viernes, 30 de noviembre de 2012

Malecón

En clase había que hacer un escrito con nuestra palabra preferida. Sé que las hay mejores, pero esta en concreto me gusta bastante porque abarca la palabra "mal" y no tiene nada que ver en su significado. Así un malecón es un rompeolas y en Cuba o Ecuador es un paseo por la orilla del mar. ¿Tal vez me esté saliendo la vena "oye tú sabe"? Qué se yo. Aquí les dejo lo que me dio tiempo a escribir en quince minutos.
 
 
A lo lejos, en lontananza, hasta allí se extraviaba la vista y la mente. La línea que unía el cielo con el mar era extensa y cómoda de contemplar para cualquier veraneante. Había otra que se adentraba, poco a poco, en el mar y era la que hacia a su vez de rompeolas en los días revueltos del oceano, el malecón. Sobre él multitud de parejas habían paseado felizmente, casi como quien camina por encima del agua y otras discutían, muy de vez en cuando, porque los parajes naturales no invitan a ello, como si quisieran ser llevados por la marea. También era el tramo de algunos deportistas en plena Operación Verano para concluir con su fatiga autoimpuesta.
Entre sus rocas, cómo no, había basura, desechos que aprovechaban las ratas al caer la noche y los felinos más tarde, pero antes de que saliera el sol y crease un espejo con el agua para proyectar, más si cabe, la energía solar de la estrella que más calienta.
El malecón había pasado ya a formar parte del paisaje; edificado con la idea de aguantar todo el paso de los años. Sobreviviendo más al desgaste humano que al natural.

No hay comentarios: