lunes, 4 de enero de 2016

En la buena dirección

Jack Kerouac
En la carretera/ En el camino
Barcelona. Trigésima cuarta edición. Noviembre 2014.
10.00 €
396 páginas.
Anagrama.



La historia que cuenta Jack Kerouac es tan ácida como entretenida y apasionante. El lector ve cómo en la edición (muchas hojas y letra pequeña) la novela se lee con gran rapidez por la proeza del autor.
En el texto hay dos protagonistas (dos amigos inseparables) que son los que soportan todo el peso de lo narrado. Por un lado está Dean, al que se le define como un Ahab, el propio diablo o Groucho Marx, entre otras atribuciones. Es un hedonista cuyos razonamientos filosóficos sobre la vida en general no dejan indiferente a quien los sufre (Sal) o casi cualquiera que se precie (nosotros). Por el otro lado, está Sal, el narrador principal de todas las aventuras y desdichas que les van sucediendo mientras recorren Estados Unidos de este a oeste y viceversa o yendo hasta el sur (terrenos prácticamente vírgenes de México de aquella época). Recordamos por ello que la novela transcurre entre 1947 y 1950. Lo peculiar del libro de este escritor americano es que En la carretera todo se convierte en liviano. Lo pernicioso, como la soledad no buscada o la simple existencia, deja un regusto ácido, pero pasable y aunque los personajes lleguen a practicar en algún momento orgías, saben moldear las normas éticas, al menos no revelando ninguna escena explícitamente. Este hecho genera una ligera distorsión en el decoro de los personajes. Es como si el narrador no quisiera contarlo todo. Algo muy a tener en cuenta.
Jack Keoruac sabe cuándo estos dos tipos se pasan los límites por donde quieren sin ser necesario describir o contar el extenso abanico de grietas en sus personalidades.
En el fondo, tanto uno como otro no saben qué buscan, pero perciben y sienten la llamada de la carretera o del paisanaje y no se detendrán, bajo ningún concepto, hasta que la gasolina, el dinero o el medio de transporte elegido o hurtado les deje tirados en cualquier cuneta desangelada. ¿Será este el deseo impune de vivir y buscar el anhelado sueño americano?
Resulta fascinante la pasión que pone Dean al escuchar música jazz o las peripecias que sufre con la policía; cuando parece que el viaje se acabará truncando surgen fragmentos vitalistas para evocar un típico final abierto donde se entrevé el paso del tiempo en los casos de las personas inamovibles... e invencibles.
En ningún momento he afirmado que la novela sea autobiográfica, aunque el autor sale en la imagen de la portada del libro. La crítica literaria no es quien para afirmar tal dato. ¿Acaso las biografías son totalmente ciertas? Si un relato como este se plasma en papel escrito y recobra la viveza y la magia de la literatura... ¿Se podría afirmar su autenticidad? Sobre todo porque da lo mismo. A casi nadie o a nadie puede importarle el letrero vulgar de ‘Basado en hechos reales’. Esta historia no necesita ese toque de autenticidad cutre y cínico. El caso es que la novela como producto funciona con creces. Tanto, que es el icono del llamado movimiento beat, que ni sigo ni seguiré.
A los lectores les debe servir la sensación de pérdida cuando el ejemplar llega a su fin; es el fundido en negro de las letras. Una reacción que solo puede movernos a buscar más historias complementarias, allí donde verdaderamente las haya. Porque rara vez está uno mejor solo que bajo la soledad de un buen libro. 

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