martes, 3 de septiembre de 2013

Resistir al olvido y mirar el porvenir

Tengo recuerdos preciosos de gente que ya no está. No sé en qué me convierte eso... ¿en un tío con suerte? Quizá; si por suerte se entiende pretender quedarte aquí el último. Bendita locura. Yo entre todas las imágenes de mí mismo; porque recordar es volver al «tú», al enraizamiento del pasado sobre los tuyos contemplados desde tus ojos. Eso es lo que somos. Por eso me gustaría grabar a fuego en la memoria algunos detalles para no olvidar quién soy. Los acogeré como semillas diminutas en una amplia llanura, la de la imaginación.
Y las simientes negativas, es decir las que no suman, las dejaré cuales rocas repletas de aristas en otro desierto, a la espera de que sus bordes ya no lastimen tanto. Y mientras reposan me dedicaré... qué digo... me volcaré en las buenas, en las imperecederas. 
Pero me falta un todo; la existencia de los seres.
Un recuerdo puede ser semejante, tal vez, a una fotografía amarillenta en sus extremos. A lo sumo parece hasta mejor porque la instantánea retrata la exactitud de un momento; cuando en la imaginación uno puede ampliarlo y revivirlo, una y otra vez, mientras se espera un tren en un andén perdido o mientras se sueña. El pensamiento los trae de regreso con rigor a modo de juego y necesidad. Pero ya no quedan olores, ni colores, ni la esencia en sí misma. De pronto te percatas de que lo único que conservas en la memoria es una película (nunca acabada) de familiares y amigos que se han ido por otro camino o que han dejado de existir sin más.
Te toca seguir remando. La vida sigue, como se suele decir, pero ya no es la misma; al igual que un monedero no es el mismo con veinte euros en el interior que con cien. Te centras en tu ramillete de amistades y en el resto de tu parentesco. Los que no entren por el aro de la virtud, mejor casi que ni levantar la vista del suelo cuando el destino os vuelva a cruzar. A veces el tiempo es demasiado exquisito hasta para una bocanada de «hola». No defiendo a los antipáticos. Solo refiero que después de un saludo, si la ocasión lo requiere, debería ir una breve conversación por cortesía y casi necesidad. Si esta no se produce lo mejor es no forzarla tan siquiera. Los factores tienen su motivo y a la química habría que dejarla volar.
Destino, puro azar para los mediocres y sino para los excelsos; pues ni con unos ni con otros. El mañana es moldeable aunque, en ocasiones, tenga toda la pinta de que el sol ha salido por donde no le correspondía. Hacía delante es la única dirección posible. Como premisa no está nada mal. Ver eso, sentirlo, supongo que es tener suerte, sí. Supongo que debe ser así.
Y los recuerdos que sigan sucediéndose. El pasado también es presente. Quien no entienda esto es porque vive una vida vacía sin la donosa raigambre que una vez lo intentaron sostener; preso de lo volátil, de lo que ocupa y no llena.

1 comentario:

Werra dijo...

Hola D. Dani,
Joder, y perdón por el brusco inicio, pero es que una y otra vez me vuelve a pasar con tu blog, con tus palabras tan exquisitamente elegidas, con esa perfecta armonía en que usted las coloca.
Mas de una ocasión te llevan a mirar en tu interior, en esa imaginación interna que llamamos memoria. Y sí, la llamo imaginación porque la mayoría de las veces, ya no son como las recordamos, sino como uno cree que han sido, sobre una base cierta, pero retocadas por una perspectiva personal, optimista o pesimista, eso ya no sé, porque depende de quién venga y en que circunstancia trascurrió.
Te digo esto porque he tenido que leer dos veces el texto para saber que había dentro al leerlo la primera vez, y no es culpa suya, más al contrario era mía por ese dejarme llevar por las letras a un estado personal reflexivo interior, que tanto me gusta y tan poca veces consigo con la lectura de casi nadie.

Una y otra vez, todo un placer Sr. Conde (Para variar, vamos, jejeje)