jueves, 3 de diciembre de 2009

Mi ídolo

Fue jueves o lunes, qué más da. Salí de la academia cabizbajo, mirando esas manchas de goma negras adheridas a las aceras; esos chicles que ya nadie podrá arrancar. Ya era de noche pero había algo en el aire, una sustancia fresca, el aroma de la primavera.
Estaba embelesado en mis pensamientos cuando me fijé en un hombre que pasaba por mi lado. Al subconsciente le costó reconocerlo. No podía ser él. Con su cazadora de cuero a modo de segunda piel (bastante parecida a la mia) y un cigarrillo en la mano, Carlos Boyero, crítico de cine en la sección de El País y presentador de Boyero y Cia, caminaba por Madrid con paso tranquilo, como si supiera que todavía quedaran grandes películas por hacer, sabiendo que pasa desapercibido o casi.
Mi cuerpo se movió impulsivamente hacía él para saludarle o decirle: -Eh Carlos, soy yo. Pero me contuve. Recuerdo la contestación que le dio en una entrevista digital a un admirador que le preguntó algo sobre el erotismo o la pornografía: -por qué no te haces una paja y me dejas en paz. Y se quedó tan ancho. Sé que es la típica persona a la que le molestan e irritan esas situaciones, así que me reprimí como pude mientras observaba su paso entre la gente hasta que se perdió de vista. Es una sensación curiosa.
Para ti es como un colega y sin embargo tu para él eres una mancha más sobre la acera.

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