jueves, 3 de diciembre de 2009

Una mirada desalmada


Andrés Serrano nos muestra una serie fotográfica de un hapenning, es decir un suceso, ocurrencia o evento. En la instantánea aparece el autor amortajado. Para situarnos, habría que matizar que este ¿artista? estadounidense pertenece a esa última ola de creadores outsiders o, simplemente, anarquistas del arte, provocadores natos a la altura de Robert Mapplethorpe o Lucy R. Lippard. Una de sus obras más conocidas es Piss Christ tan genial como polémica. Digo genial, porque a pesar de utilizar un fluido corporal como la orina, rasgo característico de Serrano, consigue dotar a la composición de un profundo significado con cuatro elementos: el cobre como lienzo, la cruz de plástico, la figura de dios y la micción dorada.
El caso de este protagonista nacido en Nueva York es como cuando degustamos una hamburguesa del Burguer King o del MacDonald´s; mientras salivas al masticarla alguien te dice que es carne de rata o de perro; tu te detienes y luego afirmas: “ah, pues está buenísima”. Algo así puede pasaros cuando os diga que las portadas de los discos de Metallica, Load y Reload están hechas por este autor tomando como pintura sangre menstrual. Pero esas carátulas seguirán siendo bonitas.
Siempre me parecieron llamativas; ahora las miro con mayor pulcritud. Centrándonos en la serie Iglesia y Morgue habría que indicar que es la más contundente de todas; más sincera que Budapest y la historia del sexo, más lograda que Fluidos Corporales, más radical que Interpretación de los sueños y América, aunque Iglesia y Morgue, también, es la menos humana y ética de todas. En ésta, la del artista amortajado es la que tiene una mayor significación y la que esconde el alma artística del creador americano.
El pañal recogería todos los fluidos corporales que vertimos al morir, escapándose por los esfínteres. Así nos abandonaría el arte según Serrano, pero él ha hecho de ese detalle una obra. La fotografía es a color, lo cual demuestra que el autor no quiere andarse con rodeos; tampoco pretende adornar la composición con la escala de grises característica de Robert Mapplethorpe. Francamente, ha acertado de pleno ya que la muerte no entiende de colores, es infalible; llega a los retratos de nuestros bisabuelos y algún día llegará a los nuestros. La cámara está colocada sobre el supuesto cadáver, quizás para recrear el agobio de alguien vivo enterrado en un ataúd. Cuando te percatas de esa perspectiva es demasiado tarde, ya estás dentro. Con ello consigue posicionar al espectador sobre los cadáveres, o que nosotros seamos los que estamos sobre la mesa de autopsias.
Pero sus manos que no nos engatusen; no están agarrotadas e inertes como en otras instantáneas reales, sólo inmóviles. Por lo tanto es una pose forzada. Las demás obras tienen una granulación por encima de lo normal, lo que puede indicar que quiera mostrar, con todo detalle y resolución, la muerte.
Leyendo un documento de Lucy R. Lippard (http://www.bbaa.upv.es/escultura/asignatura/proy2/pro_publico/apuntes/lippard1%20(1).rtf) se puede ver el principal error de todos estos personajes. Van a buscar la inspiración en tanatorios, clubs de alterne, discotecas, etc... En vez de que la inspiración vaya a ellos. Ésta, quizás, sea la segunda pega que tienen, la de forzar el arte. A parte habría que investigar cómo consigue Serrano que las familias de los fallecidos dejen que el autor les retrate.
Probablemente, se cuele por algún recoveco; los mismos por los que se vierten nuestros fluidos al fenecer y que el creador intenta retener con un pañal. No se debe ir contra este repertorio de autores ya que, según Lippard: “lo peor del arte es que siempre acaba en los museos”. Por eso se entiende que partan de una base paralela a la formalidad. Ahora, bien es cierto que Andrés Serrano ha abierto una brecha en el mundo artístico por encima, incluso, de otros camaradas: qué es moral e inmoral. Por último, hacer mención a la fotografía, dentro de la serie Iglesia y Morgues, en la que aparece un cadáver de una joven morena. Al ver sus ojos, sentí que se me disolvía el estómago. Unas pupilas negras y vacías de vida. Por mucho que no me agrade, me temo, que esto también es arte.

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