jueves, 11 de octubre de 2012

La anunciación

El Gran Circo situado en la calle Antonio López de Madrid se disponía a llevar a cabo su primera función, como cada año, en dicha zona. Las gradas no estaban ni medio llenas ni medio vacías, cordial empate para pesimistas y optimistas.
Los niños apuraban el bocadillo envuelto en papel de aluminio y otros se decantaban por el zumo y algún tipo de fruta. La mayoría estaban contentos y algo expectantes. Desde el escenario se apreciaba la riqueza de colores de la grada. Por eso los payasos identificaban la mayoría de asistencia infantil, pero no los contaban. Ni tenían tiempo, ni ganas. Eso son procedimientos de los jefes y ellos eran meros payasos o no.
Antes de comenzar con la función o el espectáculo, el más mayor de los actores caracterizados cogió el micrófono y se dispuso a comenzar su presentación de siempre, aunque esta vez tendría posibles consecuencias para ellos, para todos. Y empezó así: “Señoras y señores asistentes de hoy. Ruego me escuchen lo que les tengo que comunicar. No sabemos si ustedes lo saben ya o no pero aún así creemos mis compañeros y yo que es digno de mención un hecho tan significativo. Desde el Congreso hace ya unos cinco minutos el señor Mariano Rajoy ha señalado con rotundidad y énfasis que la crisis ha llegado a su fin. Señores asistentes esto no es una broma pero si una sana noticia y creíamos, que debíamos hacérselo saber. Muchas gracias y disfruten del espectáculo.
Los asistentes, callados, no sabían cómo reaccionar. Menos mal que la tecnología hizo su efecto y los mensajes por Wasap no tardaron en llegar. Entonces algunas personas abandonaron la función y se fueron raudas a celebrarlo. Todo el acto se suspendió y los trabajadores se quedaron como si nada. Al fin y al cabo, con crisis o sin ella, seguían sin una gran asistencia. La risa cada vez importa menos en este país. Los que sí se rieron fueron los bancos. Volvían a disponer de liquidez y las familias que habían sido desalojadas en estos años seguían sin tener ni para pagarse una entrada de circo. Los políticos recuperaron sus credenciales y el caché… esto último jamás perdido. Al final los del circo, perdón, los del Congreso, habían manejado a su antojo a la opinión pública, con la misma facilidad con la que un payaso presentaría su día de trabajo. Al final todo se diluye en si mismo. A lo mejor sólo era una broma macabra. Sin sangre pero con muy mala uva.
Después los actores de la calle Antonio López salieron a mirar el cielo… se parecía tanto al de otros días.





1 comentario:

Werra dijo...

Triste verdad el engaño en que vivimos.
Pena es lo que me da. Pena y lastima de que no sepamos echar a esta pandilla de... que tenemos encima.
Una abrazo D. Dani.