lunes, 14 de mayo de 2012

Yanarawi

Si la vida solo fuera una línea recta qué aburrida sería. Sin curvas ni sobresaltos, nada más que una línea recta… qué justo le parece ahora. Yendo con tu propio cuerpo sin ese peso generado por la mochila de los “problemas” con la que el que más y el que menos carga y porta. Esta es la historia del atleta iraní Yanarawi que en los juegos olímpicos de Londres participará en la prueba de atletismo. Más concretamente en la de los mil quinientos metros. Horas antes de comenzar dicha prueba, un familiar, le comunicará la muerte de su padre que días antes habrá caído gravemente enfermo. Debería de existir un protocolo especial para los deportistas y también, de paso, para el resto del mundo que les blinde contra este tipo de noticias, ya que, en este caso, hubiera preferido, incluso, no saberlo.
Yanarawi luchará con todas sus fuerzas para mantener en vilo sus piernas, haciendo un esfuerzo hercúleo y sobrehumano para tener la mente en su sitio. Esta será la acción más compleja. Con la cabeza fría podrá optar a algo, pero en cuanto flaquee, adiós al podio.
Santo cielo… como si competir fuera fácil.
Cuando le llega su turno, el deportista iraní siente que de sus rodillas hacia abajo hay algo que le pesa horrores. Es como si sus articulaciones inferiores se hubieran vuelto de iridio, el metal más pesado de la Tierra.
Está en la pista número siete. Los números son especiales para algunas personas y en concreto esta detestaba los impares. Al parecer todo se le ponía en su contra, pero no arrojará la toalla. No estaría, tal vez, todo dicho. Tendría que superar muchos factores pero estará dispuesto a intentarlo. Yanarawi saldrá rápido, por un microsegundo su mente se irá y verá el cuadro de Goya Saturno devorando a sus hijos; él también compite contra crono… el suyo propio, la mente enturbiada. Así llega a la segunda curva de la pista y le adelantan tres atletas tan internacionales como él pero no se deja amedrentar y olvidando la sensación muscular de agarrotamiento, está tan preparado que puede hacer un sprint prolongado para quedar segundo y hacerse con la ansiada plata.
Todos estamos más o menos preparados para llevar la mochila, lo que no queda tan claro es quién nos ha impuesto que tiene que haber un cronómetro.

5 comentarios:

Werra dijo...

Lo escuché de tu voz la otra tarde y ahora al volverlo a leer me sigue pareciendo genial.
Como sabes, las cosas fuera de lo común son parte de mi atrayente, el que esté contada en futuro por venir, me parece una de esas cosas que le dan el sensapil que atrae a cualquiera que lo lea.
No dejes de escribir Sr. Conde, un abrazo.

Daniel Atienza López dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Daniel Atienza López dijo...

Muchas gracias compañero Florín por lo dicho y afirmado. Tengo muchas ganas de hacer este recital de nosotros mismos en un ambiente tan burocrático como el que nos toca a estas alturas del año (para mí el mejor).
La verdad es que al leer otros textos de vosotros aprendes bastantes puntos a corregir y mejorar en uno mismo. Y bueno, qué decir de "anclado a tu bañera" simplemente chapó. Un abrazo caballero.

madrigal dijo...

"Todos estamos más o menos preparados para llevar la mochila, lo que no queda tan claro es quién nos ha impuesto que tiene que haber un cronómetro"
Totalmente de acuerdo. Mentalmente represento las exigencias impuestas del vivir diario como una tabla Excel: llena de filas y columnas que "obligatoriamente" tienes que llenar. Y en la última fila/columna hacer un sumatorio que, por supuesto, de como resultado un "megasuperpositivo".Gracias por escribir estas cosas que me hacen reflexionar. Un besazo

Daniel Atienza López dijo...

A vosotros por ser mi verdadero público. Espero que se porten bien los de la tarima. Un beso Chus!!

PSD: Lo importante es acabar la tarea en el tiempo adecuado con una motivación sana.