jueves, 8 de julio de 2010

"Dar la del pulpo"

“Tocar, tocar y tocar”. Recuerdo cuanto han parodiado la frase de El Sabio de Hortaleza, pero esas cuatro palabras de tal expresión van camino de ser tan legendarias como la inscripción griega, que se podía leer sobre la entrada a los aposentos del oráculo de Delfos: “Conócete a ti mismo”.
Lo mejor es que ya la tinaja de leche no parece que se vaya a ir al carajo, aunque al comienzo la idea fue titubeante.
A estas alturas no sé si los germanos habrán volado a sus tierras bávaras o seguirán rascándose el cogote en Sudáfrica apurando lo poco que les queda por disfrutar de la cultura anglosajona imperante. Los que aún siguen allí abajo, seguro, son los españoles y holandeses.
La segunda semifinal defraudó bastante. Desconozco si fue por el aplomo nacional o porque la selección alemana decidió ponerse a cubierto a las primeras de cambio. Ambas consecuencias son los resultados de la selección que ha brillado con más autoridad en el partido más complicado del torneo. España ha sido tan benevolente que en vez de resultadista ha ido zanjando partidos con la diferencia mínima en el marcador. Un poco, puede, para que los rivales abandonen el estadio pensando que no era nada para lo que les podía haber caído. No sólo se derrotó al combinado más difícil, sino que enfrente estaba ese tal Klose que ha estado a un pelo de convertirse en el máximo goleador de todos los Mundiales y un par de jóvenes que apuntan a lo más alto del futbol europeo e internacional. Son Özil y Müller. Encima marcamos a balón parado en uno de los pocos saques de esquina que España ha sacado en largo.
Los jugadores españoles estuvieron estupendos hasta cuando el árbitro pitó el final; apoyaron a los derrotados e intercambiaron camisetas. Y es que no hay nada más honrado en el deporte que alzar el puño del compañero perdedor. El hooliganismo que permanezca en las casas de tales practicantes.
Eso en el campo; en los banquillos había dos entrenadores colosales. Comedidos, disciplinados, serios y agradables cuando la ocasión lo requiere. No como otros que viven para dar exclusivas, o para echar la culpa a los jugadores si se pierde. Para cultivar el demérito, valdría cualquier equipo profesional. Cuando un espécimen llega al cargo de una selección es que alguien de dentro intenta tapar algún roto.
Los holandeses errantes puede, que, a falta de mejores armas, utilicen al pulpo Paul. Ese sí que da miedo y no ese Leviatán cuyos restos fosilizados han encontrado en el sur de Perú y que desayunaba cachalotes. Porque sería el colofón. Vencer a Holanda si el pulpo no se posa en nuestra urna.
Debería de bastarnos con que Robben se cansara a correr porque Sneijder no tuviera el balón. Y con lo de anoche es factible que Del Bosque configure un ataque catapultado por unos mediocampistas más numerosos y capaces de prolongar dicha posesión. Lo demás ya saben…, tocar, tocar y tocar. Dejar al tiempo que sea tal. Siendo optimistas puede que nos pase como aquella Francia que se llevó un Mundial, en 1998, y la Eurocopa del año 2000.
Ya se ha marcado estilo. Espero que las demás generaciones sepan aplicarlo, ocurra lo que ocurra el domingo.

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