martes, 9 de febrero de 2010

Esa realidad

Michael Greenberg.
hacia el amanecer
Barcelona. Editorial Seix Barral- Febrero 2009 (la primera edición es en 2008 en EEUU).
268 pág. 18 euros.


La historia que cuenta Michael Greenberg, periodista americano, tiene más en lo que no muestra que en lo que está escrito. El libro narra lo que le sucedió en la vida diaria a este profesional de la comunicación. Sally, su hija, padece trastorno bipolar a la temprana edad de quince años.
A través de una narración quirúrgica, el autor nos enseña los problemas que conlleva convivir y lidiar con una enfermedad mental. Él es el protagonista de la historia y está escrita en primera persona. Hay más personajes como su propio hermano Steve al que la fragilidad mental le ha llevado a vivir sólo en un piso con la ayuda económica de Michael o Pat, la nueva compañera del protagonista, que acaba cosechando el éxito escenificando a la locura.
Todos los personajes evolucionan en la historia, según vayan involucrándose más en el trastorno de Sally. A excepción de Steve que queda siempre al margen. El personaje más redondo es Michael al que se le conoce su sufrimiento en boca de los demás y deja algunas pinceladas de ello también a través de él.
El tiempo de hacia el amanecer transcurre durante cinco meses de 1996, pero en la nota final de tres páginas hace un avance el escritor a modo de conclusión desde el año 1998 hasta 2007. Herramienta narrativa conocida como flasforward o avance en castellano.
La narración no cae en el sensacionalismo. Utiliza la banalidad y la frialdad. Da la sensación al lector de que no ocurre nada, de que la vida es así de cruel.
Hay un doble juego muy liteario en el que el protagonista tiene que leer el libro que ha escrito su casero para darle el visto bueno. Una novela dentro de otra novela.
También, en este hilo literario, describe otros casos de escritores que sufrieron la esquizofrenia, depresión o bipolaridad en su hija como es el caso de James Joyce o la nieta de Hemingway que se acaba suicidando. Todo ello sustentado en los numerosos juegos de palabras de Sally y su creatividad literaria.
La medicación psiquiátrica está presente en el libro lo que le otorga mayor credibilidad (pág. 67, por ejemplo).
Secundariamente, se puede percibir que también trata de las relaciones personales; dentro ya de la zona psquiátrica del hospital, su convivencia con su ex mujer y Pat y, por otro lado, las familiares.
La historia transcurre en Nueva York. Es curioso como su anterior mujer acaba dejando la ciudad y Pat siempre le ha dado la sensación de querer irse de ahí también. Puede incitar a pensar que los males de la gente pueden ir ligados al estrés de una gran ciudad. El único que siente el apego por la urbe es el autor que acaba montando en cólera cuando el casero le induce a marcharse del piso. El abandono le saca de sus casillas, pero no la enfermedad de su hija, que lo deteriora.
Destaca la búsqueda del significado de la locura. En la página 108 no saben definir enfermedad mental, en la 120 el autor afirma que la locura según los budas es estar en tierra de nadie, el Bardo, la mente incorpórea, en la 163 dice que los griegos la concebían como una enfermedad sagrada. Hay más pasajes como los que habla con la familia hasídica en el hospital que sostienen que su hijo ha llegado a un estado supremo de genialidad y de contacto divino. Mezcla de religión y cultura.
Hay varios códigos de la época en la que transcurre hacia el amanecer: como puede ser el periódico que muestra que son los juegos de Atlanta, en la página 252 Bill Clinton despunta en las elecciones y el walkman que escucha Sally.
La obra está dividida en tres capítulos de forma errónea ya que debería ser un solo texto más la nota final; ya que la división de capítulos debe tener un motivo y aquí no existe. Habría que destacar la mesura con la que separa los sentimientos de la labor de narrar y la sensación de estar frente a un guión de sobremesa que genera al lector. Un libro mediocre que refleja de forma correcta lo indefensa que está la sociedad ante los enfermos mentales, los pocos recursos clínicos que hay y la frágil línea que separa la cordura de la enfermedad.

2 comentarios:

Daniel Atienza López dijo...

Hombre, el primer meneo en negativo. Espero que se refiera a que no le mola el libro y no la crítica objetiva.

Ruben Barroso dijo...

A lo mejor a sido Alberto xD