y piensas que está sucediendo algo muy extraño. Que se les paga muy poco a los verdaderos héroes y a los que solo dialogan y decretan leyes a su conveniencia se les está otorgando el cielo pero en la tierra, a pie de calle, concretamente en Fernanflor, 1. Por héroes me refería a los trabajadores como el repartidor de alimentos, el comercial, auxiliar administrativo, psicólogos... hasta podólogos, fíjense. Y en cuanto al nombre de la calle; curioso que tenga una flor integrada... imagino que tendrá su historia también como el 23-F, que ya ha llovido. De pequeño me llevaron también a ver el Congreso y vi las oquedades del miedo y no entendía por qué no se habían sellado ya... favoreciendo el olvido. Recuerdo también que, por un momento, entendí que el ser político era una profesión arriesgada.
A veces, hoy, ahora, intento verlo todo como cuando era pequeño y aunque todavía veo la magia del conductor... del carnicero... me sobreviene una especie de nostalgía absurda como si se hubiera inhabilitado al pueblo para desarrollar su mandada supervivencia. Las empresas han generado cribas tan crueles, que conseguir empleo ya no está al alcance de cualquiera. Los culpables... tal vez seamos nosotros mismos, la sociedad, el hombre del tiempo cuando falla su pronóstico, el conductor del autobús arrancando un retrovisor, el carnicero vendiendo carne pasada... daños colaterales que han ido colando pero no calando. Se pensaba que estábamos en una primera potencia mundial y el vaso de líquido sigue sin llenarse. Parezca lo que quiera parecer.    

lunes, 19 de noviembre de 2012

Peces de plata

Marco tenía una migraña terrible aquella noche cuando entró a su casa desde hacía cinco días. Parecía mentira, pero aunque todo estuviera igual que lo había dejado fantaseaba con que algo estuviera presente solo que cambiado de lado, como si alguien hubiera estado allí y hubiera luego desaparecido de inmediato, ocultándose debajo de la cama o en un armario. A él no le daba miedo encontrarse con algún ladrón dentro hurtando algún valor o alhaja porque el bate de besibol seguía en pie tras la puerta del recibidor con letras en negro que decían: "Nueva Jersey". Comprado en un viaje de ocio hacía ya algunos años.
Como siempre fue a su cuarto y se quitó el abrigo. El tendedero seguía en su sitio... la terraza y los libros en las tres estanterias Billy que compró por ciento veinte euros en un centro comercial sueco.
Estaba todo en orden hasta que su ojo divisó algo que se desplazaba por la pared. Rapidamente se giró para enfocarlo mejor. Era algo inofensivo para él pero treméndamente dañino para las hojas de papel polvorientas y en esa habitación había un banquete listo para el incómodo inquilino, además, donde hay uno seguro que había más. Ahora parecía mentira pero para un ser tan diminuto el bate no servía como arma. No quería que dejara manchas en la pintura plástica y blanca.
Fue a por papel y cuando lo encerró en la mano apretó con todas sus fuerzas para deshacerse de él. Cuando por fin estaba en el baño y abrío la palma de la mano para ver los restos de color oscuro del insecto tisaruno o Lepisma sacharrina se dio cuenta de que todavía estaba vivo y al ver su inmunidad y resistencia decidió liberarlo... arrojándolo al agua del inodoro. Una vez allí dentro, abajo, donde va lo que no quiere el cuerpo humano, el pez de plata se sintió más libre, buceando con su espalda repleta de destellos grises, casi cristalinos. Se diría que estaba como en casa, pero ¿qué tipo de ser era aquel que era silencioso y se desenvolvía bien en cualquier materia? Las moscas hacían ruido y estaban mal vistas, las cucarachas más de lo mismo, pero este con esa tonalidad y elegancia... uno no sabía muy bien si pisarlo o dejar que campara a sus anchas por doquier.
Al regresar Marco de su ensimismamiento la distracción había huido ya por la cañería buscando la fosa séptica, tal vez.
Y allí estaba. Con un bate de beisbol y un fragmento de papel higiénico arrugado en la mano izquierda sin nada. Los libros, algunos, ya empezaban a perder su forma porque estos bichos vivían de ellos y de la ropa. Todo su afán era desnudar al hombre y desabastecerle en lo que a cultura se refiere. Eran seres especiales... por muy insignificantes que a priori puedan parecer.  

sábado, 17 de noviembre de 2012

Confesiones de una niña tontuna

Un viernes más en la asociación y decidimos llevar a cabo el ejercicio donde cada uno dice una palabra y los demás intentan hacer algo con todas las que ha dicho cada uno antes. Las elegidas fueron: Desigual/Amor/Distinto/Bandera/Flequillo/Sostén/Bragas/Política/Coño/Copa/Encaje... y esto fue en lo que quedó.
 
Llevaba un corte desigual en el flequillo o eso era lo que le parecía. Antes iba con una curva delicada cuyo extremo más lejano le rozaba la ceja y el ojo casi. Cuando se quiere cambiar de vida tal vez haya que comenzar al revés, por la superficie, lo superfluo. Si te falla el amor... hay que tomar un rumbo distinto; sin resquebrajar los cimientos, conservando las buenas bases.
Llevar como bandera tus principios sin importar lo que digan. Ir con las deudas justas; que lo único que te apriete sea el sostén y no los bancos... ¡Qué coño! Que se coman su política asfixiante los que se dejen si es que hay alguno.
Amor, bancos, sexo y cifras bursátiles. Una nueva vida se abre paso, día a día, cigarro a cigarro, copa a copa. Ser una misma desde la coronilla hasta el encaje de las bragas.
La peluquera dió el visto bueno, había hecho un buen trabajo. Lo demás estará por llegar.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Huelga... decirlo

