Qué es la vejez… ¡Ay! Puede ser la soledad, en medio
de cualquier estación, mientras se espera algo. Ese anhelo es incongruente
porque qué personas pueden llegar a la edad vetusta buscando todavía,
escarbando con las uñas de la incertidumbre. Los hay… claro que los hay y
habrá. Después de ti y de mí. Serán hombres y mujeres que apenas hayan mirado de
soslayo en la vida y aún así, con sus bastones, con sus achaques corporales y mentales, sentados
en un solitario banco o andén con una nube de nostalgia insertada en el iris. Se
preguntarán por Pepito y el Jesuli y paladearán, por un momento, la ausencia de
lo vivido. Porque la senectud es eso, estatuas de oro vivientes que caminan sin
saber muy bien el rumbo, o lo quieran olvidar, ya que… bueno, mejor será no
referirse a ello. También puede ser un salón repleto de seres
queridos. De copas de champán resbalando victoria y dicha. Los hay a su vez con
suerte, por supuesto, y han mostrado la suficiente entereza como para conocer a
sus nietos y también a los bisnietos. Para ello hay que tener otro ADN, de otra
galaxia porque superar la barrera de los, no digo noventa, sino ochenta es ya
una proeza extraordinaria. Ahora, la vejez también puede ser una cama de
residencia, unas manos que te duchan y que son de todo menos manos… garras que
resbalan. Luego un salón donde poder convivir con más ancianos como tú, para
escuchar cada día batallitas, en el mejor de los casos, o lamentos en el peor…
aquí los términos medios ya no cuentan porque se está en el final del camino y
las aguas templadas ya no calman. Los hay, aunque son pocos, que la longevidad,
desgraciadamente, les ha cogido entre rejas. Aquí puede haber cabida para el
lamento y la expiación, pero lejos de esto se deben de arrepentir de la vida
que no han vivido, maldiciendo al estado en todas sus bases, contrariando
siempre su condena si son culpables y también los inocentes. Pero no sé qué es ser anciano. Imagino que te debe
pesar el cuerpo, que los años se te deben enredar por todos los músculos. Que
el agarrotamiento llega también al cerebro y con lo cual al “alma” de esa
persona. Y este es el punto de unión de los sujetos que describo. Quien
conserve la mente intacta podrá llegar a donde él (y el estado) quiera. La
demás morralla solo es levedad.
2 comentarios:
Siempre he pensado, al monos demás joven, que no llegaría a ser mayor, que moriría joven. Pero ahora que la juventud se va pasando, que ya no somos tan idealistas ni revolucionarios, no sé...
Esperemos a ver que nos guarda el destino, y mientras comprobamos si llegamos o no a dicha fase, disfrutemos le la gente que nos rodea en cada pequeño gesto, en cada gracias recibido, en cada ayuda regalada.
Comprobemoslo llegando.
Un abrazo Sr. Conde.
Brindo por eso Florín!! Hoy no digo más.
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