jueves, 1 de mayo de 2014

A Fran


Una amistad forjada hace once años nunca debería pasar desapercibida y considero que mucho menos olvidada o menospreciada. Fuimos soñadores del mañana en un campus sin biblioteca, ni libros y no miento si afirmo que los profesores estaban siempre por debajo de lo que esperábamos, excepto alguna grata sorpresa que se quedaba solo en eso… en un breve consuelo. Nos levantábamos cada mañana imaginando cómo sería nuestra vida recompensada, cuando dispusiéramos del diploma bajo el brazo, en vez del pan. Y en eso pasaron los días hasta cumplir la deliciosa “condena” de cinco años. Otros compañeros la sacaron en seis, pero ese no es tu caso. Tú eras de los que con dos días antes sacaba un examen sumamente digno. Siempre recurríamos a ti para resolver las dudas informáticas ya que, a buen ojo, supimos enseguida que nuestro amigo Fran era aplicado y responsable; lo era y lo seguirá siendo aún cuando los nuevos edificios se conviertan en algo cotidiano alrededor de donde todos nos conocimos. Hasta los eriales proliferan Fran.
¿Y ahora qué? Pues has decidido montar una empresa. Algo que requiere una madera especial, un arrojo distinto y distinguido que no todo el mundo conserva ni posee. Los emprendedores saben jugarse el tipo (y el puñetero euro) caminando hacia delante porque no tienen otra; no tenemos más que seguir andando o rodando en otros casos. Te deseo lo mejor en este aspecto laboral, ahora que hemos dado con nuestro pellejo contra la cruel definición de generación perdida. Aunque los periodistas que acuñan términos, tendencias o movimientos siempre lo hagan un poco a destiempo. Ya que de haberlo sabido antes también hubiéramos estudiado lo mismo. Lejos del masoquismo y cerca del puro empeño y la constancia. De todos modos, no perdamos la esperanza… todavía estamos a tiempo de adivinar cómo diantres se arregla un enchufe o anudar adecuadamente una corbata.
Entremedias quedan nuestros paseos por el Madrid de siempre. Subimos por la calle Atocha (o bajamos hasta Ronda de Toledo si es domingo para ver los puestecillos aunque nunca compramos nada; Álvar sí) vamos a ver tebeos, videojuegos o figuritas para ponernos los dientes largos mientras charlamos y a lo mejor nos tomamos el refresco donde Los amigos o en el bar próximo a Doña Manolita. A las tres horas, o así, regresamos a Atocha donde cada uno parte para su casa. A ti todavía te quedan unos treinta y cinco minutos de reloj, a buen ritmo, para llegar, a mí seis o siete estaciones hasta parar en Zarzaquemada. Lo siento, pero no recuerdo cuando comenzamos con todo este genuino ritual.
Escribo esto porque el 23 de abril fue tu cumpleaños y cuando leas estas frases te darás cuenta de que tendrás que habilitar un pequeño anaquel para colocar los regalos que te he ido haciendo durante estos años, casi todos libros por cierto y de deporte en su mayoría. Prometo que cuando descubra algo mejor lo conseguiré en tu sorpresa.
Sigue luchando amigo mío en este día a día que nos ha tocado vivir y yo continuaré alegrándome de tener un amigo al que considerar verdaderamente un periodista y mejor persona. Nos quedan muchas metas y paseos por materializar aunque seamos algo nostálgicos del pasado, lo mejor siempre está por venir. Y “todo está por caer” parafraseando de mala manera el chascarillo que decían nuestros sabios mayores y dándole una perspectiva positiva. Un placer, compañero.

No hay comentarios: