jueves, 13 de mayo de 2010

Más palabras


Yolanda Iscar.
El significado de las palabras
Madrid. Ediciones Atlantis. 2010.
Precio desconocido.
254 páginas.

Ante nosotros una novela más. Es tan amplio el volumen de ellas que se publican al año, que empañan al de las publicaciones en verso mucho más reducido. El enigma de las palabras es la segunda obra de Yolanda Iscar. Desconozco cómo fue la primera titulada Única verdad.
El enigma de las palabras es una especie de Código Da Vinci pero en versión juvenil. Albrecht es el adolescente que estudia en Frontiers; un instituto de élite en Basilea. El protagonista es el hijo de uno de los banqueros más importantes de la zona. Pronto surgirán una serie de acontecimientos (desapariciones, asesinatos…) que dotan a la historia con los típicos rasgos de una aventura.
La novela cuenta con una serie de personajes que en suma mayoría son planos, es decir, no muestran una evolución en su personalidad, aunque en Albrecht sí que se hace referencia mínimamente en la narración, pero un mes, que es el tiempo por el que trascurre la historia, tampoco se puede cambiar demasiado. En estos términos, el padre del protagonista sí que muta su comportamiento para con su hijo, pero es tan secundario su papel, que no se percibe como redondo. También es conveniente remarcar que no es verosímil que Nina pase desapercibida por Alexander cuando han sido amantes y éste no sea capaz de reconocerla por mucho que vaya caracterizada y se haga pasar por muda, aunque no deja de ser un buen recurso argumentativo más televisivo que literario.
El tiempo, como ya se menciona en el párrafo anterior, es justo de un mes, del 20 de junio de 1998 al, más o menos, 22 de julio de ese mismo año; con la salvedad de que en la página final se hace una elipsis donde ya Albrecht escribe su historia y la deposita junto a la tumba de Alexander como regalo diez años después de lo sucedido. Las localizaciones transcurren en Basilea y Bergen.
La autora se deja llevar por los típicos estereotipos como el chico solitario del instituto, la chica guapa que sólo le hace caso a él, etc. Continuando con la narración, decir que Yolanda Iscar emplea en alguna que otra ocasión expresiones manidas como “ojos como platos”, “azules como el mar” o “frío como el hielo”. Por otro lado, traslada palabras coloquiales en descripciones. Tal es el caso de “piernas regordetas” o “carrillos”. Utiliza, eficazmente, una narración sencilla y fluida que dota de vitalidad a la acción de El enigma de las palabras y facilita la redacción. Otro rasgo importante es el decoro, que también se refleja correctamente en el walkman del protagonista, la corona como moneda del país y un nombre, que puede que haya sido meditado como es el del director Suchard, llamado igual que el chocolate y ¿qué es lo más característico de Suiza? Un recurso que Alfred Hitchcock empleó en El hombre que sabía demasiado, por citar un ejemplo audiovisual. Sin embargo, sigue con el empleo visto en multitud de ocasiones por el que un personaje se ve inmerso en una persecución trepidante para encontrar un objeto valioso y que unos adversarios también buscan.
Secundariamente las expresiones latinas como in fraganti están sin su correspondiente cursiva, hay errores de puntuación en algunos demostrativos y habría que revisar lo legislado por la RAE puesto que indica el hecho de no puntuar el adverbio sólo para diferenciarlo del adjetivo referente a la soledad. Este hecho puede generar alguna posible confusión.
Salvando pequeñas incongruencias de su argumento, como el hecho de que se pongan a llorar hasta ocho personajes distintos a lo largo de la novela o de que los poemas sean demasiado sencillos para un poeta consagrado, el resultado es positivo en alguien que ha encontrado el procedimiento para rellenar casi una resma completa con una acción bien hilvanada.

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