sábado, 28 de enero de 2012

Más de cien mentiras

El musical inspirado en el repertorio escrito y cantado de Joaquín Sabina y que acontece en la sala Rialto de Madrid, tiene más virtudes que defectos. En primer lugar hay que dar las gracias a la compañía encargada de todo ello y esa no es otra que Drive Entertainment (40 El Musical, Hoy no me puedo levantar, Enamorados anónimos y Avenue Q, entre otros) por escoger a un gran elenco artístico que resulta esplendoroso en algunas ocasiones y excepcional en otras. Álex Barahona está correcto haciendo de Tuli pero, quizá, el terreno del canto se le queda un poco grande. Guadalupe Lancho está estupenda como Magdalena en una interpretación sentida. Víctor Massán es el verdadero protagonista recreando a un bailarín y cantante histriónico, flexible en sus movimientos y tremendamente divertido. El resto del equipo interpretativo se compone de Diego Paris, Marta Capel y Toni Viñals, entre otros. La historia narrada gira alrededor de la muerte de Samuel, que es el narrador principal y la salida de la cárcel de su hermano Tuli; el cual parece llevar sus mismos pasos en un caso de fraude con unos boletos de lotería. Los cuales no están premiados y tienen que convencer a una serie de personajes de que sí lo están. Entremedias se encuentran unos mafiosos que quieren el botín y unas meretrices que no se irán con cualquiera y serán las protagonistas de alguna historia de amor. En el plano musical se encuentran músicos como Quique Berro, Giovanni Tratardi o Daniel García. Decir que en la obra tiene más peso la voz que la música, tal y como sucede con Joaquín Sabina, aunque ello no significa que toquen de más. Soportan de un modo acertado el hilo argumental. Siguiendo con el plano artístico decir que el escenario es impresionante al estar escenificado por tres módulos, al menos, y al girarse representan una calle y cuando están en su posición normal la sala de un bar con los músicos arriba del todo. También se aprovecha la plataforma elevadora central para algunas canciones. Ello significa que se explotan todos los recursos de comunicación lo cual está bien. Carlos Torrijos ha diseño una iluminación óptima para cada momento (atención a los cañones de luces) y el sonido en general está más que logrado no siendo desbordante para una sala de tamaño medio. Apenas se le puede sacar algo negativo a la función y eso son solo dos aspectos a tratar: una que tal vez resulte excesivo el tratamiento del sexo en la obra cuando el propio cantautor, en más de una ocasión, ha afirmado que no es verdad todo lo que se cuenta y que algunas canciones del musical estaban cantadas sólo por mujeres cuando en realidad siempre son la voz secundaria de la archiconocidísima principal, aunque son productos distintos y solo comparables por el resultado artístico. Concluyo diciendo que las tres horas de la función se pasan en nada y que uno se queda con ganas de ver al propio Sabina entonando cualquier tema. Ese es el resultado de que lo que se ve gusta.

No hay comentarios: