viernes, 19 de marzo de 2010

Amor en el arte, arte en el amor

Guy de Maupassant.
Fuerte como la muerte
Madrid. Alianza Editorial. 2008.
278 pág. 11 euros.

No hace mucho, un diario español sacó al mercado una colección de escritores bajo el nombre de Maestros del terror. A la altura del magistral Adolfo Béquer sólo estaba un francés alocado en dicho cebo comercial llamado Guy de Maupassant. Sin duda, estamos frente a un experto de la escritura. Fuerte como la muerte es a ratos una obra maestra y en otras parece una simple publicación folletinesca. La historia gira en torno a un prometedor pintor francés, llamado Olivier Bertín, que sube a la fama tras el cuadro de Cleopatra. Poco más tarde, decide retratar a la condesa de Guilleroy. Una mujer casada con una hija pequeña. Sobra mencionar que se acaban enamorando locamente.
El autor galo ha tenido buena mano en las descripciones coloristas a través del narrador lo que otorga a toda la novela un decoro sutil y elaborado de forma fascinante. Un ejemplo es la siguiente descripción sobre los floretistas de la página 85: “En la sala de armas, los floretistas, vestidos de telas gris, con chaquetas de piel, pantalones ceñidos a los tobillos, una suerte de delantal que les caía sobre el vientre, un brazo en el aire, la mano en la espada, y en la otra mano, enorme por el guante, el fino y flexible florete, se echaban hacía atrás y hacia delante con brusca agilidad de muñecos mecánicos”.
Maupassant conocía bien al género femenino como se puede apreciar en el siguiente fragmento: “Ninguna mujer, por mucho que ellas afirmen lo contrario, se muestra indiferente a la belleza física y a la gloria”. Y también disfrutó del amor apreciable cuando Bertín besa a Annette, la hija de la condesa cuando es muy pequeña, para que se dé cuenta de que en realidad se lo hace a la madre. O ambas cosas como en la descripción: “... le dedicó una de esas sonrisas en las que en sólo un segundo una mujer sabe mostrarle a un hombre todo lo que le ha dado”.
La novela tiene una gran ambientación reflejada en palabras como chungón, landó, bacarrá, quinqué, muselina, faetón, cupé y lacre, entre otras.
El tiempo de la historia ronda los trece años. Pasan meses en el principio y cuando consagran su amor Bertín y la condesa ya pasan doce años. Tiempo en el que concluye este por dos motivos, porque él se enamora de la hija y porque el pintor acaba muriendo por un atropello o intento de suicidio.
Los lugares de Fuerte como la muerte son Roncières, París y una pequeña localidad campestre. Los espacios cerrados son opresivos y frustrantes y los exteriores son alegres y favorecen la consumación de los sentimientos. Aunque hay fragmentos en los que Bertín está tan preocupado que hasta las calles le parecen perniciosas; de hecho es ahí donde le sucede el fatal accidente.
El libro está divido en dos capítulos. El primero va de la página 9 a la 113 y representa el amor entre ella y él; y en el segundo, que comienza en la página 127 para concluir en la 279, narra el envejecimiento de ambos protagonistas principales y el surgimiento del amor hacía la hija de ella. El autor ha sabido redondear a sus personajes a través de cambios físicos y sentimentales (rasgos característicos de los buenos personajes).
Todo parece que transcurre alrrededor de la fecha en que se publicó esta obra 1889. Además, en un momento dado, se hace mención a la fraternidad de la constitución cuando Annette dice que deberían de erradicar los carruajes de baja estofa.
Por la parte del narrador hay que especificar que es omnisciente porque sabe de antemano el deseo de Bertín hacía la joven al compararla con una gacela (deseo más carnal).
A lo largo de la narración se aprecia el espíritu bohemio cuando se reúnen en el círculo todos los señores para disfrutar de las pláticas o en las actuaciones del galán Montrosé y Emma Helsson. De modo secundario hay cierta presencia del canon del romanticismo con los torsos musculosos de los hombres y una preferencia de las siluetas delgadas antes que las rellenas en las mujeres. Esto se puede interpretar como un código para contextualizar Fuerte como la muerte.
El protagonista se percata del amor que siente hacia Annette en la página 216 cuando descubre todos los preparativos de la boda que va a tener con otro conde. Y es hasta que no lee un artículo que le conceden en Le Figaro cuando se ve obligado a aceptar que su arte se ha quedado anquilosado.
Hay pequeños detalles psicológicos muy presentes en la propia vida del escritor francés como puede ser cuando la condesa afirma que está más agitada por el cambio de tiempo. Es muy sabido, que el clima afecta al estado anímico. O cuando ella se obsesiona con la vejez y no deja de observarse en el espejo de miniatura. Una novela muy conseguida a sabiendas de que hay mucho del espíritu tan libre y francés que cosechaba este buen escritor en el fondo de cada párrafo.

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