domingo, 11 de julio de 2010

De fuera vinieron y...

Título: La Cosa.
Año: 1982.
País: Estados Unidos.
Director: John Carpenter.
Intérpretes: Kurt Russell, Wilford Brimley, David Clennon, Richad Dysart, Donald Moffat, Richard Masur, Keith David.
Música: Ennio Morricone.
Guión: Bill Lancaster (desde la novela de John W. Campbell).

Este largometraje de terror puede que sea uno de los mejores en su género. La Cosa (El enigma de otro mundo) salió al mercado en 1982 recibiendo duras críticas por su paralelismo con Alien, a lo que se sumó el estreno lacrimógeno de E.T. con lo cual donde esté la dulzura que se quiten las aberraciones. Eso pensaron los espectadores que acudieron en tromba a ver la cinta de Steven Spielberg en las salas dando calabazas a la de John Carpenter. Ninguna de las tres películas es comparable.
La Cosa es una obra de culto por su sobriedad narrativa, por el gusto por el gore y la madurez conseguida en el tramo o fragmento final.
Dentro de no mucho tendremos ante nosotros un remake, o adaptación, tan innecesario como cuestionable. Tal y como sucede en las nuevas versiones del género hasta la fecha La matanza de Texas, La morada del Miedo, Viernes 13 o Pesadilla en Elm Street. Hay excepciones como en el caso de Las colinas tienen ojos. Claro que revisando los números de la recaudación cualquiera se presenta en la productora de Michael Bay, Platinum Dunes, y les hace un buen calvo ante proyectos que cosechan alrededor de cien millones de dólares por lanzamiento. Su Santo Grial consiste en rodarlas con presupuestos paupérrimos con lo que a poco que gusten, le sacan renta.
Regresando a la época de los ochenta, La Cosa narra la supervivencia en unas instalaciones antárticas (siempre se lleva la situación a un páramo extremo: espacio, otros planetas desconocidos y deshabitados, selvas amazónicas, zonas polares… con estos procedimientos se logra amplificar la sensación de angustia y superación) ante una amenaza alienígena que va matando, uno por uno, a cada miembro del grupo. Hasta ahí poca sustancia nueva ¿verdad?
La estructura del guión es similar a la novela de intriga que escribió Agatha Christie en 1939 bajo el título de Diez Negritos (Y no quedó ninguno). Donde una serie de huéspedes quedan encerrados en una mansión y mueren correlativamente, mientras que los que quedan en pie no dejan de acusarse. La inmensa mayoría de relatos y largometrajes parejos tienen a esta novela como inspiración y protomateria.
La estrella de la producción es Kurt Russell, que junto a su anterior colaboración con el mismo director en otra filigrana como 1997: Rescate en Nueva York, se convertía así en un actioner de los ochenta como lo fueron Bruce Willis, Silvester Stallone, etc.
En el apartado técnico hay que hablar de la iluminación, donde saben dejar en penumbra lo necesario para no mostrar los hilos de los animatronics y nada que pueda desnudar sus carencias artísticas. El maquillaje no cumple en el rostro del protagonista que muestra las líneas de los ojos demasiado remarcadas en las tomas y la música corre a cuenta de Ennio Morricone el auténtico pata negra de Hollywood junto a Danny Elfman.
Lo mejor de la función es la contundencia trágica del final. Nada que ver con el terror de los noventa donde dejaban los finales abiertos en Scream y Sé lo que hicisteis el último verano para no concluir con la saga. En este caso es memorable la frase última donde el personaje interpretado por Kurt Russell le comenta a un compañero, que tras haber derrotado finalmente a la amenaza, lo mejor sería que esperaran a la muerte. Nadie les iba a rescatar del hielo y tampoco tenían nada mejor por hacer. Y es que, en ocasiones, poco es peor que alcanzar una meta.

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