jueves, 6 de diciembre de 2012

Negra Navidad

Paint it black, nanananananaaaaa. Así, demasiado por encima en el tararareo, decía la canción de los Rolling Stone. La verdad es que la letra es muy pesimista, pero merece la pena escucharla por su sentido del ritmo y lo humorístico que queda todo al ponerle música a una visión de la vida que no la merece en absoluto.
He de reconocer que ahora que nos van invadiendo (vaya con el gerundio) los motivos navideños, hay cierta parte de mí que se acuerda del tema británico... del melódico me refiero.
Y es que no quiero imaginarme lo que significaría cobrar a fin de mes (a finales digo, ni antes ni después) y llegar a London Street, por ejemplo, y fundirte medio sueldo en regalos. Mi disconformidad estriba en por qué se nos ha impuesto esta insana costumbre. Podría ser en agosto donde la cabalgata de los Reyes Magos iría igualmente al aire libre solo que sin pasar frío. Esto es igual a reconocer que nos vamos a ir de este mundo sin saber, a ciencia cierta, el porque de los cambios horarios. ¿Estará alguna multinacional implicada? Qué más da, dormiremos igual... ese es el problema.
Regalar está muy bien, pero que la televisión nos sature a anuncios de ofrendas desde finales de octubre, qué digo, agosto; si al final voy a llevar razón y todo, no es algo productivo emocionalmente. La publicidad en tu correo electrónico o en tu buzón de casa. Te acecha. Compra. Compra. Gasta. Gasta. Hablaba de emociones porque es lo que prima en estas fechas, aunque seamos reacios a expresarlo en algunas ocasiones.
Y con qué cara te quedas si al final no tragas con el mensaje. Imaginaos uno con dos o tres regalos recibidos y él, por rancio, por antiglobi, por Grinch, sin dar nada a nadie.
Pronto saldrán las noticias en los informativos sobre lo que gasta cada familia de media en estas fechas tan desesperadas, aunque esto va tan rápido que lo mismo me estoy retrasando en la pronosticación. Nos dirán que gastamos mucho para estar en crisis o esa será la conclusión que se pueda sacar entre otras muchas tan libres como democráticas.
La verdad es que lejos de los sentimientos verdaderos y personales, considero que todo ello es una especie de negocio en el que uno gana y pierde a la vez. Vence si consigue tener a alguien al lado a quien darle un don, por pequeño que sea y regalarle su cariño no en Navidad, sino durante el resto del año. Y cae derrotado si no sabe sacar algo productivo a este tinglado casposo y periodo antisocial.
Digo lo de antisocial porque nos han inculcado, y con razón, que esas noches del año son las peores para salir con el coche. Así que al final acaba uno en su propia casa, acordándose de los primos, de los tíos, dónde están, qué hacen, estarán tan aburridos como el que los rememora. A saber. Yo creo que ni los ebrios salen esa noche por respeto a los otros bebedores, para mantener la leyenda viva. A saber.
Las florituras ornamentales pueden parecer fatuas, pero os aseguro que no le sucede nada a la familia que decide no poner arbolito o Belén. Cada uno lo lleva como puede. De todos modos, menos mal que tan solo es una vez al año... podría ser peor.
Concluyo afirmando que si nos modifican el horario durante el 28 de octubre (el notorio) para ahorrar energía, ¿Por qué luego en Navidad las calles no dejan de iluminar letreros con mensajes propicios para la ocasión? Es cierto que cada vez hay menos, pero suena contradictorio.
En fin. No encuentro más chicha donde rascar. Perdonen las divagaciones y dilaciones. Solo quería experesar mi rechazo y también mi aceptación porque soy uno más. Comparto lo dicho a partes iguales.

3 comentarios:

madrigal dijo...

Comparto lo escrito, como ya sabrás. La Navidad tendría su sentido si la viviéramos en su dimensión religiosa (cristiana):recuerdo de un nacimiento, solidaridad con los demás y especial demostración de cariño con nuestro entorno más próximo. Pero...lo que ahora vivimos como navidad es otra falsedad más de este mundo que nos ha tocado. En mí no produce más que rechazo. He dicho. (un beso)

Werra dijo...

Comparto opinión con Madrigal en casi todo (lease por lo religioso, que respeto pero no comparto del todo). Antes, si no tenías familiares cerca, bajabas puerta por puerta a tocar la pandereta a los vecinos y te invitaban a una copita de anís y todo el mundo cantaba y bailaba alegre entre polvorones.
(Ahora si te parece le tocas la puerta a alguien, que igual te encuentras lo que no quieres)
Otro abrazo.

Daniel Atienza López dijo...

Me alegra saber que no estoy solo en mi perspectiva del asunto navideño y de festejo. Mis recuerdos de infancia me trasladan a otra Navidad no muy diferente, pero es verdad que algo más personal. Ahora ya parece que todos vamos para arriba y abajo sin ton ni son... según nos marcan unas escaleras mecánicas.
También es comprensible que no siempre llueve a gusto de todos. Alguien habrá a quien le guste esto. Digo yo. Nusé.