viernes, 22 de febrero de 2013

Bilbao

Íbamos a vender con la casa por mochila, es decir, con la furgoneta preparada para dormir los dos. Mi padre y yo. Cuando llegamos a esta esperada ciudad algo no me acabó de encajar. Era una tarde oscura y gris; de esas donde al mirar las nubes pronostican más casi un tornado que una tormenta. Estaban apelmazadas como si en vez de agua transportaran tornillos y clavos. Su aspecto algodonado y denso parecía ser la máscara que siempre cubría en invierno el cielo de Bilbao.
En aquellos tiempos ETA todavía estaba activa y un comercial con su hijo se adentraban en el corazón geográfico del conflicto nacionalista vasco más extremo. Tuve respeto y quizá miedo. No encuentro otras palabras a cómo me sentí aquella tarde de niño por aquellas calles de silencio y donde los árboles de los parques donde jugaban los niños sufrían de cierto beriberi por la contaminación de una ciudad con pasado y presente metalúrgico e industrial.
El Nervión segmentaba la ciudad, al menos unos distritos, y pude comprobar, hasta donde alcanzaron mis ojos, que el agua del río se perdía por unas cloacas bajo la urbe. Me acordé de Venecía, que no he estado y de Londres, que por aquellos entonces tampoco y me percaté de la apariencia cosmopolita de lo que andaba contemplando.
Al caer la noche el vecindario se recogió como suele suceder en esa época del año en cualquier ciudad española y del mundo, pero nuestros estómagos rugían de hambre tras la jornada laboral. Así que fuimos a pedir un bocadillo en el primer bar que viésemos, y así hicimos. La desilusión fue amplia puesto que lo primero que busca un viajero es una sonrisa o un trato mediánamente amable... en este caso ausencia de las dos acciones. Para colmo se sorprendieron de que pidiésemos un bocadillo y añadieron que podían ponernos garbanzos entre pan y pan.
Salimos anodados de allí y pensando que había sido una broma nos fuimos a otro. Cuál fue nuestra sorpresa que más de lo mismo. En esta ocasión la camarera si parecía simpática, pero nos ofrecían pulgas, que son bocadillos que entran en una muela de las cuatro que hay en la boca sin disponer de las del juicio.
Sonreímos cortésmente y salimos de allí también. Tras ir a un tercer bar de mucha banderita y personaje siniestro, seguramente ebrio, (cuando uno lo necesita  es cuando toman el revelo las farmacias y los estancos, sin encontrar lo que realmente se busca), nos desengañamos por última vez. Así que accedimos a las pulgas: "Pónganos tres o cuatro a cada uno; bueno no, mejor saque la bandeja". Y allí estuvimos cenando en la barra de un bar más pequeño que grande rodeados del paisanaje que nos miraba con bastante indiferencia. A ver si ahora se iban a acostumbrar a ver cenar un bocadillo. Ciudades y su encanto. Todas deberían ser igual de hospitalarias.

7 comentarios:

Sergio Florín dijo...

Buenos días D. Dani.
Me descoloca este relato, parece una experiencia personal o mejor dicho una mala experiencia personal ¿lo es?
Como una espina que lleva clavada desde hace años y en sus nervios sigue guardando su rencor o miedo a partes iguales hacia una ciudad que, personalmente no conozco mas que de una fugaz pasada, pero siempre he tenido ilusión por conocer.
Y la última frase es la que mas me desordena, cuando dices que todas las ciudades deberían ser igual de hospitalarias, la tomo como una tremenda ironía. Nusé hoy estoy payá he igual ando algo off, jajjajjjaja, disculpe Sr. Conde.

Vamos con el trozo de prosa he intentemos no tirar de buscador, eh, eh, eh.
Los trozos en blanco como imaginaras llevan incorporados trozos del título, con lo cual he de omitirlos. En este caso se trata de un capitulo entero, el CXXXII también uno de los más tristes de la narración. No te puedo poner el primero por ser demasiado famoso y conocido, te pongo uno de los finales, aunque precioso. Siempre he tenido este libro como uno de los fundamentales que todo ser vivo debería leer, y en especial la frase final de éste elegido como una de las más bellas "frases, metáforas, como se le quiera decir" del libro.

Encontré a (__________) echado en su cama de paja, blandos los ojos y tristes. Fuí a él, lo acaricié hablándole, y quise que se levantara...

El pobre se removió todo bruscamente, y dejó una mano arrodillada... No podía... Entonces le tendí su mano en el suelo, lo acaricié de nuevo con ternura, y mandé venir a su médico.

El viejo Darbón, así que lo hubo visto, sumió la enorme boca desdentada hasta la nuca y meció sobre el pecho la cabeza congestionada, igual que un péndulo.

—Nada bueno, ¿eh?

No sé qué contestó... Que el infeliz se iba... Nada... Que un dolor... Que no sé qué raíz mala... La tierra, entre la yerba...

A mediodía, (__________) estaba muerto. La barriguilla de algodón se le había hinchado como el mundo, y sus patas, rígidas y descoloridas, se elevaban al cielo. Parecía su pelo rizoso ese pelo de estopa apolillada de las muñecas viejas, que se cae, al pasarle la mano, en una polvorienta tristeza...

Por la cuadra en silencio, encendiéndose cada vez que pasaba por el rayo de sol de la ventanilla, revolaba una bella mariposa de tres colores...

Y cuando quieras te resarces conmigo y me colocas otro tu. Tampoco te pases de difícil, que en este por ser el primero, creo que he sido incluso, demasiado benévolo :)))

Un fuerte abrazo Sr. escritor.

Daniel Atienza López dijo...

