Tiene razón Paul Auster. La escritura es como una enfermedad. Te posee hasta el tuétano y no te deja resquicio alguno. Vas por la calle, caminando o corriendo y tus ojos no captan la realidad porque sí (a veces un árbol es solo un árbol, de acuerdo) lo hacen para recoger detalles insignificantes con el único fin de describirlos e insertarlos en un texto. A Edgar Allan Poe le sucedió una vez que le cogió "la manía" y no paró de escribir durante semanas hasta quedar exhausto. Le imagino dolorido con la muñeca abierta de utilizarla con lo que pintase en su orgasmo literario. Mancharía con tinta hojas y hojas, que luego supongo que corregiría, porque esta enfermedad es de dos síntomas. Primero está la expulsión y luego aparece la corrección ortográfica y de estilo: esto sí... esto otro a la basura.
He de admitir que corregir es más complejo que escribir. Este hecho es así porque destruir es terriblemente fácil; es alucinante lo fácil que podría ser regresar al folio en blanco una vez se tienen cien hojas escritas. Tachón a tachón, el lado crítico va trepando hasta la garganta. La lucha con tu ego es encarnizada y al final se acaba por emborronar la labor. Lo mejor es que sean otros ojos los que supervisen el trabajo hecho. Esto debe ser así y punto, aunque no está demás echarle un mínimo vistazo de coherencia y contextualización al asunto.
Una vez terminada la obra ¿Qué sucede? ¿Se aplaca la voz? ¿Se termina de padecer este incómodo padecimiento? Que va, en absoluto. Otra idea se abre paso entre las fibras protoplasmáticas o axones; entre chispazos y destellos internos que nadie ve ni aprecia, solo el que muestra esta predisposición a generar ideas para ser escritas y plasmadas.
Poco a poco la idea acaba tomando cuerpo. El protagonista quiere algo y ese algo también es pretendido por varios. Luego le añades la chica, que con un poco de suerte no se caerá en el estereotipo de las guapas y listas, unido a que tu personaje principal puede ser algo o bastante imperfecto; cuanto más alejado de los cánones mejor. Lo introduces en tu baticao cerebral cognitiva sensorial y ¡chachaaaán! Enhorabuena, con un poco de fortuna, y si tienes el viento a tu favor, ganarás algo de tiempo hasta que te acontezca el próximo planteamiento para ser escrito.
Si padeces algo parecido piensa en cómo sería en la mente de un músico o de un pintor. No estás tan mal si te decantas por la escritura ¿verdad? Claro. Piensa, también, que he seleccionado las profesiones más artísticas y entretenidas bajo mi punto de vista. Las demás guardan el doble de mérito. Las realice quien las realice.
Y para colocar el estoque final no estaría mal que esta predisposición estuviera pagada o recompensada lo cual la convierte en más extraña y descorazonadora que ninguna. ¿Dónde nos deja a los que no esperamos absolutamente nada a cambio? Sí, da algo de miedo, por eso os hablaba de enfermedad.