miércoles, 7 de marzo de 2012

Letras propias

Paul Auster, el mismo, afirmaba que la escritura era una enfermedad. Y es que uno de repente esta viendo la televisión y siente la necesidad imperiosa de encender el ordenador y liarse con ello, un rato o durante varios días y quizá, si la enfermedad es crónica dure meses o años; sé bien lo que digo. He dicho computadora y no papel y lápiz porque ya me he acostumbrado a desarrollar aquí, o así, lo que se desliza por el ideario. Conozco lo que estoy buscando… los puentes. Los mecanismos que transformen aquello que escribo en algo comprensible por un lector medio o cualquier tipo de leedor. Pero para ello no voy a jugarme el verbo ni arriesgar el adjetivo; tampoco me voy a rasgar los sustantivos ni a complicarme más de lo que ya lo hago. Entiendo que aquellos lectores desconocidos deben dar un paso adelante, como la serie, e intentar descifrar e ir más allá. Además siempre será más difícil escribir que leer, así que el escritor debe tener el amparo o el beneficio de la duda para imaginar lo que ha querido decir en determinado párrafo. A veces, es todo más simple de lo que pensamos y no hay que adquirir un punto de vista metalingüístico y académico: el mensaje es el que es. Un poco como la teoría de «lo que hay es lo que se ve». Luego está el hecho de que sólo se comunica con palabras y eso, siendo franco es el 5% de la comunicación humana, aproximadamente. Un claro ejemplo de lo referido es el actor de moda por The Artist Jean Dujardin, que ha conseguido, suponiendo que los premios sean premios, comunicar y trasmitir sentimientos e ideas sin la necesidad del habla. Y con los largometrajes hablados sucede lo mismo: importa y mucho, la frente, los ojos, la nariz, los hombros, los codos, las manos, etc. Las palabras, como se suele afirmar, son volátiles. Así, ¿En dónde queda quien pretenda seguir escribiendo aún sabiendo todo esto y dándose cuenta de que la piratería también se ha instaurado en el mundo editorial? Espero que haya una leve línea que una todo esto. Unos hilillos sutiles e inexpertos, tal vez, para unir el conjunto y urdirlo, antes de ser digerido por el ansioso estómago del lector; que como diría una cita de cine de serie B, «No tiene piedad, lo devora todo». Que sea así por muchos años. Un factor que depende del otro… se retroalimentan.

2 comentarios:

madrigal dijo...

Querido escribidor: solo decirte que la envidia es muy mala y que yo, como leedora empedernida, acepto que debo esforzarme en comprender lo que el envidiado escritor es capaz de expresar.
Aparte de esto, ¿qué te parece si nos compramos a medias el "Diario de Invierno" del admirado Paul Auster? Un beso

Daniel Atienza López dijo...

Buenas Chus!! Pues mira me regalaron hace nada el de "La noche del oráculo" del amigo. Si no, ya compraré el otro y te lo dejo-doy para que lo leas tranquilamente. Una vez más, gracias por los alagos, que siempre son bien recibidos. Un saludo!!