martes, 23 de febrero de 2010

Mi padre

José Luís Atienza Juárez es mi padre. Un lobo estepario que sabe sacrificarse por su manada y que siempre encuentra un risco por el que seguir ascendiendo por la montaña mientras jarrea el chaparrón. José Luís es la sólida consagración de la teoría que sostiene que el tramo más corto entre dos puntos es la línea recta. Es maquiavélico hasta el tuétano como gran superviviente que se precie. De facto, es el único capitalista (me consta que de izquierdas y respetuoso con el obrero) que amo y soporto. Todos los demás son simples valores IBEX o NASDAQ.
Comenzó a ganarse el pan como joyero y la vida le empujó a reinventarse (algo que sospecho que hace a diario) y cuando esto sucede o se salta o te hundes con los muebles.
Mi padre ha cruzado el tranco (y siempre lo seguirá haciendo) de la muerte familiar. Un estacazo en el hocico que comenzó hace ya largo tiempo.
Cuentan que su hermano Miguel estaba de caza una noche por el campo y que se lo tragó un pozo; así, sin más. Nunca apareció el cuerpo. Ahora se ha quedado sin padres, pero os puedo asegurar que todavía oigo aullar al lobo entre sus silencios. Por eso, considero que si hubiera un retrato de él seria evocado con el tenebrismo y la oscuridad de un Caravaggio. Porque conozco las sombras que arrastra y sé que le han curtido y ha intentado aprehender de ellas.
De ojos azules cuando se levanta soñador, de ojos verdes cuando almuerza conformista y de ojos grises cuando se acuesta apesadumbrado. De él heredé el semblante serio (que, a veces, es fachada), ese aire desafiante tan madrileño, tan mírame y no me toques.
A sus labios, sí a los suyos, son a los que huyo cuando necesito que alguien me baje de la nube o cuando debo levantar más la cabeza. Porque su tiento es dulzura en mi tibia sinrazón.
Hubo un tiempo cuando mi hermano y yo discutíamos, casi a diario, que nos sentó a los dos en el sofá y nos argumentó lo siguiente: -Sois sangre de vuestra sangre y como tal estáis empujados a entenderos de por vida. Llegará el día en esta familia en que sólo os tengáis el uno al otro...
Ojalá le hubiera dicho su padre lo que una vez me dijo el mio.
Buen bailarín aunque el tango se le resista. Gran observador, que sabe de antemano que los pequeños detalles esconden las grandes verdades. Por eso le escribo esto.

1 comentario:

Ang dijo...

Joer Dani
tio, que suerte tener estos padres.
bueno, yo tuve los mios, que me aconsejaban lo mismo, pero de otra manera y nunca, nunca, nunca se molestaron en sentarnos en el sillon para hacernos entrar en razon.
Asi he salido yo.... jejejeje
besitos majo