sábado, 16 de febrero de 2013

El outsider

Estaba sentado en una mesa solitaria, aunque decir esto indicaba cierto grado de connotaciones erróneas, puesto que las mesas no pueden estar solas y sí vacías. Esto nos lleva a pensar que el solitario era una persona. Así, se encontraba en The Dinner; uno de esos restaurantes caracterizados a la americana con sus bebidas rosas, sus propios canales de televisión que emitían contenidos propios sesenteros y setenteros y la comida rápida y fácil de consumir. Un lugar afable donde The Mamas and the Papas entonaban a placer desde un tocadiscos lo que siempre ha sido y será el sueño americano. Tan pegadizo como inalcanzable.
Pero él andaba a lo suyo, en sus pensamientos. Odiaba ver comer a los demás. Su ruido desagradable al masticar la lechuga o al roer el pan; el sonido de los cubiertos cortando y pinchando sobre la cerámica le irritaba de sobremanera, por no hablar de los gestos que ponía la gente al llevarse los alimentos a la boca; siempre le resultaron obscenos, hasta los suyos propios, y en cambio, ahí estaba recluido por la estúpida idea de que era como estar en una especie de embajada alimenticia norteamericana, al igual que los restaurantes chinos se le antojaban que era como estar en el interior de la china o el Döner kebap de Turquía o de cualquier otro país de cultura musulmana. Se le figuraban ser pequeñas porciones de realidad sin moverse de su país, de una silla o mesa a medio llenar. Un buen sitio donde perderse y no ser encontrado por ninguna red social.
Luego se encendió un cigarro como si las leyes no fueran con él y aprovechó la bolsa de papel donde antes llegaron sus patatas fritas y esperó a ver qué pasaba.
Algunos desconocidos pronto comenzaron a mirarle de un modo escéptico y con algo de irritación. El encargado vino para decirle que allí estaba prohibido fumar y que si lo prefería podía salirse a las mesas de fuera donde no había inconveniente.
Entonces él, ataviado con su vestimenta negra, le respondió que no era lo mismo fumarse un cigarro al aire libre que en un interior. Para empezar alegó que el cigarrillo se consumía antes de lo esperado y que fuera, al no haber nadie, iba a estar tan solo como aquí. Su interlocutor puso cara de pocos amigos y le invitó a que lo apagara de buenas maneras. Al final accedió dando un espectáculo de aspavientos, muy a la francesa, y exclamaciones malsonantes. No había manera. Visto lo visto seguía en su país de origen. Había durado poco su traslación cultural. Al fin y al cabo no se peinaba ni como Jhonny Cash, así que lo prudente sería obedecer. Cuando el murmullo volvió a su ser, y el molesto ruido de la cubertería siguió golpeándole los odios, a poco de perder la paciencia, comenzó a escribir un poema. Las musas eran así... acudían, en ocasiones, en los peores lugares y en momentos imprevistos.
En su tinta solo brotaban palabras afiladas, abruptas, severas para un lector cualquiera. Tachones y más tachones para que al final no sacara nada productivo... y es que las musas también son así.
Más tarde pagó su cuenta sin dejar nada de propina, por supuesto. En la calle había un ligero aroma a leña quemada; su mente se trasladó a su pueblo en Ávila; extraño suceso en una calle de Madrid, pero el mundo está repleto de falsos escritores, que no llegan al éxito y que son capaces de hacer un poema de lo inexistente, recogiendo la perspectiva más sórdida de su mundo. Impregnando una servilleta impresa en colores saltones con los borrones de unos egos ahogados en nicotina. La verdad la inventan algunos para que otros se lleven la fama. Él solo quiso perderse del contexto social para poder seguir adelante. Romper las barreras de lo establecido e impuesto y quedarse al final en el punto de partida. Todo gira y vuelve a suceder... en esta alocada e indescifrable cuenta atrás.
Y mientras que el escritor volvía a su casa otra nueva idea asaltó su mente. Esta no la escribiría; sería solamente suya por unos instantes.

5 comentarios:

Werra dijo...

