domingo, 7 de diciembre de 2014

Un penúltimo poema a mi abuela

Te me fuiste a Honolulú,
el viaje sin los equipajes.
Loperana que nos dio a luz,
con cinco abortos de bagaje.


Pestiños, castañas y olivas,
flamenquines, anís del mono...
La botica de las abuelas.
Mi flor de lis señala el fondo.


Grietas desde el rostro hasta el alma,
amaneceres de posguerra,
tu voz, ya en sueños, me trae calma.
No somos ni eco, polvo en tierra.


Pequeña mujer de gran genio
báilame un último minué,
porque están secos tus geranios,
y nos ayudaste a crecer.















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