miércoles, 27 de noviembre de 2013

Treinta al doblar la esquina

Treinta años pueden ser pocos o toda una vida. Me hallo ante sus puertas y he de decir que no me apasiona la idea de cumplirlos a pesar de que el no hacerlo sabría lo que significa y no tiene el cuerpo uno ni para lo macabro.
Treinta son veinte más su mitad y créanme, sí son algo. A veces echo la vista atrás e intento detenerme en las estaciones de mi edad: verano-Navidad-Navidad-verano. Así la vida pasa y parece como si uno solo la contemplara de soslayo.
Cada día intento que sea distinto y eso que lo fácil sería relajarse en buena compañía, pero creo, que al final acabo por hacer lo de siempre. Me levanto y saboreo un desayuno que me sabe a gloria. Mezclo sabores: miel, leche, cereales, vitaminas... luego reviso ofertas de trabajo y en cada una de ellas realizo una imaginación creativa específica. En la de auxiliar administrativo soy un compañero aplicado que no se separa del ordenador, en la de teleoperador intentaría ser yo mismo, moviendo las manos al expresarme aunque los clientes no me vean para tratar de convencerles sin las prisas del reloj capitalista. En los demás puestos de trabajo no puedo recrear puesto que siempre mantengo los pies en la tierra y pensar por pensar... en el fondo soy muy simple. Ojo con dejar volar alto la imaginación porque luego la caída es limpia.
¿Y parte de mi círculo? ¿Cómo es posible que salieran aristas de algo tan perfecto como el círculo? ¿Qué fue de los amigos que se han ido perdiendo por el día a día, extraviados entre las yemas de la rutina?
Carlos se compró dos perros enormes a pesar de que cuando éramos críos les tenía pavor. Eso es lo que se me viene a la mente cuando pienso ahora en él. Alberto... ¿seguirá tan unido a la iglesia? ¿Me seguirá saludando Silvia aunque no nos reconozcamos ahora?
Qué más da. Lo importante es lo que se abre ante uno. El porvenir, el por favor, destino, concédeme al menos, otros treinta más... y luego otros... hasta que se caiga el tinglado.
¿Países por ver? Muchísimos, todos prácticamente. Me enamoró lo que conocí del Reino Unido y hasta la fecha no hay mayor destino que el sofá, pero en algunas siestas noto como palpita un viajero dentro sin gorro ni látigo, pero con entereza y sosiego. De tren y coche porque los aviones... agggh, me estaré convirtiendo en un sibarita de la comodidad, sí, tan joven y tan viejo. Me gusta ver los bultos grandes cerca de mí y que luego nadie los juzgue como si fuera un malhechor cuando solo es comida al vacío. Admito que aquello fue lo único que me desencantó también del Reino Unido. La cara y la cruz, supongo.
Metas... muchas. De mayor quiero ser, ¡ah! Que ya soy mayor. Pues de mayor quiero seguir con la chica que sigo y haciendo lo que hago, sintiéndome un rey por desear tan poco. No ansío un cochazo, ni un trabajo estable. Quiero lo justo para que me dé de comer, porque lo que tengo claro es que no quiero vivir por encima de mis posibilidades. Pretendo hacer un castillo made in Walt Disney con las cartas que me han tocado y con esas llegar al final del turno.
Leía, bueno revisaba, tuits de una red social el otro día cuando vi que madurar es para las frutas, sin embargo el ser humano aprende. Tiene razón el asunto. Es imposible no aprender en el transcurso de la vida sobre lo que nos hace felices. Hace mucho que dejé de probar tartas (el resto de bollería me encanta) y soplar velas, aunque lo verdaderamente importante es sentirse pleno y eso, tal vez me equivoque, pero no lo da la edad, sino las circunstancias de la vida. Con lo cual lo dicho, vamos a por los treinta y uno.

3 comentarios:

Werra dijo...

Precioso D. Dani. (O debería de decir "Abuelillo" Dani, jejeje

No dejas, ni dejes nunca de sorprenderme.
Y como no sé que día es, aunque seguro que ya me lo has comentado alguna vez,un tirón de orejas de uno que te aprecia.

PD, Te eché de menos el domingo, no sabía que no ibas a estar, me lo dijo Ángeles, que había coincidido con una entrevista o algo laboral que estabas haciendo temporalmente.

Venga D. Dani, abrazos para vos, y besos para esa costilla de Adán que andará cerca tuya.

Daniel Atienza López dijo...

Hola camarada!
Yo tampoco sabía que ibas a asistir al recital. De todos modos no pude ir.
¿Qué tal todo?

A ver si nos vemos un día y nos tomamos unas cañejas, que, aunque yo no beba, pero al menos nos ponemos al día.

Por mi parte poca cosa. Sigo haciendo entrevistas... y entrevistas y aquí sigo.

Por cierto, te recomiendo el libro que "mal critiqué" la última vez. Al final engancha el jodio, aunque el primero que escribió él está inmensamente mejor. Pienso yo, vamos. Lo digo porque este como va de pistas y eso me acordé de tu segunda novela. ¿Oye que hiciste con ella al final? ¿Has vuelto a escribir algo? Ya me contarás. Un abrazo compañero.

Werra dijo...

Hola D. Dani,
qué que hice con la novela? nada, ahí está muerta de risa sin enseñarsela a nadie más, la corregí tantas veces qie creo que me tupí de ella. No sé. Y de escribir algo nuevo, nada de nada. Parece como si se me hubieran volatizado las ganas. Suena raro, pero es así, y eso que todo el mundo me pregunta... Una pena macho, pero es que no hay manera...

A lo de vernos un día, eso está echo, cuando quieras y donde quieras, como los duelos entre fanfarrones, jejeje.
Y si no nos vemos antes de fin de año, que paséis unas buenas fiestas Sr. Conde.

Bueno, ahora que nos hemos modernizado en vías comunicativas, jeje, estaremos en contacto por wasap.
Vos un abrazo y besos para Cris.