jueves, 7 de octubre de 2010

Va fan culo

Ayer fue un día atípico. Uno de esos que me acontecen cada diez o doce años.
Una compañera expresó públicamente sus ganas por darme un cachetazo al verme con mallas (mujercilla, si no tengo culo). Eso fue por la mañana; por la tarde unas pokeras zafias me gritaban por la calle que les enseñara el trasero, que con la camiseta no veían (bakalutis, si no tengo). Ambas situaciones, antes, me hubieran enaltecido, pero estaba tan concentrado en la entrevista de trabajo que iba a soportar, que casi no les di la menor importancia. Tampoco la tenían, sobre todo las segundas.
Cuando llegué a mi destino, tras un tren y dos metros (a mí que el coche me parece un don divino para los desplazamientos), las ganas de expresar mis necesidades laborales se habían esfumado. Pero como era la empresa que era… merecía la pena otro pequeño esfuerzo de apariencias, de humo sin fuego.
Dentro, en la sala de espera, había otras ochenta personas dispuestas a competir contra mí, aunque en realidad era a la inversa. Como había, a lo largo de la jornada, tres turnos significaba que en total se entrevistaban a doscientas cuarenta personas diariamente. Na´, un peo vamos.
En el interior de las instalaciones un hombre, casi tan afable como La tribu de los Brady al completo, nos resumía cómo eran los puestos de trabajo. Luego nos entregó una prueba psicotécnica que realizamos en diez minutos.
A su conclusión nos dijo que no hiciéramos cola para entregar el “examen” y otro curriculum que habiamos rellenado (con desgana). Hicimos caso omiso. Mientras todo el mundo esperaba yo sigo retocando un resultado matemático. Espié a los demás y nadie hizo trampas…; eso no era excusa para la amoralidad momentánea. Dejé tres sin contestar y una sabía que estaba mal. También me consta que aunque se saque un diez en la prueba de reclutamiento no significaba el éxito: posibilidad de un trabajo.
Al llegar el momento otro hombre trajeado y bien peinado me llamaba como había hecho con los demás para interrogarte unos segundos. Curiosamente me percaté que cuando los demandantes se despedían para irse, este hombre les miraba el trasero… daba igual el sexo (conmigo lo llevaba claro). Ayer, claramente, fue un día para ir de culo.

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