El viernes 23 de enero se cumplió otro sueño. Pude presentar mi cuarto libro, pero la primera novela (la vida y sus paradojas) Al evento estuvieron prácticamente todos los que deseaba que estuvieran y los que no pudieron asistir... bueno, se les perdona, eh. En la biblioteca municipal de Moraleja de En medio hacia mucho calor en la sala. A José Florín y a mí se nos secaba la garganta al hablar, pero no fue ningún impedimento. Era una de esas bibliotecas donde da gusto perderse. En seguida, nos vinimos arriba para presentar Buscando la nada.
El rostro de los asistentes me transmitía entusiasmo y ganas de saber qué me traía entre manos. Florín estuvo al quite y presentó muy bien, mientras que el vendedor de libros de Pura Tinta se hacía esperar. Al final la presentación podría definirse como un éxito, porque no me tembló la voz cuando hablé, porque el turno de palabras fue acertado (aunque me mojara demasiado manteniendo que no creía que los concursos literarios fueran importantes) y porque se vendieron muchos libros de lo que ojalá deseo que sea un preludio.
Y yo pregunto. Ahora qué. La editorial intuyo que se moverá para vender el producto. Ojalá lo cuelguen en Amazon para facilitar las ventas y la distribución.
Mi gente me lo está pidiendo y aún no sé qué decir. En cuanto a esto me siento un poco perdido, la verdad. Utilizaré, poco más tarde, las redes sociales para difundir los datos y demás de lo que me desvelen.
En definitiva. Me encantó firmar libros. No por el hecho del dinero recaudado, sino por lo que significa. El estar sentado frente a un público te concede un extraño halo de seguridad, de ‘mi meta se debe asimilar mucho a esto’.
Lo que esté por venir, me temo, se escapa a mi control. Y eso me deja un tanto intranquilo.
Como mantenía anteriormente, debería mandar la novela a concursos con el único fin de ganarlos y aquí es cuando sobrevuelan las inseguridades: ¿será buena? ¿ganaré? ¿podré aguantar las críticas desfavorables, la pequeña derrota al fin y al cabo?
Muchas incógnitas se desvelarán con el paso del tiempo. Tanto las buenas como las menos buenas (nunca malas del todo) y lo que tenga que ser, será.
Como dicen ya solo queda plantar un árbol y tener un hijo. Entretanto, me pondré a escribir para la siguiente... a ver si cuajo algo bueno.
No se olviden que para mi la mayor recompensa fue el reunir a tantos allegados y tan buenos. Fue una victoria, una ascensión a la nube de las letras, una llamarada que avivó mi ego en plena victoria.