miércoles, 3 de febrero de 2010

Una cena peculiar


A principios de los años setenta, Judy Chicago impartió un programa exclusivo para mujeres en una Universidad de Fresno. Forma parte del Movimiento Feminista de los años 70 en los Estados Unidos. Algunas de sus obras son Womanhouse, Birth Project o The holocaust Project.
La obra que aparece en la fotografía es The Dinner Party. Habría que matizar, que es una instantánea de un enviroment (instalación artística de mesas, sillas y decorados, en este caso) que construyó en 1979. Conserva cierto simbolismo católico al ser una mesa triangular lo que contradice lo que se están comiendo en la mesa (alimentos que simulan ser órganos sexuales femeninos).
Las copas tienen similitud con el cáliz sagrado. El hecho de ser un triángulo evoca, en sí mismo, un pubis. Aunque según la simbología puede representar la perfección o el equilibrio. Los cubiertos son de madera como en la Edad Media.
La mantelería es una crítica al papel de la mujer en la sociedad; ser amas de casa. La obra es un homenaje a 33 mujeres que, según Chicago, representan los pilares del mundo occidental. El número de mujeres también es simbólico ya que el tres, tanto en la literatura popular como en la simbología, es un número especial y místico. El espacio interno de la mesa está alicatado con azulejos que reflejan la luz, otorgando a la obra un halo divino.
Hay un gran misterio por el hecho de lo sencillo que parece todo, el halo religioso que envuelve la escena y lo que van a degustar los comensales.
La perspectiva está muy lograda gracias al contraste cromático, el gran tamaño de la escultura y las líneas perfectamente visibles de las mesas. El punto de fuga sería esa luz en mitad del triángulo. Tal vez, intente compararlo con el punto de dónde nace la creación; el útero. Los colores de los hules, manteles y alimentos son ocres lo que transmite una sensación de tranquilidad y quietud; es como si avisara de que ahí van a estar personas; es una aproximación a lo carnal, al pecado. Si los colores fueran más fríos y llamativos podría indicar algo artificial o inhumano, pero no es ese caso.
The Dinner Party carece de movimiento. Es como una obra inacabada ya que le falta lo más importante, la gente comiendo y charlando en el banquete murmurando que no saben, exactamente, lo que están degustando.
Tiene gran proporción por el tamaño real del enviroment. La composición es triangular con dos planos: el primero las mesas, manteles y platos y el segundo el hueco alicatado que queda en el centro reflejando la luz.
En cuanto a la forma, decir que está fragmentada porque de la obra original se ha sacado la foto; una creación en dos soportes.
Una buena escultura, pero incompresible ya que si es una crítica a la sociedad y pretende resaltar los valores y roles femeninos, no se comprende que las protagonistas del banquete sean mujeres. Deberían ser hombres los que comieran de los platos como si de esclavos se tratara. La artista deja ese cabo suelto.

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