sábado, 12 de enero de 2013

Por cambiar de ruta

El joven Rafael, Rafita de diecinueve años, conocía aquel vasto paisaje tan bien como el dibujo lineal de sus manos. Pocas tareas distintas había por hacer en la aldea a la hora señalada para ir a correr o a "rodar" como solía decir.
A pesar de disponer de una silueta más enjuta que atlética parecía hacerle falta la autoimposición de esa carrera continua, la disciplina era algo normal y bien visto en la familia. Así que todos animaban al joven enclenque a que practicara un ejercicio físico que duraba unos cincuenta minutos aproximadamente.
El aire soplaba lo justo para dejar el cortavientos en la percha del armario. La malla le seguía quedando demasiado holgada. Sus canillas apenas se protegían del frío en estos días, pero hoy la tarde estaba tranquila al llegar su ocaso.
Se sabía el recorrido tan bien que un día que podía haberlo recorrido a ciegas, por eso había tomado la decisión de variar hoy el tramo por donde correr. Pasaría junto a la finca Urdaco, de los Urdaco de toda la vida y ahí, como es una ladera seguiría subiendo hasta la cima para después bajar por el otro lado por el camino de las vacas.
Muchas veces pensaba en lo que representaba un hombre corriendo. Podía ser un simple deportista o también alguien que huye de algo, del campo buscando la ciudad o alguien, que sin más, tenía demasiado tiempo libre.
Y así fue. Varió su ruta sin saber el peligro que le aguardaba. Al principio todo fue bien. El cambio de itinerario le otorgó una ficticia vitalidad y siguió moviendo las piernas y todo el cuerpo animoso, así el sol fue ocultándose tras la montaña atrayendo un viento inesperado. Se avecinaba tormenta. De hecho las nubes densas que estaban al principio tras el punto de salida, su casa, ahora parecían estar a punto de verter una alborotada cortina de agua.
Rafita, sin darse cuenta, ya había recorrido la mitad del camino que se había propuesto, pero eso no impidió que el aguacero le cogiera de improvisto. De repente el aire agitó todo el maizal ocultando la vereda que seguía el corredor y enseñándole de imprevisto una señal extraviada en medio del terreno que decía: "perros peligrosos". Ante esto solo le quedó correr a campo traviesa sin detenerse lo más mínimo. Eso hubiera sido lo más inteligente, pero Rafita se quedó ahí disfrutando de la tormenta, de cómo lo mojaba y esparcía todo difuninándolo y convirtiendo lo inhóspito en acogedor. Estaba allí de pie viendo todas las vistas grises y opacas de una manera cómoda hasta que un ládrido no muy lejano lo estremeció. Fue entonces cuando comenzó a correr de verdad como si hubiera una cinta para el ganador en la cima de la gran montaña. ¿Llegaría?
El ládrido sonaba cada vez más cerca y por la resonancia parecía provenir de un can de gran embergadura. "Cuatro patas corren más que dos canillas". Esto era lo único en lo que pensaba Rafael. Cuando llegó a la cima y se volvió esperando el mordisco del horrible animal el temporal había amainado un poco. Ya no había ladridos ni amenazas al acecho. Aún así se adueñó de un piedra lo suficientemente grande como para defenderse de unas feroces fauces. Allí arriba lo único que quedaba vivo era él.
Había ganado por el momento echando por tierra el insustancial lema cosmopolita de "o mueres fumando o te mata el deporte".

2 comentarios:

Werra dijo...

Pero D. Dani, por el amor de Dios, y por los clavos de Cristo. Esto no puede acabar así, nos dejas con las ganas de saber más, si volvió con sus canillas por el camino de las vacas o si se enfrentó a sus miedos y la vuelta la hizo por donde los canes.
Y como dijo uno mú famoso de nombre imposible de escribir: ¿Vacas o canes?, he ahí la cuestión. jaja

¡¡EXIJO UNA SEGUNDA PARTE, YA!!

a magnus amplectaris Mr scriptor

Daniel Atienza López dijo...

Hola Florín!! No sé si habrá segunda parte. Soy más perro que na´y no me gusta prolongar mucho lo que parece tener un final sencillo.
Aun así gracias por tus palabras en latín, que por cierto de dónde las sacas. Me tienes en ascuas. Desde luego si son inventadas tienen su aquel, que lo sepas, jaja. Un abrazo señor.