
El a posteriori es más comprensible ya que de toda la vida se sabe que el fútbol ha aunado a más de un descerebrado; y claro, con tanto por celebrar es lógico que la sangre se asome algo al río.
Ahora, el a priori, se nos ha ido de las manos, o más bien, del razonamiento justo, que se desconoce de su sana existencia. Si bien es cierto que manifestarse sin generar ningún mal es un derecho, también es lícito utilizar la fuerza (ojo, no digo que haya que sacar a la caballería a trillar las calles señaladas) cuando es, prácticamente, imposible desalojar a los viandantes movilizados y reunidos por su causa.
En el aire siempre quedará el hecho de que si con otros modos más “suaves” se podía haber logrado echarles sin tanto ruido, pero manda nueces la sangre fría del que dictaminó la orden del desalojo.
Al menos, lo positivo es que los percances “postpartido” han sido los que son y no más.
Aquí, en Madrid, los comercios de la zona ya se están quejando por el movimiento del 15-M, y utilizan una palabra tan pesimista e improductiva como “pérdidas” veremos si se copia el proceso de la ejemplarizante ciudad condal (toros, limpieza, cuerpos de seguridad) aunque la semana que viene, en principio, la historia llegará a su final.
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