miércoles, 23 de marzo de 2011

Kirmen Uribe

El jueves 3 de marzo de 2011 a las 20:30, Kirmen Uribe, con un acento peculiar que denotaba su origen vasco, presentaba su última novela Bilbao-Nueva York-Bilbao en el centro cultural Tomas y Valiente de Fuenlabrada en un evento cultural conocido como café literario.
Con una impoluta camisa blanca sin estar rigurosamente planchada y con unos vaqueros, signos descuidados, pero que podrían marcar estilo junto a su pelo despeinado más por el clima que por la moda, comenzó a charlar sobre la literatura y sobre las anécdotas que acarrea una afición así.
Algunas de sus frases fueron: “lo primero que tiene que pensar el escritor antes de escribir es qué va a escribir y cómo lo va a hacer”.
Entretanto, afirmaba que las nuevas tecnologías iban a cambiar el modo de narrar una historia pero no su formato. Algo, que, por otro lado, está ya muy bien definido en la industria de la imprenta como es el formato papel y en la electrónica los e-books (o libros electrónicos).
Por otro lado la presentadora del café literario, que así se llamaba el evento, definió su obra a presentar como: “Luz, memoria e imágenes”. Unos conceptos a los que el propio Kirmen Uribe no tardó en darle la razón.

Anecdotario

Más tarde, las anécdotas se siguieron produciendo en boca del autor nacido en Vizcaya. Se refirió a que el libro no es una novela al uso, sino un cúmulo de historias donde el propio autor se entremezclaba con ellas para darlas mayor sentido. Este hecho es bastante significativo ya que Uribe enfatizó que era un rasgo nuevo de la literatura actual.
Al cabo de unos minutos, comenzaba el turno de preguntas. La primera, extrañamente no se hizo esperar, fue sobre si la anécdota de las fiestas de la Romería del Rocio era cierta.
Uribe comentó que antiguamente se repartían dos barajas de cartas, una a los chicos y otras a las chicas, con la finalidad de generar parejas de baile; pues el autor de la novela dijo que él arrojó la carta porque no creía en ello y cuando escribió su primer artículo que hablaba de otra anécdota sobre su padre, la chica se puso en contacto con él para decirle que era ella, curiosamente, la que había obtenido el mismo naipe… el escritor concluyó la historia diciendo que jamás le enseñó la mujer si era verdad o no que habían coincidido con la carta.
Por último, y en referencia a su primer artículo periodístico, el novelista menciona que su padre le comparaba siempre con el cura que declama su discurso teológico para la primera fila y no para toda la iglesia. Con ello quiere decir que escribe para un público muy selecto.

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