jueves, 3 de mayo de 2012

Julio Llamazares en Fuenlabrada

A pesar de ello fue una gran noche. En el Camino del Molino s/n, en el teatro Josep Carreras, se estaba tan agusto en aquella tertulia literaria nocturna en la apaciguada noche allá por finales de mayo en 2009. Pronto hará tres años. Por entonces se estaba representando una obra y luego, sobre las diez y media de un viernes cualquiera Julio Llamazares hablaría sobre su obra maestra llamada La lluvia amarilla.
Estuvimos cerca de hora y media con él escuchando atentamente lo que decía. Habló de todo lo que se puede transmitir en tal evento hasta que una asistente le increpó un poco en el tono de su pregunta que por qué le había salido un libro tan triste.
Julio fue cauto en su respuesta y puso en práctica a Flora Davis y su Comunicación no verbal para responder adecuadamente a la joven que parecía incluso molesta con el resultado final del ejemplar. Él se mordió la lengua y respondió que no sabía el motivo pero que, a veces, la vida era así. La contestación le supo a poco a aquella mujer que seguía y seguía dándole vueltas a los cientos de libros que existían con finales felices y personajes vacíos. En este caso recuerdo que los personajes de La lluvia amarilla me parecieron tan oscuros que como lector no quise adentrarme más de la cuenta en ellos, por eso quizá me guste tanto.
Cuando la mujer happy end cesó de "embestir" verbalmente al protagonista, hubiera sido mi ocasión ya que el turno de palabras llegaba a su fin. Estuve a punto de levantar la mano y preguntar que cúanto tiempo tardó en confeccionar y pensar la primera hoja del libro. Ya saben, en las universidades se dan clases de literatura con este tema. Una pregunta sencilla y directa. Pero la encargada de guiar el interrogatorio cerró la posibilidad y ahí me quedé con las ganas. Luego, al conlcuir todo, me marché del teatro y mientras mis pies pisaban las baldosas mi cerebro recordaba lo acontecido. Qué suerte la suya de cruzarse en el camino con alguien capaz de espetarle que «La noche queda para quien es». Julio Llamazares me pareció un ejemplo a seguir como profesional y persona. Si yo fuera el autor de ese libro, posiblemente no tendría los pies sobre baldosas.

3 comentarios:

madrigal dijo...

¡No me habías contado que tuvieste la oportunidad de escuchar a Julio LL.! Me das envidia. Recuerda que compartimos nuestro libro favorito. Si yo hubiera estado, y tenido la oportunidad de intervenir, le habría dicho a la srta. "happy end" (genial): viaja a alguna aldea gallega, convive unos días con los vecinos, si es que te tropiezas con alguno, y despuès ya estás preparada para leer el LIBRO. Un besote

Daniel Atienza López dijo...

Buenas de nuevo Chus!! Pues a ver, la verdad que era una persona atípica ¿no? de esas que creen que todo es rosita y hechos por el estilo, nusé. Llegó un momento en que llegó a acaparar toda la atención... normal, no daba su brazo a torcer. Ojo, que no digo que no haya que ver lo positivo de esto, remarco la sensación de "cometas de colores" que no encajó en absoluto con el transcurrir de la charla.
Y en cuanto a él, pues qué decir no, que me pareció alguien muy inteligente y buen orador. Dato que puede resultar obvio pero de cara al público no es nada fácil hablar cuando te están escuchando mientras se toma nota como se suele decir. De todos modos fue una casualidad que yo acabara por allí, salí de la asociación, todo el mundo tenía planes y yo escogí irme a verle y es curioso, recuerdo que hacía frío pero para la fecha que era no es muy verídico. Tal vez debí habérselo pedido a alguien... ya se sabe la sensación extraña que produce cualquier tema relacionado con el libro. Esto me recuerda que os tengo que devolver "Tras los montes", libro, que por cierto, todavía está entre mis futuribles. ¡Un beso Chus. Nos vemos!

Werra dijo...

Pues habérmelo comentado a mi, que me hubiera ido contigo encantado de la vida.
Solo leí de él Luna de lobos, por cierto, tu me lo recomendaste junto con éste de Lluvia amarilla,y recuerdo que me encantó.
Un día caerá entre mis manos y te diré algo cuando lo lea.
Otro más para la lista, y como tengo pocos.