lunes, 1 de marzo de 2010

El elefante y la mujer

Existe, hoy en día, un circo ruso que recorre los países soviéticos que colindan con Asia desde Omsk hasta Astrakhan. En dicho circo viajan la adiestradora Petra y su elefante Slavisa. El animal es un macho de, nada menos, seis toneladas de peso; cada una de ellas alimentada por la mano de su cuidadora.
La rutina de los dos consistía en ensayar la actuación a diario durante ocho horas, más las dos que le concedía Petra para hablar, acariciarlo y darle de comer al paquidermo con la finalidad de que el vínculo no se deteriorara. Ella cercana, él sereno y satisfecho con sus ojos inexpresivos, secos, casi dibujados.
Así, llegaron a Samara y cuando estaban en medio de la función algo puso nervioso a Slavisa. La adiestradora no pudo controlar el brote repentino de histeria que le invadió. Nunca antes, en los diez años que llevaban juntos, había sucedido algo así. Enfurecido y preso por el pánico, el paquidermo la arroyó aplastando una pierna y rompiéndole varias costillas. Por fortuna, no hubo más heridos.
A los diez días los compañeros del circo ruso fueron a visitarla al hospital. Llevaron flores, bombones, revistas y todo lo que se le puede llevar a un hospitalizado. Pero se vieron obligados a decirle que desde que estaba ingresada Slavisa había dejado de comer. Así, llegó la noche a una jaula y a la habitación número sesenta y uno. La tristeza se adueñó del elefante porque le faltaba una mujer; la melancolía asaltó a la mujer porque le necesitaba su elefante.
Maltrechada por los hombres, requerida ahora por un animal.
Al amanecer había tomado ya una decisión. Los médicos la advirtieron de que si abandonaba el pleno reposo, la pierna no curaría como era debido. A pesar de ello, se marchó.
Ya en el circo, delante del paquidermo, observó que aquella roca de cuatro patas, ahora, tan sólo, era pellejo y hueso. También le daba la impresión de que su compañero tenía el doble de arrugas por todo el cuerpo. Aquellas hendiduras en la piel, las sentía llagas en su corazón. La recuperación de Slavisa comenzó a notarse a partir del tercer día de convivencia. Tras varios meses y ya sin escayola, Petra adquirió una cojera en su pie derecho de por vida. Los dos siguen actuando en su espectáculo.

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