sábado, 24 de diciembre de 2011

Entrevistas

Son una prueba de fuego que hay que pasar si queremos concebir el premio al esfuerzo. Y nada más ficticio y cruel que una simple y “sincera” entrevista. Todo ello comienza desde el primer contacto visual hasta el corporal, el apretón de manos, que por si acaso debe ser firme y un poco sostenido sea el entrevistador hombre o mujer. Luego, tras el saludo inicial, te pasan a una habitación, aquí aparece la primera trampa: nadie te invita a sentarte cuando uno lo está esperando. Algunos siguen su perorata hasta alargarlo durante segundos eternos porque lo que uno desea en un cuestionario así es sentirse lo más cómodo posible. Lo primero que resalta a sus vistas suele ser el lugar de procedencia, que como no se resida en el sótano de la empresa, ya todo les parece muy lejos. La globalización se ha estancado en las entrevistas o sobrevistas, porque no radica ya en lo que hay “entre” sino “sobre” la persona; no contemplan que hay medios de transporte y vehículos, que hoy el puesto laboral puede estar cerca si se le echa ganas. Pero resulta chocante los cerrados de mentes que hay por ahí. También nos encontramos con la frase o farsa: “dígame por qué debe ser seleccionado sobre el resto de los candidatos”. A lo que habría que responder con un: “Porque soy tan competitivo como Mourinho y las demás personas que esperan ahí fuera me dan un rotundo y absoluto asco”. Esa es la respuesta que buscan, la única posible en un círculo donde cada vez hay que venderse más y mejor. Una sociedad grotesca donde los valores personales de un candidato se diluyen por los espacios de las letras de un currículum, que no se sabe muy bien si ayuda o dificulta a encontrar lo que se busca. Bien es cierto, que sin él no habría posibilidad alguna, pero siempre se ha dicho que en España hay, o había, demasiada titulitis. Digamos, por tanto, que a uno no le juzgan por lo que es, sino por lo que parece ser. Este hecho también se cae cuando alguien pertenece ya a una empresa, con el irremediable mes de prueba, que ahora algunas empresas lo prologan a dos, y a tres… Pero estos dos hechos ya son otra historia. Para ir entrando en materia también se encuentra uno aquello de: “se ha documentado acerca de nosotros” lo más curioso del asunto es que cuando formulan este baladí es cuando, justamente, son las empresas más pequeñas posibles. No imagino a un entrevistador de Nike preguntando acerca de si se ha informado antes de llegar. De todos modos resulta un absurdo por el alto indicio de egocentrismo. Finalmente, están las series de cualidades: “dime, por favor, tres cualidades que debería tener una empresa y tres que usted pueda aportar”. Bien, pues como de repente te han colocado la cartera del director de la entidad dan ganas de decir que expulsas a los malos entrevistadores, los que engañan, los que juegan con los sentimientos de la gente, los que olvidan que algún día tendrán que formar parte del otro lado y estarán, tal vez, en flaca desventaja, los que, por alguna razón que desconozco, se creen superiores (sus trajes quizá son signo y seña) y piensan que por un momento debes sentirte como ellos si quieres ser uno más y también uno menos… miembros y partícipes de una sociedad sectorizada cogida por los pelos. Pues bien a todos ellos les digo que la palabra broker no estaba reconocida por la Real Academia Española hasta desarrollar una renovada vigésima tercera edición y que la expresión “ser un tiburón de la bolsa” no dice nada en castellano aunque se use con frecuencia como tantas otras irregularidades. Este es su mundo hecho de hilos. Ellos se mueven por los mismos y también los manejan. Chusma de otro costal.

1 comentario:

Madrigal dijo...

Porfa, pasa "Entrevistas" a Suite, a cartas al director o a donde se te ocurra.
Desgraciadamente, los departamentos de selección son patéticos e inhumanos-
A veces, me parecen unos simples jugadores de un juego ya terminado con antelación.
Besotes