Buenos días camarada!!
Tienes mucha razón en que el texto que he escrito esta vez, no está muy elaborado. Lo hice en un pispás, y eso no creo que sea del todo bueno. También me centro solo, quiza, en lo malo y ese no es buen punto de partida. Digamos que no me ha salio un buen partido, pero la Liga sigue en juego, jeje. El próximo a ver por dónde salgo.
Bien, bueno, el libro que introduces creo que es el de "Platero y yo". No lo he leido, pero siempre he tenido ganas de ello.
Desde la primera frase ya se ve ese cariño especial con el que describe a ese burro mítico.
Mañana, si puedo, te coloco aquí el fragmento de la novela que he elegido ya que ni tengo aquí el libro ni el Kindle.
Una pista... el autor es británico, que solía escribir sobre sucesos rusos... Noooo te digo más. Nos vemosss Florín!!!

Werra dijo...

Heyyy, Cien puntos para el caballero de la corbata grana.
Bien, muy bien, y a la primera, aunque creo que me pasé de fácil. Bueno, en las siguientes iremos bajando el listón del "Limbo jamaicano" y a ver cuanto rato nos mantenemos en pie pasando por debajo del palo JA, JA, JA.
No acabo de leer que el tuyo es britanico y escritor de sucesos rusos y ya me estoy rebanando los sesos.
Chao

Daniel Atienza López dijo...

Vamos allá, no tengo mucho ánimo, pero lo prometido es deuda:

"Era un día luminoso y frío de abril y los relojes daban las trece. Winston Smith, con la barbilla clavada en el pecho en su esfuerzo por burlar el molestísimo viento, se deslizó rápidamente por entre las puertas de cristal de las Casas de la Victoria, aunque no con la suficiente rapidez para evitar que una ráfaga polvorienta se colara con él.
El vestíbulo olía a legumbres cocidas y a esteras viejas. Al fondo, un cartel de colores, demasiado grande para hallarse en un interior, estaba pegado a la pared. Representaba solo un enorme rostro de más de un metro de anchura: la cara de un hombre de unos cuarenta y cinco años con un gran bigote negro y facciones hermosas y endurecidas. Winston se dirigió hacia las escaleras. Era inútil intentar subir en el ascensor. No funcionaba con frecuencia y en esta época la corriente se cortaba duarnte las horas de día. Esto era parte de las restricciones...

Ahí queda. En caso de no acertar, que no me parece tan fácil, seguiré dando pistas. Buen domingo camarada.

Werra dijo...

Heyyy D. Dani, me pillas en blanco. Pero tiremos una piedra al aire y si suena, que suene...
Por las pistas dadas, más que por el texto, britanico, escritor de sucesos rusos, imagino que no sé, y que habrá más de uno, que se me ocurra ahora: Ken Follet, en sus ultimas dos novelas, tocando el tema de la 1ª y 2ª guerra mundial toca temas rusos. Pudiera ser pero no me suena ese como su estilo o al menos el que yo le conozco.
Si tuviera que decir otro que fue el primero que pensé al leer el texto, me decantaría por Owell, pero ese me parece que no era británico, sino de la India cuando lo dominaban los británicos, pero tampoco estoy seguro de ese dato, lo tendría que asegurar pero no quiero mirarlo en el google.
Pero bueno, no sé en ningún caso de que libro se trata ,pero como autor diría a uno de esos dos, aunque no sea un respuesta contundente.

Desde luego, te has pasado con el libro elegido, pero un buen cacho, o mássssss, jajajaja.
Bueno Sr. Conde, que dime algo para salir de la duda, o seguir rebuscando en las celdas de la memoria.

Abrazo.

Daniel Atienza López dijo...

Mi camarada!!! Has acertado con la segunda propuesta de autor. Era muy difícil, tienes razón, pero como el próximo te toca a ti, pues podrás meterme una buena goleá, jajaj. El título del libro es 1984 de Orwell y la wikipedia pone que es británico nusé.
El tuyo supera al mío con creces por varias razones: es español y la calidad es infinitamente mejor Platero. Dónde va a parar.
Poco más fiera. Deposito la pelota en tu tejado.
De momento el juego va bien, sin adeptos, pero bien; vamos acertando en lo que proponemos.
Un abrazo Florín!!!

Werra dijo...

Daniiiii
Pues la verdad es que no sé como me vino a la mente ese nombre, como te dije por móvil, sería de la novela Rebelión en la granja, aunque hace unos cuatro años de su lectura.
Pero bueno, al tema ca ma ra da!!! :)) la siguiente no creo que te ponga un nobel archiconocido, ni por supuesto español, ni siquiera de habla hispana (espera, espera, que me estoy cebando jaja) "es broma" a ver si esto en vez de un juego se va a convertir en un reto de cultura inaccesible a nuestro pequeño nivel. Pero digamos que el listón del limbo estará digamos, bastante más cerca del suelo.
Para lo cual, con paciencia de madera roída ya por los años, esperaré que vuelvas a escribir el siguiente relato para proponerte un nuevo texto. Así voy rumiando por donde tirar la piedra y elegir al susodicho nuevo autor.
Que lo dicho vía ondas, me reitero en la felicidad de que el vehículo haya sido encontrado.

Abrazo, Sr. Conde.

PD: Si ves que el algún comentario puesto por mi te llega con nombre de Sergio Fl. no te extrañe, es que como comparto ordenador con mi hijo Sergio, a vece el inicia sesión con su cuenta de google y se me olvida cambiar el usuario. Aunque creo que lo del conde no te lo escribe nadie mas que yo y enseguida descubrirás de quién se trata.