Madre de Dios. ¡Cuánta gente! Todos en la misma dirección, caminando al unísono. Esto parece una marcha militar pero con pancartas. El transporte público casi se ha paralizado en la zona donde estamos y los servicios mínimos son eso. Los piquetes han hecho de las suyas. Una persona me explica que los pagan los sindicatos. Instituciones, que hace medio siglo o más, prestaban dinero a los necesitados de la posguerra. Hoy parece ser que se han decantado por los iracundos. Los mismos han ido con ropa de calle, como todos los que me rodean, y han reventado con bates los retrovisores y alguna luna de autobús con usuarios dentro. Se podría decir que se han dejado llevar y han generado algo de miedo, no terror. Porque entonces ya sabemos de quienes estamos hablando.
Bien. A dónde vamos no hay ninguna puerta del Congreso, ni Ministerio que se precie. Nos dirigimos de Atocha a Colón y punto pelota, no hay más. Nuestras ganas de reivindicación, nuestras ganas de encontrar trabajo no dan para más. Los deshauciados ya tienen lo suyo y no van a venir aquí, aunque alguno habrá... somos tantos diciendo tan poco. Porque Grecia se manifestó en más ocasiones que aquí. Porque HUELGA sabe a poco.
Y al final, por razones obvias se ha conseguido agitar a los medios de comunicación buscando el dato de asistentes y a las redes sociales haciendo su particular interpretación de izquierdas y derechas con el trato policial, por ejemplo, o malinformando. Y hablando de malinformar... ni he estado en la huelga, ni sé cómo ha sido aquello, pero he de decirles que veo muy bien una reivindicación de los derechos humanos. También estoy a favor de quien no ha ido a la concentración. Tiene gracia. Hay que pedir permiso al Gobierno para manifestarte contra él. Podría obviarse la petición a estas alturas. Claro que ello supondría cambiar la Constitución y no es muy flexible que digamos.
Mañana dirán en la uno que hubo taitantos asistentes y en Telemadrid, que no hubo apenas nadie. Lo importante es la voluntad de quien ha sabido sumarse a una mayoría esta vez para buscar el bien común. Sea como fuere la huelgas dan otro aire al país. Las carreteras van medio vacías y las calles están a medio llenar. Un aroma extraño se respira en el ambiente; como si de pronto hubiera vuelto agosto a mediados de otoño. Es como si la gente se hubiera ausentado. Ausentados estábamos. Parece que, en verdad, está sucediendo algo ahí fuera con tantas ausencias demostradas.
Recapitulando, la huelga viene bien, pero quizá tarde. ¿Algo más se puede hacer? Por supuesto, me estoy refiriendo a medidas pacíficas pero determinantes... a mí me pasa lo mismo. Solo me responde el leve eco de una frase inocente, casi carente de significado. No pienso hablar de revolución, ni rebelión, porque son palabras que invitan, tal vez, a la anarquía... y ahí ya estamos de frente en la teoría del más fuerte. No me digan ustedes. ¿Espada o pared?

lunes, 12 de noviembre de 2012

Pequeños remedios para hacer un buen libro

Bien. Este conjunto de frases que acabarán formando párrafos irá destinada a todo aquel que crea ser un escritor maravilloso. Podría citar a algunos que lo son, pero hasta ellos quiero suponer que tienen un corrector ortográfico. Me refiero a la persona no al programa de Word puesto que todo el mundo comete alguna falta o descuido de escritura; como es normal.
El mejor modo de ver tus errores, puesto que en la mayoría de las ocasiones uno no ve bien sus defectos (esto es más psicológico y comprensible), es dejar el escrito a un buen amigo. Sí, he dicho bueno porque de otro modo no se podría comprometer a que tal acción dificultosa llegue a buen puerto. Corregir es complicado y para hacerlo, primero hay que saber lo fundamental del idioma. Y aquí es cuando se podría hablar de las peticiones laborales de algunas empresas cuando te piden el dominio de varios... ¡JA! ¿El dominio? ¿Acaso conocemos nuestra lengua materna?
A todas esas entidades habría que prestarles un ejemplar de El dardo en la palabra.
Según sé de propio conocimiento las editoriales contratan cada vez menos correctores con lo que la calidad literaria de los productos (sí, productos) se ve seriamente afectada. Alguien debería arreglar esto, pero ese no seré yo.
Como se decía con anterioridad debe ser alguien distinto al propio autor el que revise todo: sinónimos, concordancías, credibilidad, contexto, decoros, en fin, lo que significa corregir algo. Hombre, no está de más revisarlo y quitarle trabajo al elegido. Sería lo esperable... y aún así habrá errores. Siempre los hay. Estamos hablando de que antes era un oficio. Ahora ya vivimos otros tiempos.
Para hacer un buen libro no hay una fórmula mágica (tampoco sé cómo hacerme rico) ni hay que leer otros ejemplares, donde hablan de lo que hay que hacer para crear una buena novela. No hace falta recrearse en exceso con los decorados o paisajes, aunque es verdad que hay una serie de obras que lo hacen y son clásicas... se me ocurre Madame Bovary sin irse muy lejos (solo a Francia).
Tampoco es vital que tu padre se haya dedicado a las letras décadas atrás, aunque siempre hay curiosos casos como es el de Julián Marías y su hijo.
Es inviable querer escribir una historia y hacerse rico con ella. Lo primero porque eso no suele suceder ni en la ficción, pero en la realidad hay que contar con una serie de posibilidades que un autor desconocido no tiene. Ahora es cuando tengo ganas de decirles que todo está ya escrito y que no hay posibilidad de innovación, pero siempre habrá un cráneo privilegiado para desmentirme.
Morfológicamente hay que tener cuidado con el uso excesivo de palabras que nosotros mismos hemos encumbrado, es el caso del ya, del pero, que, gerundios, la palabra cosa es un enfermedad común, cuidado con mezclar temas que no tengan relación; hay que darlo trituradito al lector pero tampoco en bandeja.
Hay que leer muchísimo para poder escribir. Esta frase podría ser de Kapuscinski, pero seguro que es de otro escritor sobradamengte conocido. Pues tiene razón. No solo abrimos la mente leyendo si no que nos vamos fijando en los pequeños detalles de la escritura: el punto, la coma, el guión. Y me refiero a leer bien, aunque ¿quién soy yo para discernir entre buenos y malos libros? Digamos que los malos son los best sellers con sus personajes planos y lo demás es viable. Aunque ya digo... al final, casi siempre, suelen estar bien y leerse del tirón. Cosa (¡oh, cosa!) que otros no consiguen con bastante más renombre. 
Sé que sonará mal, pero la mayoría de argumentos que vemos o novelas que hojeamos copian algo de alguien. Pues sugiero que hagamos igual, pero con estilo, no un corta y pega como tal, hay que hondar dentro del escritor para encontrar las claves para hacer una buena historia. Siento defraudarles, pero yo no dispongo de los principios suficientes como para plasmarlos y que ustedes tomen nota. Cogan el folio o el gteclado si son más modernos y arranquen como puedan. Siempre con tiento, buen ojo y la papelera al lado, por si toca deshacerse de ello. Suerte.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Siempre a tu lado... ya ves

Tanto tiempo contigo y todavía no me he acostumbrado a ti. Llevamos, nada menos, que casi treinta años conviviendo y la verdad es que nos conocemos bastante bien o eso quiero pensar siempre. Pero compañera del alma compañera no pasa nada si te fugas un rato a Orihuela y me dejas un poco tranquilo. Te seré sincero. Durante una época en la que no me acostumbré a tu presencia se me hacia raro contar contigo a cada momento. Cuando te reúno, y no mezclo, con los extrovertidos o amistades que si alguna vez te conocieron te derrotaron, sales tan pronto a relucir que no sé qué pensar. Quiero creer que eres más buena que mala, pero hay situaciones en las que me dejas desarmado como un soldado sin fusil en medio de la trinchera enemiga. No hace falta que nos perdonemos en beligerancias… ¿ahora, a estas alturas de nuestro precioso largometraje? Pues sí. La verdad es que ya no me arrepiento de haberte conocido… algo así le decía Mick Jagger al diablo, pero ese vuela ya muy alto. Aquí, a nivel del mar, con los pies bien firmes, he de decirte que a día de hoy tengo que seguir aprendiendo de ti, porque somos uno para bien y porque sí. Si miro lo bueno creo que aportas cierto aire distinguido… algo normal si de cuando en cuando te gusta generar que agache la mirada o la cabeza. Así solo puedo llamar la atención y no finjas no haberte dado cuenta. ¿Y la soflama? Cómo haces para que en cuestión de décimas mi corazón se acelere y bombeé gran cantidad de sangre al rostro. A veces es por el simple nombramiento de mi nombre, me giro y… ya te has mostrado antes casi que el dueño. Siempre me dejas huella. Y a mi edad, antes incluso, ya no tengo por qué ocultar tu presencia… sana prolongación de mí. Ahora, como decía, puedes perderte de cuando en cuando por ahí. Distráete con más personas. Instaurándolas, si gustas y puedes, un rictus personalizado repleto de paciencia y buen estar. Anda, a ver si encuentras otro igual. Pero amiga, y ya concluyo, no olvides que en el reino de los precavidos, de los herméticos, cautos introvertidos, es fundamental en estos tiempos que corren tu aire de rareza. Sin pasarse eso sí. Idolatra los puntos medios pues debe de haber de todo, más con acierto que sin él. Total, cambiar ya… no sería ético ni valioso. Y no olvides, pequeña, que este desvarío está escrito con la mesura necesaria para describirte.

