lunes, 22 de marzo de 2010

Alboroto asiático


Tiempo ha, Benjamín Netanyahu luchó en la guerra de Yom Kipur hasta obtener el rango de capitán. Más tarde se afilió al partido conservador Likud y le nombraron primer ministro de Israel de 1996 a 1999. Bibi, como le llaman en la intimidad, llegó a convertirse en un líder carismático que velaba por la paz de la sociedad internacional; uno de esos diplomáticos de capa y espada a los que sólo les falta sentar jurisprudencia por su buen hacer y que, recientemente, lo ha echado todo por tierra, casi a las primeras de cambio.
Al concluir marzo hará un año en el cargo de jefe de gobierno. Un puesto que le ha acabado por dejar en evidencia.
Hace poco, se le antojó la edificación de, nada menos, 1600 casas en Jerusalén este. Una zona hostil y delicada. Este hecho ha crispado tanto la moral a Hillary Clinton que, tras tomarse unos días de reflexión, ha decidido enviar a su colaborador especial George Mitchell para entregar en mano a Netanyahu una invitación para sentarse a la mesa de negociación con Barack Obama el próximo martes 23 de marzo en Washington.
La crisis repentina en la que se está viendo inmerso Israel por culpa de su jefe de gobierno no tiene mucha lógica ya que parece empezinado en ser el cuarto país del famoso eje del mal que tanto vigila Estados Unidos. Y eso que los dos países, a priori, eran buenos aliados.
No se reunirían dentro de una semana si Benjamin Netanyahu no hubiera cedido en la disminución de la presión en el bloqueo sobre la zona de Gaza, la liberación de presos palestinos de Al Fatah liderados por Abu Mazen y un acuerdo para discutir sobre los temas candentes de siempre; es decir delimitación de fronteras, Jerusalén, colonias y refugiados palestinos.
En otro flanco igual de peliagudo está la llegada del secretario general de la ONU Ban Ki-moon, que visita el país para denunciar el cerco sobre Gaza y pedir la liberación del soldado Guilad Shalit apresado por Hamas. Este último caso es de los pocos que no tienen que ver con el jefe de gobierno israelí. No está de más la declaración de la ONU alegando que Israel les ha dejado construir 150 edificaciones. No se sabe hasta que punto es positivo la involucración de una entidad como la ONU en este desbarajuste repentino.
La gota que colma el vaso se produjo ayer por la tarde cuando Netanyahu expresó a los medios de comunicación la intención de adquirir bombas americanas por si tienen que bombardear a la siempre beligerante Irán (país que si está dentro del eje). Ojo por ojo. Cada potencia mundial utliza la religión según le conviene como estamos viendo.
Fríamente, no es mala estrategia de Israel ya que comprando el armamento norteamericano también se hace con parte de su ego y quien comparte eso ya tiene trecho ganado.
De todos modos, todo este galimatías es un patinazo de Israel que se está jugando quedarse solo como país de contrapeso en la balanza de poder frente a Irán. Ahora que Irak sin Sadam Husein y con un Bin Laden oculto está más desapercibida que nunca. Hablar de Irán es hablar de Rusia; ni más ni menos.

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