sábado, 20 de diciembre de 2014

Firma de libros de Javier Marías

El 17 de diciembre acudí como un aficionado loco al lugar donde uno de mis autores favoritos firmaba ejemplares.
Hice fila diez minutos antes de que llegara y cuando le divisé en la distancia dije a quien me acompañaba ‘Mira, es ese de ahí’. Estaba tan nervioso como un hincha que va a ver a su equipo jugándose la permanencia.
Mientras estaba esperando a que empezara a dejar su frase para mi historia en las primeras hojas de la novela escuché que a tal evento se le conoce entre el mundo literario como ‘hacer bolos’. Esa fue la expresión que utilizó alguien cercano.
Cuando llega mi momento me limpio el sudor de las manos por si decido darle un apretón como saludo. Desisto, mejor no tocar.
‘Hola Javier. Buenas tardes’. Luego, en seguida, me pregunta mi nombre y le respondo como a nadie le suelo contestar. Diciéndoselo completo. Como no creo que le vuelva a ver me suelto rápido y le doy la enhorabuena por la última novela y para más énfasis me meto en el jardín de la crítica literaria y le expongo mi opinión. Esta consiste en que Así empieza lo malo es lo mejor que he leído suyo desde Corazón tan blanco. Entonces arquea con levedad sus cejas, claro signo de perspicacia en él. Y me formula una afirmación: ‘Entonces eso es que ya se ha leído la novela’. Se dirige a su público con el ‘usted’.
Él también añade que no podría ser un buen juez de su obra... y tiene razón porque los que escriben no suelen tener predilecciones, pero sí que diferencian entre algo bueno y mejor. Cuando acaba de firmarme en las páginas iniciales me devuelve el libro y le doy las gracias. Se despide cordialmente. Tiene unas maneras finísimas en el trato. Demuestra, a su vez, una gran dedicación por lo que hace. Mereció la pena ir hasta Callao a verle. Considero que es todo un señor, un amo de sus letras.
Me despedí diciéndole que aún quedaba mucho por escribir. Fue tajante y sincero. Rotundo y reflexivo. ‘Nunca se sabe’. Y puede que lo malinterpretara, pero me pareció que contestó con cierto grado de nostalgia.
Los años nos deben de llenar la cabeza a todos de dudas parecidas.

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