jueves, 1 de noviembre de 2012

De la muerte

Este es un tema tabú, un campo inhóspito para el que escribe. ¿Qué es la muerte? Supongo, que no es final porque en la memoria, no sé de qué modo, se incrustan una especie de recuerdos incandescentes... casi vivos, pero, en cambio, es un adiós para con la persona ya que no se disfrutará más de ella, de su grata presencia y obligada porque el vivir es indicativo de que durante un gran periodo de tiempo uno va a poder contar con cualquier familiar; la práctica es así, nos lo autoimponemos sin querer como si fuéramos dueños del tiempo, de él nada menos. Pero de repente no es el paisaje cómo se esperaba. Nos cambian una ficha y ya se estropea todo el puzzle; y con razón.
La verdad es que aunque no sea un tema grato yo conocí a cierta persona que supo engañar parcialmente a la muerte, como el cuento árabe de los espejos. Ese que escondido y haciendo un ángulo determinado tras el reflejo de la muerte, ella misma se convence de que en la habitación no hay nadie y se va con las manos vacías.
Le llamaban "El Tragón"; no sé muy bien todavía el motivo. Desconozco si era porque comía demasiado para una España de racionamiento, pero no tengo la más remota idea. La verdad es que he intentado indagar, pero nadie ha sabido darme un dato acertado. Resulta que Rafael tenia muchos hermanos, tantos que con él nació un mellizo que vivió más que él... si la memoria no me falla y que tampoco sé ya si sigue en pie. Pero fueron los últimos que quedaron con vida de su familia con lo que ello significa. Lo mismo la tenían jurada y lo tomaron como una competición. A ver quién da más.  El caso es que "El Tragón" fumaba como si sus labios tuvieran que estar siempre en contacto con la nicotina. Dos cajetillas diarias, a veces más, acompañadas de vino y wisky va, vasito viene.
Como de goliardos están los hospitales repletos, este no iba a ser menos y también acabó por visitarlo forzosamente. Allí le dijeron que dejara de fumar y que disponía ya de un solo pulmón funcional, el otro estaba casi enquistado de alquitrán. El susto, juro recordar, que le duraba semana, semana y media. Luego volvía al humo del pitillo y al líquido etílico.
Los conocidos no se explicaron cómo la familia permitía que saliera al bar ese hombre de salud inquebrantable pero rota. Las razones quedaron claras: Quiso morir en la calle. Y fue al aire libre donde una tos, de muy señor mío, le medio asfixió en la puerta del portal de su propia casa. Cuando unos vecinos le socorrieron, casi inconsciente, en el asiento posterior al conductor ahí echó todas las flemas posibles que aún guardaba a lo lejos, en el fondo de su pecho. Nos confundimos hasta en eso... en creer estar en disposición de elegir el sitio donde vamos a fenecer.
En cuanto al pobre Rafael, creo que de aquel vehículo no salió vivo. Y luego cuando mi hermano le dió un beso en la mejilla, si aquello se podia llamar ya carne, de oidas le oí decir que no fue una buena idea, que estaba frío y esa temperatura se había adueñado de él a través de sus labios, como el humo de un cigarro denso y por eso estaba ya pálido, más que un muerto y yo más preocupado que un niño.
Pero, no sé cómo ni de qué manera, hay momentos en los que mi oido, no yo, cree captar su tos, o su carcajada. Juro que la oigo nítida antes de que otra vez deje de sonar y sea mi imaginación o el sueño los culpables de la alucinación. Qué mejor herencia que escuchar una carcajada. No lo sé. 

domingo, 28 de octubre de 2012

El final de nuestra escalera


Qué es la vejez… ¡Ay! Puede ser la soledad, en medio de cualquier estación, mientras se espera algo. Ese anhelo es incongruente porque qué personas pueden llegar a la edad vetusta buscando todavía, escarbando con las uñas de la incertidumbre. Los hay… claro que los hay y habrá. Después de ti y de mí. Serán hombres y mujeres que apenas hayan mirado de soslayo en la vida y aún así, con sus bastones, con sus achaques corporales y mentales, sentados en un solitario banco o andén con una nube de nostalgia insertada en el iris. Se preguntarán por Pepito y el Jesuli y paladearán, por un momento, la ausencia de lo vivido. Porque la senectud es eso, estatuas de oro vivientes que caminan sin saber muy bien el rumbo, o lo quieran olvidar, ya que… bueno, mejor será no referirse a ello. También puede ser un salón repleto de seres queridos. De copas de champán resbalando victoria y dicha. Los hay a su vez con suerte, por supuesto, y han mostrado la suficiente entereza como para conocer a sus nietos y también a los bisnietos. Para ello hay que tener otro ADN, de otra galaxia porque superar la barrera de los, no digo noventa, sino ochenta es ya una proeza extraordinaria. Ahora, la vejez también puede ser una cama de residencia, unas manos que te duchan y que son de todo menos manos… garras que resbalan. Luego un salón donde poder convivir con más ancianos como tú, para escuchar cada día batallitas, en el mejor de los casos, o lamentos en el peor… aquí los términos medios ya no cuentan porque se está en el final del camino y las aguas templadas ya no calman. Los hay, aunque son pocos, que la longevidad, desgraciadamente, les ha cogido entre rejas. Aquí puede haber cabida para el lamento y la expiación, pero lejos de esto se deben de arrepentir de la vida que no han vivido, maldiciendo al estado en todas sus bases, contrariando siempre su condena si son culpables y también los inocentes. Pero no sé qué es ser anciano. Imagino que te debe pesar el cuerpo, que los años se te deben enredar por todos los músculos. Que el agarrotamiento llega también al cerebro y con lo cual al “alma” de esa persona. Y este es el punto de unión de los sujetos que describo. Quien conserve la mente intacta podrá llegar a donde él (y el estado) quiera. La demás morralla solo es levedad.

