lunes, 12 de noviembre de 2012

Pequeños remedios para hacer un buen libro

Bien. Este conjunto de frases que acabarán formando párrafos irá destinada a todo aquel que crea ser un escritor maravilloso. Podría citar a algunos que lo son, pero hasta ellos quiero suponer que tienen un corrector ortográfico. Me refiero a la persona no al programa de Word puesto que todo el mundo comete alguna falta o descuido de escritura; como es normal.
El mejor modo de ver tus errores, puesto que en la mayoría de las ocasiones uno no ve bien sus defectos (esto es más psicológico y comprensible), es dejar el escrito a un buen amigo. Sí, he dicho bueno porque de otro modo no se podría comprometer a que tal acción dificultosa llegue a buen puerto. Corregir es complicado y para hacerlo, primero hay que saber lo fundamental del idioma. Y aquí es cuando se podría hablar de las peticiones laborales de algunas empresas cuando te piden el dominio de varios... ¡JA! ¿El dominio? ¿Acaso conocemos nuestra lengua materna?
A todas esas entidades habría que prestarles un ejemplar de El dardo en la palabra.
Según sé de propio conocimiento las editoriales contratan cada vez menos correctores con lo que la calidad literaria de los productos (sí, productos) se ve seriamente afectada. Alguien debería arreglar esto, pero ese no seré yo.
Como se decía con anterioridad debe ser alguien distinto al propio autor el que revise todo: sinónimos, concordancías, credibilidad, contexto, decoros, en fin, lo que significa corregir algo. Hombre, no está de más revisarlo y quitarle trabajo al elegido. Sería lo esperable... y aún así habrá errores. Siempre los hay. Estamos hablando de que antes era un oficio. Ahora ya vivimos otros tiempos.
Para hacer un buen libro no hay una fórmula mágica (tampoco sé cómo hacerme rico) ni hay que leer otros ejemplares, donde hablan de lo que hay que hacer para crear una buena novela. No hace falta recrearse en exceso con los decorados o paisajes, aunque es verdad que hay una serie de obras que lo hacen y son clásicas... se me ocurre Madame Bovary sin irse muy lejos (solo a Francia).
Tampoco es vital que tu padre se haya dedicado a las letras décadas atrás, aunque siempre hay curiosos casos como es el de Julián Marías y su hijo.
Es inviable querer escribir una historia y hacerse rico con ella. Lo primero porque eso no suele suceder ni en la ficción, pero en la realidad hay que contar con una serie de posibilidades que un autor desconocido no tiene. Ahora es cuando tengo ganas de decirles que todo está ya escrito y que no hay posibilidad de innovación, pero siempre habrá un cráneo privilegiado para desmentirme.
Morfológicamente hay que tener cuidado con el uso excesivo de palabras que nosotros mismos hemos encumbrado, es el caso del ya, del pero, que, gerundios, la palabra cosa es un enfermedad común, cuidado con mezclar temas que no tengan relación; hay que darlo trituradito al lector pero tampoco en bandeja.
Hay que leer muchísimo para poder escribir. Esta frase podría ser de Kapuscinski, pero seguro que es de otro escritor sobradamengte conocido. Pues tiene razón. No solo abrimos la mente leyendo si no que nos vamos fijando en los pequeños detalles de la escritura: el punto, la coma, el guión. Y me refiero a leer bien, aunque ¿quién soy yo para discernir entre buenos y malos libros? Digamos que los malos son los best sellers con sus personajes planos y lo demás es viable. Aunque ya digo... al final, casi siempre, suelen estar bien y leerse del tirón. Cosa (¡oh, cosa!) que otros no consiguen con bastante más renombre. 
Sé que sonará mal, pero la mayoría de argumentos que vemos o novelas que hojeamos copian algo de alguien. Pues sugiero que hagamos igual, pero con estilo, no un corta y pega como tal, hay que hondar dentro del escritor para encontrar las claves para hacer una buena historia. Siento defraudarles, pero yo no dispongo de los principios suficientes como para plasmarlos y que ustedes tomen nota. Cogan el folio o el gteclado si son más modernos y arranquen como puedan. Siempre con tiento, buen ojo y la papelera al lado, por si toca deshacerse de ello. Suerte.

2 comentarios:

Werra dijo...

¡Que ilusión cuando vi el título!. Leí y leí ansioso buscando el secreto de la piedra filosofal... Pero no. Pensé que alguien como usted nos daría el remedio mágico con el que enfrentarnos ante esa temida página en blanco y salir airosos con las dos orejas en alto por la puerta grande de una famosa editorial. (Me recuerda un libro prestado por ti hace poco, aunque a este le podríamos llamar "Desmitificando ilusiones erróneas") Y no es mi intención ni por asomo, que se pretenda con estas lineas desilusionar a nadie al noble arte de escribir, Dios me libre. Pero a todos nos han borrado a escobazos esa joven ilusión de aquel hoy lejano primer libro. y por supuesto comparto tu idea de dejarle a un amigo que corrija tu texto. Creo que es el primer acierto, siempre y cuando acepte opiniones externas, que no todo el mundo sabe aceptarlas.
(Gracias por lo mencionado, y por supuesto y me reitero, fue un placer Sr. Conde. Hoy brindo otra vez mi sombrero a los pies de un buen amigo. Reverencia y chapeau)

Daniel Atienza López dijo...

Jajaja. Lo pensé dije: "A ver qué opina Florín de este texto donde se le menciona" jaja.
Mira, lo que dices es cierto. Yo fui de esos que engtregó el tesoro en manos indebidas y aquel primer libro se acabó convirtiendo en una obra incomprendida para la editorial... ya ni me acuerdo su nombre. Pero seamos francos, escribo un poco enrevesau, tampoco me gusta darlo to´en bandeja.
Y ya macho eso sí, me pasé un domingo gris pasado por letras fascinante. Cogí el manuscrito y me lié a descifrar lo que habiamos puesto y yo ahí como un enano echando horas... pues me dieron las doce y seguía inmerso. Y eso que el Madrid sudaba para vencer al Levante, jajaj. Muchísimas gracias camarada. La próxima vez me tocará a mí. Un abrazo. Nos vemos