miércoles, 12 de mayo de 2010

Sueño y misterio


El gran masturbador es una de las obras más representativas de Salvador Dalí. En un primer vistazo ya se aprecia esa dimensionalidad espacial tan característica, la cual dota a las formas de una ligereza acuciante como si los cuerpos flotaran sobre las superficies representadas.
La imagen es figurativa puesto que se reconoce la gran mayoría de figuras, objetos y personas que aparecen.
Se podría llegar a afirmar que hay dos planos: el primero es el superior que es un autorretrato y el segundo caracterizado por las tres figuras de menor tamaño que representan otra acción, movimientos y significación.
La tonalidad de los colores es muy suave en grises, azules y amarillos. Lo que ya es un sello de identidad. El otro puede ser la deformación de algunos objetos en otras obras como si se estuvieran derritiendo o la presencia de hormigas para escenificar la muerte.
En el que tenemos delante está cargado de simbolismo. El concepto general puede ser la representación de un sueño y de ser así, El gran masturbador sustenta mucho de lo que Freud ya sostenía en su psicoanálisis dentro de La interpretación de los sueños. Aunque, como resaltaba al comienzo de este mismo párrafo, maneja varios posibles mensajes en su lectura.
Dalí es el protagonista absoluto de la pintura al estar presente doblemente en el rostro durmiente que se apoya en el suelo con la nariz y la figura humanoide dibujada básicamente que abraza a Gala cerca de unas rocas. El sujeto del flanco inferior izquierdo (desde la perspectiva de quien observa) puede escenificar la soledad, que, a grandes rasgos, es el tema principal de la composición, de ahí la masturbación.
El peligro o la muerte pueden ser idealizadas por la cigala o las hormigas. En las dos ocasiones son insectos.
Secundariamente hay un fuerte simbolismo tanto terrenal como sexual. Este detalle se aprecia en que hay un león, una flor y unas ramas de un árbol seco o caduco en lo referente al ámbito de la naturaleza y un simbolismo marcadamente referido al sexo en la lengua del felino y en los pétalos de la flor.
Por otro lado, queda bastante nítido que hay una mujer próxima a una cintura masculina dentro de este singular mundo onírico y onanista.
Personalmente, aprecio que la figura de la mujer principal sobre el hombre emana de un contorno que simula un pene diseccionado dejando la oquedad del testículo y del conducto urinario. Desconozco con qué fin y su interpretación.
Aunque resulte disparatado el cuadro tiene un tiempo escenificado que se puede apreciar en las sombras creadas por las siluetas y contornos. Parece que es medio día. Sobre las doce pues.
Sin embargo hay dos matices que se escapan al análisis. No sabría los motivos por los que el retrato principal de Dalí tiene un anzuelo insertado en la frente. Con toda seguridad sea algo referente a los sueños, tal y como es la diversidad de colores junto a su ojo dormido. Tampoco queda claro lo que soporta sobre su nuca (espaldas de la mujer), algo semejante a una estructura que sustenta una nube negra y pequeña. En cualquier caso es una obra que admite multitud de interpretaciones. ¿Quién podría negar que la figura solitaria no sea el espectador que ha cruzado al otro lado?
El autor consigue con todo ello que su pintura no pase desapercibida.

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