viernes, 19 de octubre de 2012

Minicuento social

En el rellano de su casa, del nuevo hogar, a veces se hablaba de embarazo ya que la vecina del quinto estaba encinta. No era un tema apasionante para él, el nuevo inquilino, ni ese ni muchos, ya que le costaba una barbaridad relacionarse con la gente, con los desconocidos. Pero ya se sabía cómo eran estas cosas: cuanto más reacio eras a algo más probabilidad tenías de que te tocase.Y vaya si le tocó. Un día Esmeralda le vino con eso de "estoy embarazada" y él al escuchar la palabra embarazo si echó las manos a la cabeza, dramatizando y actuando en un papel estelar y maravilloso, como si fuera a ser el mejor padre no del mundo sino de la galaxía. Los vecinos se echaron las manos a la cabeza también con la noticia tras los tabiques porque sabían perfectamente que Mario no sería un buen padre al faltarle dotes comunicativas y expresivas, fundamentales para transmirtirle cariño a un bebé, a los bebés, porque encima venían dos. Al nacer Pedro y Juan Carlos efectivamente se demostró que no todos valen para hacer lo que se proponen y más cuando estos dos niños eran dos diablillos desobedientes y alborotadores. Cuando crecieron y ya el vecindario solo hablaba de vejez y fútbol, Mario tenia que comprarles los regalos por duplicado porque ambos eran muy envidiosos. Que a una le gustaba un equipo, al otro también, que a uno le gustaba una chica, al otro también. Siempre compitiendo cada palmo de vida y olvidando que tener un hermano puede significar hallar el mejor tesoro del planeta. Alguien que siempre estará ahí, en lo bueno y en lo malo, como dice la frase eclesiástica, que, lejos de su pronunciación oratoria, era cuando, verdaderamente, recobraba su sentido. Así los dos gemelos fueron madurando y creciendo y en vez de tender a la unión se decantaron por la autoindependencia... cada uno por su lado. Y fue entonces cuando se percataron que sin el otro eran como un pantalón sin una pernera, una hoja de tijera y nada más. Al final la sangre, como decía, te acaba arrastrando. No era tarde para volver a intentarlo. Empezar no de cero, pongamos que solo desde el cincuenta y de ahí a ver que pasaba. Y Mario, extenuado de ver pasar los años y de lo orgulloso que se sentía por sus gemelos, solo le quedaron fuerzas para hablar de la vejez y de fútbol y también, aunque la gente no reparara mucho en ello, en ver la vida con otros ojos y una  amplia sonrisa.

miércoles, 17 de octubre de 2012

Música (en clase de logopedia)

Fui a la academía y sintonicé Rock F.M; no entendía cómo a esas horas de la tarde M-Clan, Murcíelago Clan, cantaba esa letra vacía y divertida de "oigo música en todas partes en mi cabeza a cada instante, música explota y siempre eres tú". Tampoco entiendo mucho del tema, de hecho lamento no ser melómano pero no entiendo la fama en un grupo que se ha dedicado a a versionar a otros artistas, aunque bueno, reconozco que me encantó esa letra que hablaba  de una estrella de orión o algo así. La fama es algo que se le escapa a la mediocridad, a la gente que viaja en sus coches tarareando una canción que, tal vez, no les lleve muy lejos... tanto como quieran ellos mismos.

Reflexiones hospitalarias

De nuevo allí, en un quirófano, un sitio donde la muerte puede acechar a cualquiera sea cual sea el motivo de esa visita. Antes de eso han sido buenos, se han portado bien. Han dejado que un familiar te acompañase hasta la habitación con taquilla y vestuario. Te dicen las normas que has de seguir y uno las cumple a rajatabla. Bueno, mi intención era entrar con los pendientes puestos para no sentirme tan desnudo, pero no pudo ser y eso que son de madera. Pasada media hora larga amenizada por la cháchara con ese familiar tuyo, que al menos va vestido como se merece, llega el enfermero que transita con una silla de ruedas.
Le habrán guiado en ello. Imagino que le han dicho que no puede transportar rápido a los enfermos ni a la salida ni mucho menos en la entrada, cuando más nervioso se está; a la vuelta lo que predomina es un cansancio enorme y una bajada producida por el consumo cerebral de adrenalina y el subsiguiente uso de endorfinas.
Así que el conductor de la silla te guía como si de un videojuego se tratase, a un paso de metrónomo y una voz de barítono. Las especialistas cuelgan sus móviles diciendo que ya le están trayendo al enfermo. Qué suerte decir “enfermo” y no “a otro enfermo”. Eso indicaría que ya están un poco cansadas de extirpar tumores y otras células malignas; lo cual, aunque se sepa, serás otro cuerpo indefenso sobre la mesa, y es que el quirófano, con sus bajas temperaturas y su aspecto aséptico, conserva ya algo de morgue. Con lo cual debo decir que esa zona del hospital es una especie de via crucis momentánea que recuerda lo agradable que uno vive fuera de sus muros.
Entonces el hombre tranquilo me deja al lado de la mesa que se eleva manualmente. Lo primero que me impacta es el frío que ahí allí. Dan ganas de preguntar: “Oye, ¿No lo sienten?” pero debe ser que los de adentro están hechos de otra pasta, de una muy dura. Lo segundo que me paraliza es que está todo el suelo repleto de un color rojo apagado. Alguien ha intentado limpiar sangre sin conseguirlo. Ya sabemos lo escandalosa que es que nos damos un pequeño golpe y sale enseguida. Pues me colé en un sitio donde no hacen más que buscar la sangre… en un sitio o en otro, pero husmean, cortan, sajan, y ahí no pasa nunca nada; excepto cuando sucede.
Ahí me tienen… tumbado boca arriba con una vía nasal de oxígeno en la nariz que me está helando la pituitaria por segundos. Lo peor es cuando te colocan ese manto verde y traslúcido por el que un enfermo puede adivinar lo que le están haciendo lo cual deja de tener un poco de sentido que a uno le imposibiliten la visión. Aunque guarda perfectamente la estética hospitalaria
Y por último, cuando acabaron conmigo, mejor, cuando acabaron de operarme arrojaron mis despojos sanguinolentos al suelo y ya lo entendí todo.
Lo ideal es no tener que apreciar la vida cuando se nos introduce en esos sitios… pero es inevitable. A quién no le ha sucedido alguna vez. Olvidamos que dentro también hay más vidas que nos cuidan y que trabajan para ello. Son las mismas que luego deslizan la factura de los costes de la operación al enfermo cuando lo único que quiere hacer es salir pitando de allí. Eso es lo irreal de lo más real… el quirófano y sus operaciones.
Y ya para concluir mencionar el buen pulso de quien debe poseerlo… el cirujano. No hacía falta verlo con claridad pero hasta tapado diferenciaba las manos de él comparado con las compañeras que le ayudaban. Por su decisión y precisión, porque sabían como nadie de los allí presentes por dónde operar. Para ese puesto no vale cualquiera. Hay un escalón muy grande entre quien abre y en el que es abierto. A veces es tan amplio que el azar se puede colar entremedias. Por suerte y de momento, alguien ha salido casi ileso. El tiempo dictaminará cuándo volverá a pasar por un quirófano. El tiempo y la vida… suenan igual.

