viernes, 20 de agosto de 2010

Ejemplo a seguir

Hay un activista elegante en la sombra. Sí hace tiempo hablaba de las consecuencias infructuosas desencadenantes de la fama, este actor está en la otra vertiente. Kevin Costner, el mismo que tras el estreno de Bailando con lobos, hace dos décadas, generara que un gran porcentaje de padres inscribieran en el Registro Civil a sus recién nacidos con su nombre, se tuvo que presentar en el Congreso de Estados Unidos para exponer su maquinaria V20; unas depuradoras de petróleo capaces de separar dicho fluido del mar en unos 795.000 litros diarios con 99% de eficacia, que British Petroleum empleara en la limpieza.
Ésto viene a raíz de los vertidos de la plataforma Deepwater Horizon en lo que ya es considerado como uno de los peores desastres de la historia americana.
Hasta la fecha nada ha dado resultado, así que se ha recurrido al avance pionero del intérprete norteamericano para trabajar en profundidades de 1,6 kilómetros, antes de que sea demasiado tarde (si no lo es ya).
Costner, que lleva invirtiendo en el desarrollo de innovaciones en la empresa Ocean Therapy Solutions veinte millones de dólares a lo largo de diecisiete años, comenzó en el campo de la tecnología cuando un huracán destruyó todo el atolón diseñado para filmar Waterworld. Por ello fue un largometraje fallido, pero cuando la mayoría contempló el resbalón del americano, él vivió una especie de renacer ecológico, que puede dar con la clave del desbarajuste marítimo, gracias a que alguien aprendió de los errores.
Y allí, en el Congreso, estaba él con su traje oscuro impoluto declarando que no hacía esto por fama o dinero, sino porque el ecosistema marítimo estaba en serio peligro y alguien debía intervenir.
Si las demás estrellas se implicaran, la mitad que el protagonista de El mensajero del futuro en cualquier tema trascendental mundial, intervendrían el doble que un político. Sería la mejor baza de la fama. Lo demás vale de poco. Ser imagen de Gillette o Nescafé no reporta beneficios sociales ni civiles.

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