sábado, 15 de mayo de 2010

Mala puntería

Menudo panorama. Cuentan por mi círculo que una pareja de amigos se han visto en la siguiente situación: Ambos eran padres de dos hijos, cada uno de esos dos chavales u hombres rondaban ya los treinta años. El primero llevaba una década con su pareja y el pequeño, aproximadamente, otra. Cabe destacar que las dos chicas eran sus respectivas primeras novias; como esas relaciones tan idílicas que comienzan en el instituto o en la universidad con toda la pinta de perdurar hasta las postrimerías más prometedoras. Pero la ficha de plomo rebotó sobre el labio metálico de la rana; casi. A dos semanas de la boda ella abandona a uno de sus hijos y la otra… A perro flaco…, también rompe con su hermano. Decía abandono porque es una definición acertada para resumir lo que significa un plante en el altar. Además, era la típica pareja sonriente y feliz, vivían ya en su propio piso, congeniaban (con lo complicado que resulta) con los suegros; en fin. Una buena machada.
Qué mejor instante para echar tierra de por medio y darse a la fuga, que cuando se está a punto de firmar un papel. Ese soporte blanco que no sé sus medidas ni su peso, pero que es más determinante que todo el cariño vivido, las experiencias, los logros, las expectativas y todo… por echar una firma; un garabato realizado con un bolígrafo que lleva un veneno azul o negro llamado tinta.
¿Y cuántas veces se oye eso al romper de “bueno, ahora eres libre”? ¿Es que antes no se era? ¿Eso es lo que sentencia la firma nupcial o un anillo más inicuo que el de Golum? Pues vaya. Resulta que los novios asfixian y las esposas esposan.
En similares derroteros, llevo percibiendo que hay, sobre todo desde el género femenino, unas ansias inabarcables en demandar su libertad a gritos. Esta petición insaciable contradice, en suma medida, lo que confiesan por lo bajini a diestro y siniestro. Algo como que a ningún casado le amarga un dulce, una relación esporádica a espaldas del otro (el que traga con los platos sucios). ¿Eso es libertad? ¿Y si no qué es, irse a dar un paseo solitario? Creo, que se entiende por ello el hecho de tener una autonomía e independencia. Eso no justifica adorar una cornamenta. También hay que saber las delimitaciones de los espacios vitales del otro.
Respecto a los hermanos del comienzo… nada. Que intenten esquivar las excusas familiares para con los tíos y primos; por lo menos, hasta que se les pase la consecuente cara de koalas por los acontecimientos totalmente inesperados.
Hay bastantes casos de parejas primerizas que duran todo un trayecto. Por el contrario, no sabemos lo que repercute en la ficha cuando está a punto de entrar en el anfibio y ¡plash! Va fuera. La ránula es la única que sigue impasible.
Siempre intento edificar puentes a lagunas como lo escrito previamente. Que derroche de fuerza. Al menos, cuando concluye una etapa de estudios se concede un diploma. Podrían idear algo semejante cuando se va a pique una relación. Diplomado en Paula, licenciada en Victor... anda que.

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