jueves, 11 de octubre de 2012

La anunciación

El Gran Circo situado en la calle Antonio López de Madrid se disponía a llevar a cabo su primera función, como cada año, en dicha zona. Las gradas no estaban ni medio llenas ni medio vacías, cordial empate para pesimistas y optimistas.
Los niños apuraban el bocadillo envuelto en papel de aluminio y otros se decantaban por el zumo y algún tipo de fruta. La mayoría estaban contentos y algo expectantes. Desde el escenario se apreciaba la riqueza de colores de la grada. Por eso los payasos identificaban la mayoría de asistencia infantil, pero no los contaban. Ni tenían tiempo, ni ganas. Eso son procedimientos de los jefes y ellos eran meros payasos o no.
Antes de comenzar con la función o el espectáculo, el más mayor de los actores caracterizados cogió el micrófono y se dispuso a comenzar su presentación de siempre, aunque esta vez tendría posibles consecuencias para ellos, para todos. Y empezó así: “Señoras y señores asistentes de hoy. Ruego me escuchen lo que les tengo que comunicar. No sabemos si ustedes lo saben ya o no pero aún así creemos mis compañeros y yo que es digno de mención un hecho tan significativo. Desde el Congreso hace ya unos cinco minutos el señor Mariano Rajoy ha señalado con rotundidad y énfasis que la crisis ha llegado a su fin. Señores asistentes esto no es una broma pero si una sana noticia y creíamos, que debíamos hacérselo saber. Muchas gracias y disfruten del espectáculo.
Los asistentes, callados, no sabían cómo reaccionar. Menos mal que la tecnología hizo su efecto y los mensajes por Wasap no tardaron en llegar. Entonces algunas personas abandonaron la función y se fueron raudas a celebrarlo. Todo el acto se suspendió y los trabajadores se quedaron como si nada. Al fin y al cabo, con crisis o sin ella, seguían sin una gran asistencia. La risa cada vez importa menos en este país. Los que sí se rieron fueron los bancos. Volvían a disponer de liquidez y las familias que habían sido desalojadas en estos años seguían sin tener ni para pagarse una entrada de circo. Los políticos recuperaron sus credenciales y el caché… esto último jamás perdido. Al final los del circo, perdón, los del Congreso, habían manejado a su antojo a la opinión pública, con la misma facilidad con la que un payaso presentaría su día de trabajo. Al final todo se diluye en si mismo. A lo mejor sólo era una broma macabra. Sin sangre pero con muy mala uva.
Después los actores de la calle Antonio López salieron a mirar el cielo… se parecía tanto al de otros días.





lunes, 24 de septiembre de 2012

Retratos de soportal

Esto no es un blues de la escalera, pero casi. Lejos de ser una declaración de principios es más una intención de clarificar valores. Tras la mudanza, aunque decir mudanza sea quizá excesivo, me instalé en una nueva comunidad de vecinos de un barrio en la zona sur de Madrid, de mi Madrid, aunque creo que no lo quiero tanto como Joaquín Sabina. Al fin y al cabo es una ciudad como tantas otras. Así que vine a esta microsociedad con muchas expectativas de futuro y creo que estas son las que mueven el mundo. Pero él trasciende desde la puerta de casa hacía fuera porque lo que se cuece dentro se lo traga el silencio, el devenir de los días, y las buenas frases de portal o descansillo. En el interior se suceden las vidas en los espacios. Hay broncas y risotadas, portazos, pisotones, cerrojazos y ladridos, sobre todo ladridos, porque hay personas que se pueden permitir el lujo de convivir con animales robándose hábitat el uno al otro, me estoy refiriendo a razas de gran tamaño no a simples gatos y pekineses. O de ser animales en sí mismos porque no atienden a razones y van por libre cuando esa independencia es más nociva que productiva.
Luego tienden la ropa en las cuerdas flotantes a lo Spiderman y no te marees y exponen lo innecesario de lo necesario porque en una comunidad se debe saber todo y si no es así, tranquilos, que acabará por salir a la luz. Que alguien vea tu ropa interior se convierte en un caso Watergate, solo que, seguramente no le importe a nadie, o a un ratio de curiosos reducido.
Al final y sin saber cómo todos acaban por identificar al borracho, al parado, a la dulce ama de casa, a la afligida, al feliz padre de familia y al incansable deportista. El rol acaba por inmiscuirse por encima de la placa que aparece en un buzón. Los gestos son tu propaganda sin saber que tenías que estar en un “mercado” social. Aquí se compran y se venden cotilleos y puntos de vista que son tan objetivos como subjetivos con lo cual importan poco o nada, pero ya estás en su interior.
Luego también está la plaza de aparcamiento. Los hay que ocupan dos espacios y creen conducir en barcos y se dan, también, los que abren sus puertas y no les importa arañar la pintura del de al lado o llevársela consigo si hace falta.
Tampoco digo que sea un vecindario como lo retrató Alex de la Iglesia en La Comunidad, pero uno ve sus principios en juego cuando entra a formar parte de algo global, sea lo que sea esa configuración filantrópica puede verse mermada por el contexto que refiero.
No hay fórmula para mejorar esto. Tal vez haya que mostrar todos más respeto y más intimidad. El hecho de estar colmenizados no significa olvidar lo que somos. Seres humanos que buscan su espacio, que se resguardan en su zona y por ello no son ni mejor ni peor. El juzgar está de más. La sinceridad, en algunas ocasiones, solo es una verdad impertinente.



martes, 18 de septiembre de 2012

Más frases para mi historia

«Te vendrá bien engordar, ya verás»: Lo dice una profesional cuyo aspecto está muy desmejorado. Bien era cierto que hubo una época en la que me tenía que coger los calzoncillos con una pinza, pero de ahí a ir al sobrepeso… no sé, me parece que las dos partes son nocivas. ¿Cuándo los médicos te aconsejan algo tendrán en cuenta que sucederá si lo sobrepasas o solo se quedan en la frase imperativa?

«Vaya, qué arrogante»: Esta me la dijo un entrevistador cuando le enseñé físicamente mis tres libros. El puesto era para librero o algo así, nunca entendí la enigmática del cargo y faltó de todo por concretar… dónde era el puesto… de qué iba a ser. Sin embargo, estuve una hora y pico aguantando estoicamente las batallitas de un desconocido.  De todos modos, no es la primera vez que la oía, así que tendrá algo de verídico. Sigo pensando que aquí, en este país hay mucho medallismo.

«Pesas setenta kilos»: Este cliente siempre me la suelta últimamente para hacer referencia a lo bien que me estoy adaptando al trabajo. Que a ojos de la mayoría de ellos es fabuloso y solo hay ganancias. No saben, por lo visto, de tiempo ni gasolina.

«¿Qué tal las vacaciones?»: Sello personal. La utilizo cuando alguien no me compra mercancía o sí lo hace y quiero ser simpático, aunque como ellos no disponen de tiempo libre, pues es una pregunta trampa.