Buongiorno signor Conde.
(Rayadura mañanera, disculpen)
Hoy del texto me quedo con, y daré mi voto a reivindicar esta agresión psicológica, o manipulación que nos rodea. Porque a quién no le ha pasado eso o algo parecido, me refiero al hecho de tener que ir por la misma vereda que va todo el mundo, y te dan ganas de salirte del camino y correr a tu aire y gritar y saltar libre, donde y cuando a uno le plazca.
No ser ni de derechas ni de izquierdas, ni de arriba ni de abajo no significa que te guste todo lo que ves, ni mucho menos...
Porque al menos una vez en la vida hay que chillar y enojarse, levantar la voz y quejarse, para no seguir aguantando que nos impongan las cosas que no nos gustan, ni nos gustaron, ni nos gustarán. (Y no quiero meterme en el tema del respeto hacia los demás que siempre hay que tener, evidentemente, y en este caso eludo)

A lo de las musas, cuanta razón tienes, que esquivas pueden llegar a ser. Y otras veces cuando las ves acercarse y las esperas ansioso como un niño su beso de buenas noches, que lleguen en forma de verso, vienen en prosa, si las quieres que rimen, vienen blancas. Por eso te gustan, y las queremos, porque no se dejan manejar como los borregos que van uno detrás de otro por la misma linde.

Bueno D. Dani, sigues consiguiendo dar que pensar, y eso siempre me gustó de tus textos, aunque creo que ésto ya lo dije otra vez. Otra vez, perdona las charlas vespertinas.

Averigüemos al autor de estos dos versos del famoso e incluso cantado poema:

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;

Daniel Atienza López dijo...

Me dejas en blanco Florín!!
A ver a ver. Pues como habla de Sevilla yo diría que es de Lorca, pero no suena a Lorca, a ese cadencia marcadamente suya y que, por otro lado, tampoco es que me haga mucha gracia.
En el colegio me obligaron a leerlo y no entendí nada. Para empezar no sabía que yerma era un sinónimo de estéril, con lo cual. Mae mae, jaja. No tengo más idea que esa.
Por lo demás gracias por leer mi ladrillaco metapsicológico, jeje, una vez más. Nos vemos en unos días y saldré de dudas...
Puedo ponerlo en google, pero no es lo mismoo en absoluto. Seguro que alguien que se haya metido por aquí lo haya hecho; yo prefiero quedarme con la duda hasta nuevas pistas. La verdad es que no sé mucho de poesías. Un saludo camarada.

Werra dijo...

Heyyyy D. Dani

Mira por donde yo pensaba que esta la sacarías más fácil que la otra anterior, por lo de poner los dos primeros versos donde se da título al poema, porque al principio cogí otros dos del centro, también conocidos si has escuchado a Serrat (1ª pista) Yo es que este disco lo tuvo mi padre y seguirá por casa de ellos, era un lote de 4, uno de éxitos conocidos, otros 2 de a mis poetas, (Miguel Hernández, alicantino, y otro sevillano del que buscamos el nombre) y otro que ahora no recuerdo ¿o eran tres?, ya no me acuerdo bien, era demasiado joven jaja.

Pero bueno, va, (como 2ª y última pista) te pego el poema entero, igual así lo recuerdes de haberlo leído o escuchado:

RETRATO

Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.

Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—;
mas recibí la flecha que me asignò Cupido
y amé cuanto ellas pueden tener de hospitalario.

Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.

Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.

Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.

¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.

Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñò el secreto de la filantropía.

Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansiòn que habitò,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.

Y cuando llegue el día del último viaje
y esté a partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.

No dejando la cultura nunca de lado, si quieres, cambiamos de tercio y en vez de poner poemas, podemos poner nombres de libros más o menos épicos, y abriguemos, o este caso tú, el nombre del escritor. Donde a continuación puedes poner tú otro que también sepas (por eso de resarcirte jajajajaja)¿Te parece mejor idea o continuamos con los versos? Tú decides.

Chao Sr. escritor.

Werra dijo...

A lo de que dan título del poema, perdóneme usted ,que se me fue la pinza jajajajajajajajaj

Daniel Atienza López dijo...

Ole y ole con el gran Machado. Al final he hecho trampa y lo he tenido que buscar movido por la curiosidad. Qué gran poema. Lo recitábamos en el curso de doblaje y ya ni me acordaba.
Propongo seguir con un pequeño fragmento de cada libro escogido libremente. Habrá que adivinarlo (esto es más difícil puesto que hay más narrativa que prosa) y decir título y autor. También siguen valiendo los poemas vengaaa, jeje, como quieras Florín. Lo que se te pase por la cabeza esa mañana y listo. Un abrazo. Nos vemos pronto. Deww.