domingo, 15 de mayo de 2016

Alien

Es un alienígena que se abrocha la chaqueta a expensas de junio, que baja por unas escaleras mecánicas a decenas de metros bajo el suelo apoyado en la goma negra deslizante para evitar que lo anodino se resquebraje en un mal tropiezo, que se mira al espejo sin ver lo que muestra...
Y también se siente un extranjero en su tierra por las nubes de humo reales (Seseña) y la que descorren los políticos, porque tratan a los ciudadanos como si fueran estofa. La Tierra no explotará jamás; hasta que reviente.
Se relame en los postres y ha encontrado las puertas a un nuevo inframundo: las pelusas del ombligo.
Inventa realidades tanto en lo que escribe como en lo que lee, porque el día a día le resulta un llaga en el alma.
Sabe regatear a la desidia rememorando canciones que su padre escuchaba para obrar de igual modo. Acodado en el suelo del salón, antes fueron los LP (retornan), ahora CD o ni eso, Internet. De ese modo no habría podido conocer nunca a grupos sudafricanos como Savuka y otras rarezas varias. Sin referencias, solo hay datos. El padre mostraba el camino y luego el primogénito inculcó al hermano.
Amigo de sus amigos (vaya redundancia) y amigo de sus enemigos, una consideración más que loable. No escatima a la hora de involucrarse con todos ellos por igual sabiendo que el tiempo es pérdida.
Se preocupa en exceso de los males de los demás, aunque sabe, a ciencia cierta, que la vida son subidas y bajadas, por lo que la importancia debe ser relativa ante todo. Permanece en el justo medio de las cosas; ahí donde los impávidos empatan con los diligentes, en veda de nadie. Del tiempo libre del que dispone permanece sentado la mayoría de las ocasiones. Un hecho que para los griegos clásicos no es ni bueno ni malo; peor sería estar tumbado y mejor permanecer de pie elaborando y creando (perdiendo el ocio, vamos).
En definitiva, un extraterrestre a lo Eduardo Mendoza, venido a menos, con el pecho henchido de porvenir para quien sabe esperar en terreno sembrado; cultivando y cultivándose como un bien de reserva, una ilusión fugaz durante el amanecer, un sueño que se atrapa.

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