«Pido elegancia y puntualidad»: Parece lo que no es pero las entrevistas de trabajo a veces son ridículas ya desde el comienzo. Si en verdad lo que se está pidiendo es que vayas en traje lo mejor es pedirlo como tal y así la criba sea mayor. Luego está claro que nadie va a ir sin ducharse a una entrevista con lo cuál, qué están pidiendo. Y puntualidad bueno, mejor no hablemos porque a veces el que tiene que esperar es el entrevistado.

«¡Chawanaiii!»: Seguramente la frase no sonora ni así, pero vino a ser algo por el estilo. Lo que debe significar en chino es “Viene de parte de José Luis” a gritos por un hijo de un cliente quedó gracioso porque yo me dirigí al hombre más mayor que había tras el mostrador. No esperaba, en ningún momento, la reacción del pequeño, que pensaba que no me estaba ni prestando atención. 

«¿Y esa cara?»: La encargada de sacarme sangre, una vez más, capta que no me gustan las agujas, por lo menos las que penetran en mi cuerpo e intenta hacer una escena distendida. Falla porque una vez introducida la aguja la remueve un poco ante mi asombro. Anteriormente se le había caído el bote que hay que llenar… menos mal que no se le desprendió mientras estaba en el acto.  

jueves, 6 de septiembre de 2012

David, a secas

No es uno de tantos, y como tal tampoco aparece en la Wikipedia ni en Internet. Este hecho significa que hay que tratar cara a cara con estas personas para generar un intercambio cultural o una simple relación de compra y venta.
A veces, uno no sabe muy bien dónde está el truco para que se lancen a hablar en tu idioma, pero en las ocasiones que, de cuando en cuando, se dan se puede aprender siempre algo de esa persona. Por joven que parezca y también por anciano el que no te abre una puerta el otro te la cierra.
No estoy diciendo que con cuatro veces que se hable con ellos uno ya sea un samurai experimentado, porque, entre otros factores, ellos tampoco lo son. Simplemente quiero destacar el plano humano.
David, eligió abrir un comercio de alimentación en municipio y aunque parezca insignificante lo primero que hizo fue “adoptar”, por así decirlo, un nombre para el que referirse en español. Un detalle que otras culturas que nos visitan no hacen ni creo que se les pase por la cabeza. Cada cual es cada uno decían. Además de alejarse, lógicamente de su familia. Este hecho a algunos les agria el carácter mientras que a otros permanecen superficialmente indolentes, como es el caso.
Para más inri decidió levantar el negocio sobre la sombra de un DÍA que acabó por tener las horas contadas.
Y no es que las ventas le vayan bien, pero el sigue acudiendo cada mañana a su cita con la rutina, siempre atento, siempre con una sonrisa en la boca. Recuerda, tal vez, a las aldeas africanas cuando viven de la producción de su lago y cuando se enteran de que se les está secando continúan sonriendo, porque es lo único que poseen y no saben desarrollar otras vías posibles. Siempre hacia delante ¿acaso hay más direcciones?
También ha cambiado el horario tras hacer su particular análisis de mercado. Ya no convenía abrir a las nueve con hacerlo a las diez en una localidad que cuenta ya con un AhorraMás basta y da de sobra.
Para el ahorro energético no le ha quedado otra que apagar medio local y dejar con las luces puestas el otro medio. Pero si necesitas algo de allí con pedirle que presione el interrumptor vale… eso sí, con una sonrisa puesta.
Fuentes más duchas en el negocio afirman que lo que necesita David es pasarse a los bazares. Comprando un espacio dicen que es fácil el ser financiado por un amigo chino, que son como tus banqueros personales y a los que se debe de pagar a año vencido porque de no ser así correrá toda la mala suerte de su lado y los chinos son muy supersticiosos en el fondo, los de verdad, los que vienen a producir y no a derrochar. Así que ellos te llenan el local y tú te encargas de pagarlo en un plazo de seis meses por ejemplo pero antes de que venza el año chino.
Gente como David, sin pedirlo, te explica que no tiene tabletas de chocolate porque se le derriten por el calor y no hay modo de venderlas. Por eso en verano es difícil satisfacer el antojo por esta causa. Eso sí comprometiéndose a que ya más adelante traerá más. Curiosamente de almendras si quedaban.
Podría seguir hablando de él, pero como le toca salir a la parte negativa, prefiero dejarles con la duda de cómo sería el retrato completo. Porque todo superviviente merece ser descrito. Sin más.





domingo, 26 de agosto de 2012

Mercadona y sus contratiempos


Hay empresas, tanto nacionales como extranjeras, que están tan instauradas ya en el capitalismo mundial, que porque se resfríen nadie tose o mejor aún, no pasa absolutamente nada, que es peor si cabe.

Con ello no quiero desbaratar la imagen de Mercadona pero si es para reflexionar un poco en cuanto al tema social que nos ocupa. Lo que le ha pasado hace bien poco, es decir el hecho de tener que retirar once productos de la marca Deliplus y Solcare por dos posibilidades debería dar mucho que hablar. Una es que desde la entidad española se quiere mejorar esos productos y afirman en un comunicado concreto que tanto los antiguos como los nuevos artículos están en orden y no entrañan ningún tipo de riesgo.

Desde el diario Público.es, se abre la discordia el 14 de agosto publicando la noticia con el siguiente titular: “Mercadona retira 11 cosméticos estrella por riesgo de cáncer”.

No me voy a meter con lo superficial del texto, pero, caray, decir productos estrella puede parecer un tanto exagerado. Y lo de cáncer suena a claro dardo en la frente. Digamos que es una acusación abierta de la que debería de haber más consecuencias como hablaba al principio. Por ejemplo judiciales. ¿En qué se basa la información? ¿Cuál de las dos partes lleva la razón? Probablemente no lo sepamos jamás y este hecho no genera agrado porque si estamos en una sociedad que utiliza la información (derecho recogido en el artículo 20 de la Constitución) como vía de calidad democrática es ilógico que se produzca esta desinformación mediatizada.

A lo que iba. Seguro que si uno acudiera a dicha empresa seguiría viendo los pasillos repletos de clientes como si nada; ahí se aprecia la fuerza de la posible cuarta potencia nacional.

También Joan Roig, su presidente, ha dicho que si pretendemos salir de la crisis debemos copiar el esfuerzo y actitud de los siete mil bazares chinos que hay en España.

