lunes, 9 de agosto de 2010

¿Qué placebo le sienta mejor?

Las empresas farmacéuticas han creado mentiras legalizadas pero moralmente ilícitas. Hay un caso clamoroso como la marca médica que sacó lingotes con el ácido acetilsalicílico y que, para más lucro, tiene a su disposición al mejor equipo alemán de fútbol para expandir su imagen y nombre.
En realidad esas pastillas blancas, que cuentan con su versión infantil con un sabor más agradable, la versión de quinientos mg para adultos, de cien, una específica para los dolores de cabeza y otra para el corazón, suele usarse como antiinflamatorio, analgésico y atipirético (reducir la fiebre), pero también se ha demostrado que su uso puede degenerar en úlceras. Nada que sea exclusivo de este medicamento.
No digo que su prospecto sea falso, pero, desde luego, tampoco es la panacea de los problemas que afirma solucionar.
Los casos son peores para los ancianos. Bien porque se han convertido en inmunes para las “pequeñas verdades” de los fármacos o porque lo que se les receta es, en forma y fondo, un engañabobos.
He aquí el verdadero desfiladero que se abre entre el médico y paciente al no decir ni toda la verdad, ni toda la mentira. Y una media verdad sabe a aguachirle; puesto que llegados a una edad los problemas de salud son complicados que los solucione una simple píldora, cuando “sólo” lo que tiene que reparar el terapeuta es el comprimido de toda una vida.
Y en casos de psiquiatría es más severo. Un terreno donde se podan las plantas con un tractor manteniendo las distancias, es muy complejo acertar con la fórmula idónea para los pacientes, porque además se trata del órgano más engorroso del cuerpo humano. Las empresas farmacéuticas suelen emplear este campo para crear una pastilla milagrosa y que se pueda emplear como tarjeta de bienvenida en las concentraciones sanitarias muy a lo Schering-Plough.
Otro aspecto, introducido en este último párrafo, es ese endiosamiento con el que se visten estas industrias. Poseedoras engreídas de la verdad más absoluta patinan con la memoria histórica.
Hace décadas, cuando no existía su retahíla, los remedios caseros cumplían con su función, aunque no al cien por cien, tal y como sucede actualmente. Así que no estaría inapropiado si recodaran que sin ellas el resfriado también cesaba y el orzuelo disminuía su inflamación. Ahora, el día que descubran soluciones al cáncer y sida seré el primero en darme un punto en la boca.

2 comentarios:

Aida dijo...

wenas!, ademas de todo lo que dices.... y ¿las pastillas que recetan los médicos, que no hacen nada y solo sirven para que les dejen en paz?,y ¿la cantidad de medicamentos que los pacientes piden, que luego no las toman,pero como son gratis (pensionistas) las siguen recogiendo en la farmacia?...y un largo etc. ¡La cantidad de dinero que derrochamos, para enrriquecer a las famaceuticas!, les dejamos hacer lo que quieren, aquí en el supuesto primer mundo.....cuando en algunos lugares de la tierra no tienen ni un antinflamatorio para una fiebre.
Hala...

Daniel Atienza López dijo...

Brindo por eso. Glub.