martes, 31 de agosto de 2010

Mr. Sheen

Charlie Sheen, perdón, Charl Sheen, que hace unos años prefirió cambiar el nombre, pero los medios escritos y televisivos parecen no habérselo tomado muy en serio o que, sin más, han hecho caso omiso, está de enhorabuena.
Es de las estrellas que salen en una serie con uno de los cachés más elevados hasta la fecha. Estoy hablando en cuestión del protagonista de Dos hombres y medio; a la que si se le suprime su humor y la mayoría de los personajes… no está tan mal.
Les hablo de este hombre porque me parece un gili… consumado. Uno de esos personajes públicos que, si no lo ha declarado ya, acaba regalando exclusivas en la línea de: “A lo largo de mi vida me he acostado con mil mujeres”. Sí. A la par de Bertín Osborne y George Clooney.
Para comprobar la poca densidad de la materia gris sólo hay que ver cómo de esas supuestas mil amantes, una o ninguna afirman que se han acostado con él o que, tampoco, dicen con cuantos se han acostado (aquí se ve quién es el sexo que maneja el cotarro). Ya se sabe que si él se ha acostado con mil, en realidad habrán sido veinte y si ellas sostienen que han sido mil, seguramente sean tres mil; hecho que suena tan disparatado como el primero.
El actor americano es uno de esos especímenes que deben de tener al segundo mejor representante de la industria cinematográfica (el primero trabaja para Robert Downey Junior) porque antes que profesional tras las cámaras posee más cualidades para proclamarse criminal tras unos barrotes. Charlie se ha esnifado todo lo que estaba en polvo y era blanco, daba igual lo que fuera y ha bebido más alcohol de lo que puede soportar un hígado humano. Todo ello mientras se “esforzaba” en mantener a flote su carrera de actor (cuando lo mejor que hizo fue Velocidad Terminal y porque había una belleza rusa de nombre Natasha Kiki, perdón, Kinski robándole todos los planos). Además ha tenido más de una refriega policial y alguna acusación por malos tratos (si por mal trato se puede entender el disparar en un brazo a tu novia).
A parte de esto, queda como el típico caso de nepotismo innecesario. El hijo, no sólo ha manchado el buen apellido del padre, Martin, una figura respetada en el negocio, sino que no se lleva bien con el resto de la familia. Su hermano Emilio Estévez (alguien que ha preferido llevar el apellido materno) se ha labrado una carrea artística en las antípodas que el prójimo, con bastante peor fortuna pero con más entereza.
Si no creen lo que digo compruébenlo ustedes mismos. Introduzcan Charlie en Google y verán que Sheen es el primer apellido por encima de Charlie y la fábrica de chocolate o Charlie Brown y Chaplin. La piscina de su agente en vez de agua se llena con Mangaroca.

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