Espero que no se esté refiriendo a trabajar de sol a sol la semana entera. Tampoco creo que sea bueno comparar dos culturas tan opuestas… así van las cosas. Por el momento no ha habido más acusaciones con el tema de los productos retirados. Bulo o no, aquí se puede acusar sin esperar daños. La espiral del silencio hace mucho que quedó en entredicho.

jueves, 23 de agosto de 2012

El Dcode

 
El Dcode Festival dará comienzo el 14 y 15 de septiembre de este mismo año en el Campus de la Universidad Complutense de Madrid (en el complejo deportivo Cantarranas, metro ciudad universitaria). En esta ocasión, recordemos que es su segunda edición, dispondrán de un cartel altamente interesante. Así, asistirán The Killers, unos artistas de corte internacional que ya llevan vendidos más de quince millones de discos por todo el mundo. Con esta posibilidad, el grupo americano vuelve a nuestro país al que ya llevaba largo tiempo sin visitar. Su estilo está influenciado por el Pop, Rock y post-punk. Otros nombres que asistirán serán The Kooks, un cuarteto que desde 2004 lleva editados tres discos o los islandeses Sigur Rós que son de los más veteranos en el cartel musical de Dcode.
Por otro lado, también asistirán otros grupos musicales como Le Traste, Syberia, Kymbra o Lüger.
En cuanto a las entradas se pueden comprar por El Corte Inglés, Ticketmaster y Live Nation. Los precios son el abono de 90 euros más gastos de envío que te vale para los dos días que dura el festival musical y la entrada de día que son 55 euros más gastos de envío también.
La posibilidad más curiosa y prometedora de este festival es que este año si tienes un grupo y cumples con las bases del concurso musical, entre las que se encuentran, por ejemplo, el disponer de la autoría de los temas a interpretar o tener dieciocho años en todos y cada uno de los participantes de la banda, puedes ganar el premio de actuar en directo frente a un gran público.
Lo que se modifica del año pasado a este son, por citar algunos cambios, las fechas de inicio del festival. Antes era en junio, ahora es en septiembre. También es de destacar el gran aforo que tuvo en 2011 sin disponer de grupos de un carácter marcadamente comercial como fueron Kids, The Hives, Romance o Kasabian, entre otros muchos.
Este año, quien quiera participar, tendrá otra ocasión de disfrutar de la música. Y, como ya se destacaba con anterioridad, poder hacerlo desde un escenario amplio y creándola uno mismo.

lunes, 23 de julio de 2012

Colisión

Lo primero que han de saber si tienen un accidente, es que pueden ser peor de lo que se imaginan, pero también mejor. No me quiero ir a los extremos de vivir o morir. Esto solo es un texto para entretener así que… armas fuera.
Bien. Decía mejor porque cuando uno colisiona contra otro vehículo rápidamente se genera una imagen distorsionada de los daños del automóvil. A mí, en cierta ocasión, me sucedió que golpeé a otro coche creyendo que el mío estaba ya siniestrado cuando, no solo no tuvo ni un daño, sino que el que podía haber quedado para el desguace fue el otro, aunque nada más que desplacé su eje delantero. No hubo accidentados. Nunca los ha habido y ahora sí toco madera de pupitre.
Habría que hablar forzosamente de los impactos. No suena el PUM! De las películas es más un sonido hueco a chapa que se hunde, abigarra y contrae. Un pellizquito de realidad que duele demasiado. Cuesta, como mucho, unas décimas de segundo para perder el orden de lo material y una semana tonta que estará tu vehículo en el mecánico hasta que le sacan el bollo… pero este no se come, aunque se debe de digerir despacio.
Luego vienen lo que yo llamo “el, por favor, que nadie pegue a nadie”. Es una fase complicada, aunque bueno si has sobrevivido a la anterior esta, ya en pleno sobresalto y excitación, te puede venir rodada. Si has sido tú el culpable no puedes salir al asfalto como un gallo con los espolones en alza. Tienes que ir con la culpa sobre el cuerpo. Que se note que te importa el estado de tu vehículo y el del otro también, por no hablar de la salud de los conductores. Y además si ya te has golpeado más de una vez, se tiene que percibir a la legua que ya vas con ese tremendo peso, que aunque parezca que no, pero es muy grande.
Más tarde, si se da el trámite de rellenar el parte del seguro, tendrás que tener el coraje de no olvidarte de ningún dato, porque tus ojos ven y miran pero son incapaces de leer. ¿Y tu puño? El pobre intenta escribir pero le salen unos garabatos más próximos a preescolar. Lo mejor es intentar coger el número de móvil, nombre y DNI más matrícula del otro afectado y si falta algún dato ya os llamaréis luego. Coge bien su matrícula. La gente suele ser honesta, mas nunca se sabe lo que puede pasar.
Si el otro es el culpable, retén tu ira. Contrólala. Casi te mata, casi os matáis, pero valora el hecho de que al menos, daños por menores, estáis los dos sanos y salvos. Rellena el formulario correspondiente de la aseguradora pensando en que a ti también podía pasarte algo semejante.
Por último vete a tu seguro y formaliza el estado de todos los datos recabados lo antes posible para ganar tiempo conforme al perito cuando vaya al mecánico.
A la semana, o así, recogerás el vehículo casi como estaba y solo por eso pensaras que el mecánico es un ser superior. Ahora viene el miedo a la hora de volver a conducir. Si tienes suerte, que la tendrás, se te irá en unos cuantos días… pero puede visitarte en sueños alguna vez. Tómatelo como lo que es, sin más importancia. No nos queda otra que aprender y seguir en el asfalto.

domingo, 8 de julio de 2012

Salir vencedor tras ser vencido

No sé si Stephen King está haciendo algo en mi imaginación o modo de escritura. Lo que tengo claro es que esto estaba escrito de antes de su lectura y con los nuevos retoques de ahora parece todavía más si cabe de King. Le he puesto más garra al microrrelato, aunque tampoco mucha porque el protagonista está enfermo. Sea como fuere. Heladio, mi Heladio, es un superviviente... y quién no lo es.



Heladio conocía bien aquella sala donde el tiempo se deformaba como en los relojes de Dalí; bueno, la sala y los correspondientes pasillos. Todo era como un corredor donde nada era lo que parecía; un lugar donde se podía perder la cordura por cada resquicio de las puertas. De poco le había servido la profesión de psicología para evitar caer en ello. Fue uno más con pijama azul y medicación controlada. Tuvo que pasar por allí para tratar el brote repentino de euforia que se produjo casi sin avisar a escondidas entre los silencios de su casa.
Cuando por fin consiguió el alta médica, algo había inundado de nuevo el cerebro. Todo había perdido el encanto. La flor había marchitado sus pétalos y le había dejado también sin la posibilidad de pincharse con las espinas. Su vida cotidiana se vio alterada por los efectos secundarios de las pastillas que le habían recetado. Lo que servía para ayudarle valía también para empeorarle. El doble y peligroso filo de la Sanidad. Eso mermaba los pocos alicientes que le quedaban. Era como cuando tiembla la mano justo antes de tomarse una sopa.
Fue a visitar a otro psicólogo que no le veía tan mal como él creía. A pesar de que las consultas eran como abrirse en canal y ver que el plasma permanecía estático al recordar el pasado, rememorar un cruel dolor.
Así, poco a poco, fue pasando el tiempo que el fondo era lo único que parecía pasar; las hojas de los árboles cayeron y volvieron a nacer; sin embargo, la depresión seguía ahí, machacando sus sienes, agarrándole firmemente por los tobillos. Lo único que quería era tumbarse en el sofá sin televisión, música, ni nada en lo que entretenerse. Deseaba ser mudo, invisible y diminuto. Cada vez que ideaba algo en lo que ocupar el día, sentía el peso de cientos de manos imaginarias que lo retenían en cualquier asiento y rincón sin poder llegar a comenzar ninguna. Y lo que no quería el desánimo lo aprovechaba la ansiedad para hacer más de las suyas. Angustía, malas respiraciones, presión en el pecho y demás síntomas de alguien de semejante enfermedad.
Apenas le quedaban ya fuerzas para salir del agujero cuando se percató de que lo único que tenía que hacer era seguir adelante con lo poco que tenía. Aunque era tan fiero el león que cuando más lejos parecía alejarse de él, más alto escuchaba sus rugidos… los de la desesperación. La enfermedad no podría con él aunque se enfrentara a ella cada segundo, nublándole el pensar y encerrándolo en su burbuja.
Que ella tiraba, él también, que ella gritaba, él también; así hasta que poco a poco se fue deshaciendo de aquella extraña sensación, batiéndose a sangre en cada asalto. Cuando, por fin, la mancha se desvaneció por completo, marchándose como una nube o un mal sueño, se dio cuenta del nuevo mundo que se abría ante él. No solo las hojas de los árboles habían vuelto a crecer, había edificios que antes no estaban, calles nuevamente pavimentadas, coches con otro dueño, un nuevo alcalde y tiendas que ya habían cerrado a la espera de que las comprara o alquilase un nuevo empresario. Su imagen en el espejo también era distinta. Ahora estaba más gordo, más calvo, pero ahí seguía… sin nada en los bolsillos ni en las manos, como un neonato. Por desgracia la enfermedad le hizo perder algunos conocidos que creía amigos y que ahora, desde cero, volvería a lograr. Un nuevo comienzo. Un premio por haberse enfrentado consigo mismo y ganar… de momento.

