lunes, 31 de mayo de 2010

Objetos manipulables

Qué pena. Estoy completamente a favor de tener animales y darles lo que corresponde: alimento, agua, cariño y algo de protección. Todo lo que esté fuera de esa lista puede considerarse mal visto e insano. Me refiero a los que dejan la herencia a su mascota porque no tienen a nadie más. Es tan criminal como los que hacen peleas de gallos, de perros o los que, alguna que otra vez, han atado un cascote a la pata de un gato y luego lo han arrojado al caudal. Haberlos haylos. Que se lo pregunten a zutano o mengano.
Evitaré entrar en polémicas sobre con qué alimenta la gente a su hámster o por qué si tanto aman a su perro no le cortan el pelo ellos, en vez de llevarlos a peluquerías caninas; en las que, por cierto, creo que a los canes les vale más que a nosotros. Tampoco quiero entrar al trapo criticando el hecho de vestir a un pomerania y su débil aspecto que parece decir “cuanto más jerséis me ponen, más frio tengo”. No. Sin embargo, es loable y tremendamente meritorio el espectáculo que consiguen los dueños al adiestrar a los pastores alemanes y a otros de igual envergadura. Mientras no haya sufrimiento por parte de ninguno… Es una recompensa bilateral. El humano da una orden y el animal la realiza a cambio de una galleta o caricia. Todos contentos. Que nadie traslade este argumento al extremo de Ivan Pavlov. Y aquí sí que se esconde el verdadero trasfondo del asunto. La cuna del debate. Si la investigación es un bien para el hombre ¿deben seguir sufriéndolo las ratas del laboratorio? Siempre es menos engorroso poner en órbita a Laika que a la antipática de la panadera.
Y, por otro lado siguiendo por los lares caninos, es de aúpa la sabiduría y la destreza de cualquier perro guía que se precie. No encuentro una unión más profunda y razonable que la vinculante entre el invidente y ese ser de cuatro patas, que, aunque no se inculque, sabe que la salvaguarda y el bien de su dueño corren de su cuenta.
En lo básico está la esencia. Tanta parafernalia… casi que sea más de peluches y adornos, que de seres vivos.

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