sábado, 26 de junio de 2010

En octavos

Al final, y contra todos los pronósticos, España ha pasado a octavos del Mundial sin brillar como se predecía. El partido de Suiza fue inesperado, el de Honduras una rareza, ya que el conjunto español mereció más renta goleadora y el de ayer una victoria que cubre con un manto de contrariedad a los nuestros. Es así, porque el mejor partido que hicieron no lo interpretaron como de ellos se esperaba: toque al pie, líneas juntas y dominio rutilante. Este hecho tiene una doble lectura. Está genial ganar sin el juego identificativo, pero de ponerse el viento a la contra lo mismo les conduce a la derrota.
Recordarán la final de la Euro contra Alemania y esa sensación placentera de que los germanos no nos hubieran hecho un tanto aunque estuvieran jugando todavía. Ya no es así. España está descosida (con la calidad defensiva de que dispone puede ser un error de concentración). En cualquiera de los tres encuentros parecía que el rival iba a anotar el balón en la red con o sin suerte.
De ganar el Mundial así estará muy bien, pero se habrá perdido el estilo. Esto indica que se ha creado un nivel de exigencias tan alto, que, se gane o se pierda, España tiene que maravillar.
Frente a Chile pecamos de villanos. Esto honra al 7, pero el día que no esté fino, como ya le pasó con el marcaje helvético… les tocará agarrar el conejo por un subterráneo en vez de en una chistera. Cierto que crea muchos espacios, pero o dan un toque de atención a Torres o que se pruebe con otro. El Niño ha estado desatinado. Menos mal que jugaba Iniesta; otro que salía de lesión y ¡toma! Vaya talón derecho que maneja.
De cara al cruce con Portugal en octavos más vale recuperar el toque y las numerosas ocasiones, porque a los lusos no es fácil marcarles goles.
Cristiano tiene una cuenta a saldar con Piqué, que ya le supo cubrir en los dos encuentros ligueros. Más vale que al 7 portugués no le dé por cobrarla el martes próximo.
Para finalizar, decir que ya hay especulaciones sobre lo malo que está siendo esta edición. Hace cuatro años se acusó a la campeona transalpina de ganar con un juego rácano en otra edición con nivel futbolístico bajo. Las federaciones y organizaciones lo mismo se quitaban de un plumazo a los detractores proponiendo una primera fase a seis encuentros por contra de los tres. Al menos, se evitarían (quiero pensar) descalabros como el de Italia o Francia; al fin y al cabo es un certamen que se ve una vez cada cuatro años. Aunque bien visto erradicarían las participaciones de selecciones minoritarias. En la disparidad…

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