sábado, 6 de marzo de 2010

El espionaje en dos películas


La película 13 Rue de Madelaine refleja con acierto los inicios y las bases de la OSS, Oficina de servicios estratégicos, que, años más tarde, acabaría convirtiéndose en la CIA. Es una evolución, ya que cuentan con algunos de los agentes que formaban parte en la anterior estructura y mantienen el buen uso de la información y, sobre todo, contrainformación.
El largometraje El buen pastor se centra de manera más eficaz en la formación de la agencia. Todo comienza al existir un sentimiento de inseguridad por parte de los estadounidenses poco antes de que se produzca la segunda guerra mundial. En 1940 el Presidente Roosevelt propone al coronel William J. Donovan que forme un servicio secreto de información en su país. Ya, por entonces, la semilla de la OSS estaba germinando en el club elitista Skull and Bones; situado en las universidad de Yale, Estados Unidos. Hubo otro movimiento por parte del lado enemigo alemán en esa Universidad; El Comité Cultural Germano- Americano. Cuya misión era captar adeptos en sus listas y conseguir información de los estadounidenses.
Lo que ambas filmaciones transmiten es la importancia de la información y, más aun, de la contrainformación. Esto es apreciable cuando a Eduard Wilson (Matt Damon) le ofrecen un puesto en la nueva CIA para ejercer el espionaje y desinformación, que es más amplio que los demás departamentos de la agencia. Otro ejemplo sería cuando el papel que interpreta James Cagney llega a Francia haciéndose pasar por un general francés patriótico, que tiene que inventarse datos personales ante el cuestionario de un enemigo en el hotel donde se hospeda.
Otro rasgo fundamental que transmiten ambas cintas es la necesidad de un aliado para derrotar al enemigo que intenta engañarles. Así, el personaje de James Cagney se une a los franceses para conseguir datos de Alemanía sobre sus misiles y en El Buen pastor Estados Unidos se alía con Gran Bretaña.
A pesar de tener aliados, no se puede confiar en nadie. En un caso el compañero alemán (Richard Conte) desata la cuerda del amigo estadounidense antes de saltar en paracaídas del avión y, en el otro, el compañero ruso que toca el violín guarda secretos americanos en el libro de Ulises de James Joyce. Son los espías infiltrados.
La película de Robert de Niro va más allá y da con la clave del “éxito” en la formación de la CIA. Los americanos se dan cuenta de que el poder corrompe y para ello, siguiendo el ejemplo de la Alemanía de Hitler deciden dotarse de una supervisión civil. Para ello dejan que las instituciones públicas formen parte de la agencia secreta. De ese modo se garantizan una mayor eficacia con la intervención de los ministerios y funcionarios.
Resulta llamativo como al final las misiones y la propia corporación acaban siendo más importantes que la propia vida de sus miembros. Al final, el personaje de 13 Rue de Madelaine arriesga su vida antes del bombardeo estadounidense, para que el propio ejército nacionalsocialista no sepa cuando se iba a producir. El protagonista del otro largometraje abandona su vida a favor del servicio secreto.
Haciendo una comparación con el CNI cabe mencionar, que también surgió de las universidades. Nada menos, que de los bedeles que eran antiguos policías y militares miembros de la ONC; más tarde evolucionó a SECED, CESID Y CNI. Se contrapone la idea de un elitismo joven (Skull and Bones) al de un elitismo anquilosado. A la larga su configuración es parecida aunque la ONC desde sus comienzos ya formaba parte de las instituciones (Ministerio de Educación), pero es más tarde cuando ambas deciden incorporar a personal civil con vistas a mejorar la estabilidad.
Regresando a la cinefilia hay que destacar el empleo de los medios de comunicación para difundir la propaganda oculta y desarrollar el juego oculto. Así, el personaje principal convence a los franceses de que es un miembro de la agencia americana intercalando un mensaje en el noticiario radiofónico. En la otra película estrenada recientemente se emplea también el mismo medio, para afirmar que Adolf Hitler contrajo sífilis.
Muy a menudo, los estadounidenses recurren a la formación de un enemigo que es peligroso para el pueblo americano. Incluso, a veces, se empeñan en crearlo. Así, actualmente Corea del Norte tiene un ejército avanzado y hostil, porque los propios americanos comenzaron a suministrarles el armamento en los conflictos de la segunda mitad del siglo XX. El eje del mal no deja de ser una recreación de un hipotético enemigo que tanto idealizaron los regímenes dictatoriales como el de Franco (masones y rojos) y totalitarismos como el de Hitler (sabios de Sión y judíos). Ahora, enemigos más próximos como son Cuba y Venezuela, basan su retórica en advertir de los peligros del gigante americano.
Tras los ataques terroristas del 11-S se decretó la USA Patriot Act (se desarrollaron, además, dos políticas antiterroristas: “Estrategia de seguridad nacional de Estados Unidos” y “Estrategia nacional para combatir el terrorismo”. Se idearon para mejorar la democracia y libertades fundamentales de la sociedad internacional. Políticas invisibles en la guerra de Irak.) una ley diseñada para mejorar la ejecución de actividades del servicio de inteligencia americano. Hay una Ley para evitar los ataques terroristas en Estados Unidos pero no hay una que evite la invasión americana en el resto de países. Una ley así podría haber hecho frente al despotismo de la política exterior estadounidense y a prevenirles de las consecuencias de la teoría de “La balanza de poder”. Teniendo en cuenta dicha teoría, podrían haber prevenido que tras la erradicación en Irak, Irán obtendría más poder al no tener un contrapunto al que equipararse como era el país vecino.
Concluyendo, cabe decir que ambos largometrajes me han parecido de buena calidad. Aunque seamos realistas; 13 Rue de Madelaine se queda corta en el final, que daba para narrar más y cerrar el guión aumentando el desenlace y, sin embargo, El buen pastor tampoco llega para una trilogía como se pretende. El elenco de actores de la actual es mejor. El guión de Eric Roth es superior al de Sy Barlett y John Monks al estar mejor documentado, aunque la obra de Robert de Niro parte de hechos reales y la de Henry Hathaway es tan solo una recreación.

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