miércoles, 4 de julio de 2012

Editorial curso 2012-2013

Se podría resumir todo en una simple frase, en un conjunto silábico básico y directo que se ha oído en multitud de ocasiones y que por lo tanto, resulte manido. Pero hasta el final del texto, queridos lectores, no sabrán qué gran meta se ha alcanzado este año, ya por fin.
Para ir desmadejando el ovillo cabe destacar que hemos disfrutado enormemente en la Feria del Libro de Fuenlabrada. Por un lado escuchando a las grandes plumas, como Javier Reverte, escritores de los que siempre se puede aprehender algo. Y por el otro, realizando nuestras actividades previstas como el cuentacuentos o el concurso de relato corto tanto para adultos como para niños y aquí a seguir en las trece, aprehendiendo por igual de unos o de otros y si nos presionan les diremos que de los pequeños más, si cabe, porque vienen con la varita mágica de la sorpresa y de la fantasía.
También se han llevado a cabo varios recitales de los que no sabemos con cuál quedarnos por entretenidos y emocionantes. Sepan, que como cada año, en este nos esforzaremos con las mismas herramientas, es decir, las ganas de superación y las ansias de creación, para ganarnos el aplauso del público que nos viene a ver siempre, el incondicional, el nuestro, y los que quieran dejarse impresionar por este colectivo que se convierte en un verdadero rodillo de letras y palabras cuando tiene el micrófono bien asido.
Para el próximo curso daremos talleres literarios y de escritura. Reforzaremos los cimientos literarios para llevar a cabo lo ya referido con anterioridad. Llenaremos el vaso medio lleno con ese 50% de ilusión que, de forma obligada se nos congela en medio de todos los veranos por acogernos al calendario escolar de La Paz, lugar en el que, por cierto, continuamos.
Y si la ocasión lo requiere, contrataremos los servicios, una vez más, de Elpidio Castiñeiras, un intérprete y actor que supervisa nuestra dicción antes de cada recital, para mejorar nuestra expresividad y capacidad de transmisión del mensaje. Ya que es lo que verdaderamente cuenta. Que la comunicación sea eso, la buena recepción en todo lo posible de lo que se quiera contar.
Y estamos llegando a la conclusión amigos y todavía no hemos hecho referencia a la meta tanto perseguida y tan bien lograda. La Buena Letra ya dispone de local exclusivo. Esto varía en que ahora disponemos de cualquier día de la semana para reunirnos y trabajar. Maribel Barrientos, Concejala de Cultura de Fuenlabarada, nos ha cedido el que fue su primer despacho. Así que, sí, una meta lograda. Como se suele decir: «Luchen por algo, pero luchen». Y si quieren pasar a visitarnos, no lo duden, estamos en el mismo sitio pero en la sala de enfrente y no pongan la excusa de que no tienen qué escribir porque tenemos el otoño tras la puerta. Esperamos verles… o escucharles con sus textos.

miércoles, 27 de junio de 2012

Emancipación a otro hogar

Bueno. Como se me ha pedido en otras ocasiones que explique un poco lo que escribo y afortunadamente en la poesía soy un novato sin tapujos y no dispongo del espacio necesario para expresar todo lo que pretendo, pues me veo obligado por el bien de cualquier lector, de mis muy queridos lectores, en aclarar lo complejo de mi pequeño poema sobre la emancipación.
Vale. Para empezar diré que nunca me he ido de casa con vistas a formar yo solo una unidad familiar. Así que cogí el bolígrafo y me salió esta curiosidad que le puede haber surgido a cualquier persona en un momento dado cuando se plantea el tema. Hablando esta vez de sobra, he de explicar ya, antes de que se vayan a otra página, el primer párrafo: Es una estrofa sombría por el comienzo y algo mal estructurada porque no se puede vaciar algo estando ya descarnado pero era una expresión que según me salió la dejé ahí por la idea que me generaba al leerla.
En el segundo párrafo el vino e irá se refiere al protagonista y en cómo se encuentra emocionalmente influido por el desempleo.
La tercera es más colectiva y aparece el hermano que es quien ocuparía su puesto en la casa. Su puesto físico, me refiero. Y luego, parezco Sánchez Dragó hablando de su propio libro, jajaj, aparece el fragmento más intimista: la familia en un reflejo/ como drenar su río. Es un poco como se siente y lo que ha dejado atrás.
Luego, en el cuarto párrafo, aparece la negación a Albert Ellis, porque no existe vida sin sobresaltos o contratiempos, pero en esta poesía al final acaba apareciendo un final feliz. El final se queda sin final. No hay quemadura, ni dolor. Al final solo existe la paz de una vida que se abre camino.
De todos modos, os podrá parecer algo exagerado el tema, que luego uno se emancipa en un periquete y lo más seguro es que no suceda nada incontrolable, pero de primeras es un tema desconocido.   
Y para concluir decir que todo tiene trampa y hay mayoría de heptasílabos con dos octosílabos que he introducido malamente y con el buen uso de mi calzador. Sin más me despido. Un abrazo para todos.


Un cuarto abandonado;
El hijo que ya se va.
Vacía descarnado,
un amor perdurará.

Así es, vino e irá.
Caminar inseguro,
su risa destemplada.
Aplazado futuro.

Ocupación fraternal,
anaqueles vaciós,
familia en el ventanal,
como drenar mi río.

La vida sin agrura,
el final sin camino,
no existe quemadura,
nos miramos tranquilos.