miércoles, 23 de junio de 2010

Causa y efecto

Fiòdor Dostoievsky
Crimen y castigo
Madrid. Edimat libros. 2009. Primera edición 1866.
4 euros.
411 páginas.

La novela de Fiòdor Dostoievsky trata del humanismo. De todos los pensadores de esa corriente intelectual el que más presente está en el relato es Nicolás Maquiavelo. Crimen y castigo es una gran obra y no sólo por el grosor. Hete aquí el hecho de que, de haber sido más ligera, la inigualable profundidad psicológica de cada personaje no se hubiera logrado con creces. Hay más temas implícitos como la pobreza, que se supone que es uno de los causantes de que Raskolnikov decida matar a la anciana usurera para enfilar su vida futura; aunque luego el propio autor del crimen se sostenga en otras razones. La locura como padecimiento de la pobreza y hay un tema que va tomando cuerpo conforme se llega al final del texto y es el amor por la vida.
A la par, quería comentar dos aspectos a tener muy en cuenta y que están presentes en Crimen y castigo. Comenzaré con el más importante. La primera edición de la novela es en 1866 y en el libro aparecen tres sueños (a cuál más aterrador): el del caballo maltratado por los asistentes a un desfile, el de la vieja que se ríe tras haber recibido el golpe mortal; ambos del protagonista principal Raskolnikov y el de la niña de cinco años que aparenta ser lo que no es; este pertenece a Svidrigailov, que junto al rechazo de Dunia, la hermana de Raskolnikov, decide poner fin a su existencia. La interpretación de los sueños de Freud se edita treinta y tres años más tarde, en 1899, pero tenemos aquí un argumento donde las recreaciones inconscientes ya están manifestando algo claramente y se van inmiscuyendo en los demás rasgos de una obra.
Lo otro que quería expresar es que en el pasaje del epílogo, el preso no ve con buenos ojos a los polacos que conviven con él en Siberia. Definiéndolos con tintes despreciativos incluso. Puede estar relacionado con una opinión personal del propio Dostoievsky, que, personalmente, tuviera algo que objetar al país vecino. Curiosamente en 1919 se produce la guerra polaco-soviética, habiendo pasado sólo un año de la guerra mundial. Por lo que es, más que notorio, el fuerte sentido nacionalista que sentían las dos naciones que pretendían anexionar territorios perdidos a finales del siglo XVIII, polacos, y antes de la gran guerra, rusos. Esto, con el paso de los años, bien podría considerarse como un código en la obra.
Crimen y castigo plantea el tema de si lo que verdaderamente importa son los medios o el fin con que se alcancen. Para más inri, el autor ruso complementa el dilema filosófico con una hipótesis tan radical como humanista y lo hace en boca del personaje principal al barajar la posibilidad de que haya unos hombres ordinarios, sujetos a leyes, que hacen el bien y otros extraordinarios, sujetos a su libre voluntad, capaces de alterar ese orden, sin que se les juzgue, y con la posibilidad de permanecer impunes.
En otro ámbito hay una severa ruptura del hombre conforme a Dios. Identificable, por ejemplo, en la corroboración de que Sonia, la prostituta, está loca porque toda su existencia se aferra al ser superior. Más tarde es ella la que rescata a Rodia con su actitud y perseverancia, lo que deja en entredicho el lado agnóstico del protagonista principal; el único que experimenta un cambio radical ya que se aferraba en un comienzo al principio "Dios ha muerto, el hombre es libre".
En cuanto a los personajes. Sabemos quién es el protagonista porque los demás se refieren a él de varias maneras: Raskolnikov, Rodia, Rodion o batuchka. También lo ha sabido caracterizar insertándole un deje linsgüístico que se repite con regularidad cuando Rodion habla; éste es el ¡hum!
Según Wikipedia, el escritor juega con una dualidad en los nombres de otros personajes, pero eso no se aprecia al estar en ruso. Sin embargo, sí que se capta en el fragmento final cuando el autor del asesinato se dirige a la comisaria y llama a Zametov, Pólvora. El narrador describe en tercera persona, cediendo en algunos pasajes la voz a los propios protagonistas que hablan en primera persona. El narrador es omnisciente. Esto se palpa en las primeras cincuenta páginas donde llama a Rodia, héroe. Gracias a eso sabemos que el delincuente puede que tenga un final feliz y, lo más importante, que el narrador simpatiza con él. Además, conforme avanza el relato se aprecia que, en realidad, el asesino ha hecho méritos propios para ser considerado como un adalid.
La estructura se divide en seis capítulos más el epílogo. La duración de la historia sucede durante nueve meses en los seis capítulos y luego aparece una elipsis en el epílogo donde ya han pasado otros nueve y Raskolnikov ya está deportado en Siberia (tal y como le paso al propio novelista); en total son dieciocho meses situados en la ciudad de San Petersburgo.
El lenguaje es bastante claro y enfático para describir el realismo social del libro, pero comete, probablemente, un error al no explicar algunos términos rusos como: traktir, mujik, khalat, pereulok, maluchka, verchaks, kutia, chapka o casos franceses como trosseau. A través del lenguaje, Dostoievsky, no escribe el nombre de calles, parques o lugares. Se limita a poner una letra en mayúscula acompañada de puntos suspensivos (K…). Esto puede ser porque no quiere que se entienda como una novela autobiográfica (me refiero en cuanto a localizaciones, no al crimen), para no pillarse las manos con la censura o para hacer más fangosa la redacción. Así aparecen el parque Ascensión y la casa Cinco Esquinas.
Los espacios son equilibrados, es decir, angustiosos los cerrados como las habitaciones (dentro de una se produce el homicidio) y asfixiantes los exteriores donde hay gente que se intenta suicidar, las calles son de lodo y la muchedumbre es distante, aunque siempre aparece alguien que se apiada del sufridor.
La traducción es excelente, aunque de cara al desenlace se deja unas letras por escribir en algunas palabras y la explicación a un pie de página.
Crimen y castigo. Un gran clásico.

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